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Mensajes de Medjugorje conteniendo 'vidente'

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Queridos hijos, de nuevo quiero hablaros del amor. Os he reunido en torno a mí, en nombre de mi Hijo, según Su voluntad. Quiero que vuestra fe sea firme y que provenga del amor, porque mis hijos que comprenden el amor de mi Hijo, que lo siguen, viven en el amor y en la esperanza. Ellos han conocido el amor de Dios. Por eso, queridos hijos míos, orad, orad para poder amar más y para poder hacer actos de amor, porque la fe sin el amor, sin actos de amor, no es lo que busco de vosotros. Queridos hijos, esta no es la verdadera fe, esta es una falsa fe, esto es solo glorificarse a sí mismo. Mi Hijo busca el amor, los actos de amor, los gestos de amor y benevolencia. Yo oro y os pido también a vosotros orar y vivir el amor, porque quiero que mi Hijo, cuando mira los corazones de todos mis hijos, pueda reconocer y ver en ellos el amor y la benevolencia, no el odio ni la indiferencia. Queridos hijos, apóstoles de mi amor, no perdáis la esperanza, no perdáis la fuerza, vosotros podéis hacerlo. Yo os doy la fuerza y os bendigo, porque todas las cosas de esta tierra, que muchos hijos míos ponen desgraciadamente en el primer lugar, desaparecerán y permanecerán solo el amor y los gestos de amor que os abrirán la puerta del Reino de los Cielos. En esta puerta os esperaré, en esta puerta quiero ver y abrazar a todos mis hijos. Os doy las gracias.

Queridos hijos, yo estoy siempre con vosotros, porque mi Hijo os ha confiado a mí. Y vosotros hijos míos, vosotros me necesitáis, me buscáis, venís a mí y alegráis mi Corazón materno. Yo tengo y siempre tendré amor para vosotros, para vosotros que sufrís y que ofrecéis vuestros dolores y sufrimientos a Mi Hijo y a mí. Mi amor busca el amor de todos mis hijos y mis hijos buscan mi amor. Por medio del amor, Jesús busca la comunión entre el Cielo y la Tierra, entre el Padre celestial y vosotros, mis hijos, su Iglesia. Por eso necesitamos orar mucho, orar y amar la Iglesia a la cual pertenecéis. Ahora la Iglesia está sufriendo y necesita apóstoles que, al amar la comunión, al testimoniar y dar, muestren los caminos de Dios. Necesita apóstoles que, viviendo la Eucaristía con el corazón, realicen grandes obras; necesita de vosotros, mis apóstoles del amor. Hijos míos, la Iglesia ha sido perseguida y traicionada desde sus inicios, pero ha crecido día a día. Es indestructible, porque mi Hijo le ha dado un corazón: la Eucaristía. La luz de Su Resurrección ha brillado y brillará sobre ella. ¡Por eso no temáis! Orad por vuestros pastores para que tengan la fuerza y el amor de ser puentes de salvación. ¡Os doy las gracias!

La vidente Mirjana Dragicevic - Soldo tuvo apariciones diarias desde el 24 de junio de 1981 hasta el 25 de diciembre de 1982. El último día de la aparición, después de confiarle el décimo secreto, la Virgen le dijo que durante toda su vida tendría una aparición una vez al año - el 18 de marzo. Así ha sucedido durante todos estos años y también este año. Varios miles de peregrinos se reunieron para orar el Rosario. La aparición comenzó a las 13:50 y duró hasta las 13:56.
Queridos hijos, con un corazón maternal lleno de amor hacia ustedes, mis hijos, deseo enseñarles la plena confianza en Dios Padre. Deseo que aprendan a seguir la voluntad de Dios mirando y escuchando en vuestro interior. Deseo que aprendan a confiar infinitamente en Su gracia y en Su amor, como yo siempre he confiado. Por eso, hijos míos, purifiquen sus corazones. Libérense de todo lo que los ata únicamente a lo terrenal y permitan a lo divino dar forma a vuestra vida, a través de vuestra oración y sacrificio; que en sus corazones esté presente el Reino de Dios; que comiencen a vivir a partir de Dios Padre; que procuren caminar siempre con mi Hijo. Y para todo esto, hijos míos, deben ser pobres en espíritu y estar llenos de amor y de misericordia. Deben tener corazones puros y simples, y estar siempre dispuestos a servir. Hijos míos, escúchenme, les hablo para vuestra salvación. Les doy las gracias.

La vidente Mirjana Dragicevic - Soldo tuvo apariciones diarias desde el 24 de junio de 1981 hasta el 25 de diciembre de 1982. El último día de la aparición, después de confiarle el décimo secreto, la Virgen le dijo que durante toda su vida tendría una aparición una vez al año - el 18 de marzo. Así ha sucedido durante todos estos años y también este año. Varios miles de peregrinos se reunieron para orar el Rosario. La aparición comenzó a las 13:44 y duró hasta las 13:48.
Queridos hijos, mi deseo maternal es que sus corazones estén llenos de paz y que sus almas sean puras, para que, en la presencia de mi Hijo, puedan ver su Rostro. Porque, hijos míos, yo como Madre sé que están sedientos de consuelo, de esperanza y de protección. Ustedes, hijos míos, consciente o inconscientemente buscan a mi Hijo. También yo, mientras vivía en el tiempo terreno, me alegraba, sufría y soportaba con paciencia los dolores, hasta que mi Hijo, en toda su gloria, los suprimió. Y por eso digo a mi Hijo: “Ayúdalos siempre”. Ustedes, hijos míos, con un amor verdadero, iluminen la oscuridad del egoísmo que envuelve cada vez más a mis hijos. Sean generosos: que sus manos y su corazón estén siempre abiertos. No tengan miedo, abandónense a mi Hijo con confianza y esperanza. Mirándolo a Él, vivan la vida con amor. Amar significa darse, soportar y nunca juzgar. Amar significa vivir las palabras de mi Hijo. Hijos míos, como Madre les digo que solo el amor verdadero lleva a la felicidad eterna. Les doy las gracias.

La vidente Mirjana Dragicevic - Soldo tuvo apariciones diarias desde el 24 de junio de 1981 hasta el 25 de diciembre de 1982. El último día de la aparición, después de confiarle el décimo secreto, la Virgen le dijo que durante toda su vida tendría una aparición una vez al año - el 18 de marzo. Así ha sucedido durante todos estos años y también este año. Varios miles de peregrinos se reunieron para orar el Rosario. La aparición comenzó a las 13:38 y duró hasta las 13:42.
Queridos hijos, mi vida terrena era simple: amaba y me hacían feliz las pequeñas cosas; amaba la vida, don de Dios, aunque los dolores y sufrimientos traspasaban mi Corazón. Hijos míos, tenía la fuerza de la fe e ilimitada confianza en el amor de Dios. Todos los que tienen la fuerza de la fe son más fuertes. La fe te hace vivir en lo justo, y entonces la luz del amor divino llega siempre en el momento deseado. Esta es la fuerza que sostiene en el dolor y en el sufrimiento. Hijos míos, oren por la fuerza de la fe, confíen en el Padre Celestial y no tengan miedo. Sepan que ninguna criatura de Dios se perderá, sino que vivirá para siempre. Todo dolor tiene su fin y después comienza la vida en libertad, allí donde todos mis hijos vienen, donde todo retorna. Hijos míos, su lucha es dura, lo será todavía más, pero ustedes sigan mi ejemplo. Oren por la fuerza de la fe, confíen en el amor del Padre Celestial. Yo estoy con ustedes, yo me manifiesto a ustedes, yo los animo. Con inmenso amor maternal acaricio sus almas. Les doy las gracias.

Queridos hijos, os invito a que acojáis mis palabras con sencillez de corazón, que como Madre os digo para que emprendáis el camino de la luz plena, de la pureza, del amor único de mi Hijo, hombre y Dios. Una alegría, una luz que no se puede describir con palabras humanas, penetrará en vuestra alma y os envolverá la paz y el amor de mi Hijo. Es lo que deseo para todos mis hijos. Por eso vosotros, apóstoles de mi amor, vosotros que sabéis amar, vosotros que sabéis perdonar, vosotros que no juzgáis, vosotros a los que yo exhorto: sed ejemplo para todos aquellos que no van por el camino de la luz y del amor, o que se han desviado de él. Con vuestra vida mostradles la verdad. Mostradles el amor, porque el amor supera todas las dificultades, y todos mis hijos tienen sed de amor. Vuestra unión en el amor es un regalo para mi Hijo y para mí. Pero, hijos míos, recordad que amar significa desear el bien a vuestro prójimo y desear la conversión de su alma. Pero, mientras os miro reunidos en torno a mí, mi Corazón está triste, porque veo muy poco el amor fraterno, el amor misericordioso. Hijos míos, la Eucaristía, mi Hijo vivo en medio vuestro y sus palabras, os ayudarán a comprender, porque Su Palabra es vida, Su Palabra hace que el alma respire, Su Palabra hace conocer el amor. Queridos hijos nuevamente os pido como Madre que desea el bien de sus hijos: amad a vuestros pastores, orad por ellos. ¡Os doy las gracias!

Queridos hijos, soy Madre de todos vosotros, por eso no tengáis miedo, porque yo escucho vuestras oraciones. Sé que me buscáis y por eso oro por vosotros a mi Hijo; mi Hijo que está unido con el Padre Celestial y con el Espíritu consolador, mi Hijo que guía a las almas hacia el Reino de donde Él ha venido, el Reino de la paz y de la luz.

Hijos míos, os ha sido dada la libertad de elegir. Por eso yo, como Madre, os pido que uséis la libertad para el bien. Vosotros, con almas puras y sencillas, sois capaces de comprender; aunque algunas veces no entendáis las palabras, dentro de vosotros sentís cuál es la verdad.

Hijos míos, no perdáis la verdad y la verdadera vida por seguir la falsa. Con la verdadera vida el Reino Celestial entra en vuestros corazones, este es el Reino del amor, de la paz y de la concordia. Entonces, hijos míos, no existirá el egoísmo que os aleja de mi Hijo. En su lugar habrá amor y comprensión por vuestro prójimo.

Por eso recordad -nuevamente os repito-: orar también significa amar a los demás, al prójimo y darse a ellos. Amad y dad en mi Hijo y Él obrará en vosotros y para vosotros. Hijos míos, pensad continuamente en mi Hijo y amadlo inmensamente, así tendréis la verdadera vida y esto será por la eternidad. ¡Os doy las gracias apóstoles de mi amor!

Queridos hijos, con amor maternal os invito a abrir los corazones a la paz, a abrir los corazones a mi Hijo, a que en vuestros corazones cante el amor hacia mi Hijo, porque es solo de ese amor que llega la paz al alma. Hijos míos, sé que tenéis bondad, sé que tenéis amor, un amor misericordioso. Pero muchos hijos míos tienen aún los corazones cerrados; piensan que pueden actuar sin dirigir sus pensamientos hacia el Padre Celestial que ilumina, y hacia mi Hijo, que siempre está nuevamente con vosotros en la Eucaristía y desea escucharos. Hijos míos, ¿por qué no le habláis? La vida de cada uno de vosotros es importante y preciosa, porque es un don del Padre Celestial para la eternidad; por eso, no os olvidéis nunca de darle gracias: ¡habladle! Sé, hijos míos, que para vosotros todavía es desconocido lo que vendrá después, pero cuando os llegue vuestro después, recibiréis todas las respuestas. Mi amor maternal desea que estéis preparados. Hijos míos, poned con vuestra vida sentimientos buenos en el corazón de las personas que encentráis: sentimientos de paz, de bondad, de amor y de perdón. A través de la oración, escuchad lo que os dice mi Hijo y actuad en consecuencia. Os invito nuevamente a orar por vuestros pastores, por aquellos que mi Hijo ha llamado. Recordad que tienen necesidad de oraciones y de amor. Os doy las gracias.

Queridos hijos, mis palabras son simples, pero llenas de amor maternal y preocupación. Hijos míos, sobre vosotros se ciernen cada vez más las sombras de las tinieblas y del engaño, y yo os llamo hacia la luz y la verdad, yo os llamo hacia mi Hijo. Solo Él puede convertir la desesperación y el dolor en paz y serenidad, solo Él puede dar esperanza en los dolores más profundos. Mi Hijo es la vida del mundo: cuanto más lo conocéis más os acercáis a Él y más lo amaréis porque mi Hijo es amor. El amor lo cambia todo, él hace maravilloso incluso lo que sin amor os parece insignificante. Por eso nuevamente os digo que, si deseáis crecer espiritualmente, debéis amar mucho. Apóstoles de mi amor, sé que no siempre es fácil, pero, hijos míos, también los caminos dolorosos son vías que llevan al crecimiento espiritual, a la fe y a mi Hijo. Hijos míos, orad, pensad en mi Hijo. Durante todos los momentos del día elevad vuestra alma a Él, y yo recogeré vuestras oraciones como flores del jardín más bello y las regalaré a mi Hijo. Sed apóstoles auténticos de mi amor, difundid a todos el amor de mi Hijo; sed jardines con las flores más bellas. Con la oración ayudad a vuestros pastores para que puedan ser padres espirituales llenos de amor hacia todos los hombres. ¡Os doy las gracias!

Queridos hijos, os invito a ser valientes, a no desistir, porque el bien más pequeño y el más pequeño signo de amor, vencen sobre el mal cada vez más visible. Hijos míos, escuchadme, para que el bien pueda vencer, para que podáis conocer el amor de mi Hijo. Esta es la dicha más grande: los brazos de mi Hijo que abrazan; Él, que ama el alma; Él, que se ha dado por vosotros y siempre y nuevamente se da en la Eucaristía; Él, que tiene palabras de vida eterna. Conocer su amor, seguir sus huellas, significa tener la riqueza de la espiritualidad. Esa es la riqueza que da buenos sentimientos y ve el amor y la bondad en todas partes. Apóstoles de mi amor, con el calor del amor de mi Hijo, sed como los rayos del sol que calientan todo en torno a sí. Hijos míos, el mundo tiene necesidad de apóstoles del amor, el mundo tiene necesidad de muchas oraciones, pero de oraciones con el corazón y con el alma, y no solo de aquéllas que se pronuncian con los labios. Hijos míos, tended a la santidad, pero en humildad; en la humildad que le permite a mi Hijo realizar, a través de vosotros, lo que Él desea. Hijos míos, vuestras oraciones, vuestras palabras, pensamientos y obras, todo esto os abre o cierra las puertas del Reino de los Cielos. Mi Hijo os ha mostrado el camino y os ha dado esperanza, y yo os consuelo y aliento porque, hijos míos, yo he conocido el dolor, pero he tenido fe y esperanza. Ahora tengo el premio de la vida en el Reino de mi Hijo. Por eso, escuchadme: ¡tened valor y no desistáis! ¡Os doy las gracias!

Queridos hijos, mi Corazón materno sufre mientras miro a mis hijos que no aman la verdad y que la esconden, mientras miro a mis hijos que no oran con los sentimientos y con las obras. Estoy triste mientras hablo a mi Hijo de tantos hijos míos que ya no tienen fe y que no le conocen a Él, mi Hijo. Por eso os invito a vosotros, apóstoles de mi amor: tratad de mirar hasta lo profundo del corazón humano y allí encontraréis con seguridad aquel pequeño tesoro escondido. Mirar de esta manera es la misericordia del Padre Celestial. Buscad el bien también donde domina el mal, tratad de comprenderos los unos a los otros y no juzgaros. Esto es lo que mi Hijo os pide y yo, como Madre, os invito a escucharlo. Hijos míos, el espíritu es más potente que el cuerpo y sostenido con el amor y con las obras supera todos los obstáculos. No lo olvidéis: mi Hijo os ha amado y os ama. Su amor está con vosotros y en vosotros cuando sois una cosa con Él. Él es la luz del mundo y ninguno y nada logrará detenerlo en la gloria final. Por eso, apóstoles de mi amor, no tengáis miedo de testimoniar la verdad. Testimoniadla con entusiasmo, con las obras, con amor, con vuestro sacrificio y sobre todo con humildad. Testimoniad la verdad a todos aquellos que no han conocido a mi Hijo. Yo estaré a vuestro lado, yo os fortaleceré. Testimoniad el amor que no pasa nunca, porque proviene del Padre Celestial que es eterno y que ofrece la eternidad a todos mis hijos. El Espíritu de mi Hijo estará a vuestro lado. Nuevamente os invito, hijos míos, a orar por vuestros pastores. Orad para que puedan ser guiados por el amor de mi Hijo. Os doy las gracias.

Queridos Hijos, cuando venís a mí, como a una madre, con un corazón puro y abierto, sabed que os escucho, os aliento, os consuelo y, sobre todo, intercedo por vosotros ante mi Hijo. Sé que deseáis tener una fe fuerte y manifestarla de la manera correcta. Lo que mi Hijo os pide es una fe sincera, fuerte y profunda; en consecuencia, de cualquier manera que la manifestéis es válida. La fe es un secreto maravilloso que se guarda en el corazón. Ella se halla entre el Padre Celestial y todos sus hijos, se reconoce por los frutos y por el amor que se tiene hacia todas las criaturas de Dios. Apóstoles de mi amor, hijos míos, confiad en mi Hijo. Ayudad a todos mis hijos a que conozcan Su amor. Vosotros sois mi esperanza, vosotros que intentáis amar sinceramente a mi Hijo. En el nombre del amor, por vuestra salvación, según la voluntad del Padre Celestial y por mi Hijo, estoy aquí entre vosotros. Apóstoles de mi amor, que vuestros corazones, con la oración y el sacrificio, sean iluminados por el amor y la luz de mi Hijo. Que esa luz y ese amor iluminen a todos los que encontréis, y los haga regresar a Mi Hijo. Yo estoy con vosotros. De manera especial, estoy con vuestros pastores. Los ilumino y los animo con mi amor maternal para que, con sus manos bendecidas por mi Hijo, bendigan al mundo entero. ¡Os doy las gracias!

La vidente Mirjana Dragicevic - Soldo tuvo apariciones diarias desde el 24 de junio de 1981 hasta el 25 de diciembre de 1982. El último día de la aparición, después de confiarle el décimo secreto, la Virgen le dijo que durante toda su vida tendría una aparición una vez al año - el 18 de marzo. Así ha sucedido durante todos estos años y también este año. Varios miles de peregrinos se reunieron para orar el Rosario. La aparición comenzó a las 13:41 y duró hasta las 13:46.
Hijos míos, como Madre, como Reina de la Paz, los invito a que acojan a mi Hijo para que Él pueda otorgarles la paz del alma, para que pueda darles lo que es justo, lo que es bueno para ustedes. Hijos míos, mi Hijo los conoce. Él vivió la vida del hombre y, al mismo tiempo, la de Dios - una vida maravillosa: cuerpo humano, espíritu divino. Por eso, hijos míos, mientras mi Hijo los mira con sus ojos divinos, penetra en sus corazones. Sus ojos, mansos y cálidos, buscan a Él mismo en sus corazones. ¿Puede Él encontrarse a sí mismo en ustedes, hijos míos? Acójanlo, y los momentos de dolor y sufrimiento se convertirán en momentos de bienestar. Acójanlo, y tendrán paz en el alma, la difundirán a todos en torno a ustedes, eso es lo que más necesitan ahora. Escúchenme, hijos míos. Oren por los pastores, por aquellos cuyas manos ha bendecido mi Hijo. Les doy las gracias.

La vidente Mirjana Dragicevic - Soldo tuvo apariciones diarias desde el 24 de junio de 1981 hasta el 25 de diciembre de 1982. El último día de la aparición, después de confiarle el décimo secreto, la Virgen le dijo que durante toda su vida tendría una aparición una vez al año - el 18 de marzo. Así ha sucedido durante todos estos años y también este año. La aparición comenzó a las 13:41 y duró hasta las 13:47.
¡Queridos hijos! Mi Hijo, en cuanto Dios, siempre ha mirado más allá del tiempo. Yo, como Su Madre, a través de Él veo en el tiempo. Veo cosas hermosas y cosas tristes. Pero veo que aún hay amor y que hay que hacer que este se conozca.

Hijos míos, no pueden ser felices si no se aman unos a otros, si no tienen amor en cada situación y en cada momento de su vida. Yo, como Madre, vengo a ustedes por medio del amor para ayudarlos a conocer el verdadero amor y a conocer a mi Hijo. Por eso los llamo a que, de nuevo, tengan cada vez más sed de amor, fe y esperanza. La única fuente de la que pueden beber es la confianza en Dios, mi Hijo.

Hijos míos, en tiempos de inquietud y de renuncia, solo busquen el rostro de mi Hijo. Solo vivan sus palabras y no teman. Oren y amen con sentimientos sinceros, con buenas obras, y ayuden a que el mundo cambie y mi Corazón triunfe. Como mi Hijo, yo les digo que se amen unos a otros, porque sin amor no hay salvación. Les doy las gracias, hijos míos.

La vidente Mirjana Dragicevic - Soldo tuvo apariciones diarias desde el 24 de junio de 1981 hasta el 25 de diciembre de 1982. El último día de la aparición, después de confiarle el décimo secreto, la Virgen le dijo que durante toda su vida tendría una aparición una vez al año - el 18 de marzo. Así ha sucedido durante todos estos años y también este año.
¡Queridos hijos! Los invito maternalmente a volver a la alegría y a la verdad del Evangelio; a regresar al amor de mi Hijo, porque Él los espera con los brazos abiertos; a que todo lo que hagan en la vida, lo hagan con mi Hijo, con amor, para que sean bendecidos; a que la espiritualidad de ustedes sea interior y no solo exterior. Solo así serán humildes, generosos, llenos de amor y alegres. Y mi Corazón maternal se regocijará con ustedes. Les doy las gracias.

La vidente Mirjana Dragicevic - Soldo tuvo apariciones diarias desde el 24 de junio de 1981 hasta el 25 de diciembre de 1982. El último día de la aparición, después de confiarle el décimo secreto, la Virgen le dijo que durante toda su vida tendría una aparición una vez al año - el 18 de marzo. Así ha sucedido durante todos estos años y también este año. La aparición comenzó a las 13:34 y duró hasta las 13:40.
¡Queridos hijos! Con amor maternal los invito a mirar a mi Hijo llenos de fuerza, fe y confianza. Ábranle sus corazones y no tengan miedo, porque mi Hijo es la Luz del mundo y en Él se hallan la paz y la esperanza. Por eso los invito nuevamente, nuevamente a orar por aquellos hijos míos que no han conocido el amor de mi Hijo; que mi Hijo ilumine sus corazones con Su luz de amor y esperanza, y que a ustedes, hijos míos, los fortalezca y les dé paz y esperanza. Yo estoy con ustedes. Les doy las gracias.
(La Virgen bendijo a todos.)

La vidente Mirjana Dragicevic - Soldo tuvo apariciones diarias desde el 24 de junio de 1981 hasta el 25 de diciembre de 1982. El último día de la aparición, después de confiarle el décimo secreto, la Virgen le dijo que durante toda su vida tendría una aparición una vez al año - el 18 de marzo. Así ha sucedido durante todos estos años y también este año. La aparición comenzó a las 13:33 y duró hasta las 13:39.
Queridos hijos, los invito a que, a través de la oración y la misericordia, conozcan a mi Hijo lo más posible; para que con corazones puros y abiertos aprendan a escuchar; para que escuchen lo que mi Hijo les dice a fin de que puedan llegar a ver espiritualmente. Que, como un solo pueblo de Dios, en comunión con mi Hijo, den testimonio de la verdad con sus vidas. Oren, hijos míos, para que junto a mi Hijo puedan llevar sólo paz, alegría y amor a todos sus hermanos y hermanas. Yo estoy con ustedes y los bendigo con mi bendición maternal.

La vidente Mirjana Dragicevic - Soldo tuvo apariciones diarias desde el 24 de junio de 1981 hasta el 25 de diciembre de 1982. El último día de la aparición, después de confiarle el décimo secreto, la Virgen le dijo que durante toda su vida tendría una aparición una vez al año - el 18 de marzo. Así ha sucedido durante todos estos años y también este año. La aparición comenzó a las 13:23 y duró hasta las 13:27.
Queridos hijos, yo estoy con ustedes gracias al amor misericordioso de Dios. Y por eso, como Madre, los invito a creer en el amor, amor que es unión con mi Hijo. Con el amor ayudan a los demás a abrir sus corazones para que conozcan a mi Hijo y lo amen. Hijos míos, el amor hace que mi Hijo ilumine sus corazones con Su gracia, crezca en ustedes y les dé la paz. Hijos míos, si viven el amor, si viven a mi Hijo, tendrán paz y serán felices. En el amor está la victoria. ¡Les doy las gracias!

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