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Mensajes de Medjugorje conteniendo 'posible'

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Era martes. Esta aparición ocurrió inesperadamente. Ivan estaba orando en su casa. Luego comenzó a alistarse para ir a la iglesia, a la liturgia vespertina. Improvisadamente se le apareció Nuestra Señora y le pidió que transmitiera el siguiente mensaje a la gente:
Pido a las personas que oren Conmigo estos días y que oren lo más posible. Que ayunen además estrictamente los miércoles y los viernes; que recen cada día cuando menos el Rosario completo: los misterios gozosos, dolorosos y gloriosos.
Nuestra Señora pidió a la gente que aceptara este mensaje con voluntad firme. Ella pidió esto en particular a los parroquianos y a los fieles de los lugares circunvecinos.

¡Queridos hijos! Hoy, de una manera especial, los invito a todos ustedes a la oración y a la renunciación. Porque ahora, como nunca antes, Satanás quiere mostrar al mundo su rostro ignominioso con el cual quiere seducir a la mayor cantidad posible de personas y llevarlas por el camino de la muerte y el pecado. Por tanto, queridos hijos, ayuden a mi Corazón Inmaculado a triunfar en este mundo tan pecador. Yo les imploro a todos ustedes que ofrezcan oraciones y sacrificios por mis intenciones, para que Yo pueda presentárselos a Dios por lo que sea más necesario. Olviden sus deseos, queridos hijos, y oren por lo que Dios desea, no por lo que ustedes desean. Gracias por haber respondido a mi llamado!

¡Queridos hijos! También hoy, Yo los invito a la oración. Sólo con la oración y el ayuno se puede detener la guerra. Por eso, mis queridos hijos, oren y por medio de sus vidas den testimonio de que ustedes son Míos, porque en estos tiempos turbulentos Satanás desea seducir a tantas almas como le sea posible. Por eso, Yo los invito a decidirse por Dios y El los protegerá y les mostrará lo que ustedes deben hacer y el camino que deben recorrer. Yo invito a todos aquellos que Me han dicho "Sí", a que renueven su consagración a Jesús y a Su Corazón y a Mí, a fin de que Nosotros podamos usarlos más intensamente como instrumentos de paz en este mundo sin paz. Medjugorje es para todos ustedes un signo y un llamado a orar y a vivir los días de gracia que Dios les está dando. Por eso, queridos hijos, acepten con seriedad este llamado a la oración. Yo estoy con ustedes y sus sufrimientos son también los Míos. Gracias por haber respondido a mi llamado!

¡Queridos hijos! También hoy deseo decirles: Yo estoy con ustedes, incluso en estos días llenos de desasosiego en los que Satanás desea destruir todo lo que Yo y mi Hijo Jesús estamos edificando. De manera especial, él desea destruir sus almas. El desea apartarlos tan lejos como le sea posible de la vida cristiana así como de los mandamientos a los que la Iglesia los llama, de tal manera que ustedes los abandonen. Satanás desea destruir todo lo que es santo en ustedes y alrededor de ustedes. Por eso, hijitos, oren, oren, oren, a fin de que sean capaces de comprender todo lo que Dios les está dando por medio de mi venida. Gracias por haber respondido a mi llamado!

¡Queridos hijos! Yo los invito a la oración, ahora que Satanás está fuerte y desea hacer suyas tantas almas como sea posible. Oren, queridos hijos, y tengan más confianza en Mí, porque Yo estoy aquí para ayudarlos y para guiarlos por un camino nuevo hacia una vida nueva. Por eso, queridos hijos, escuchen y vivan lo que Yo les digo porque es importante para ustedes que, cuando Yo ya no esté con ustedes, ustedes recuerden aquello que Yo les he dicho. Yo los invito a cambiar sus vidas desde el principio y a que se decidan por la conversión, no con palabras sino con sus vidas. Gracias por haber respondido a mi llamado!

¡Queridos hijos! Hoy les doy gracias por sus oraciones. Todos ustedes me han ayudado a fin de que esta guerra pueda terminar lo más pronto posible. Yo estoy cerca de ustedes y oro por cada uno y les pido: Oren, oren, oren! Sólo a través de la oración podremos vencer el mal y proteger todo lo que Satanás quiere destruir en sus vidas. Yo soy su Madre y los amo a todos por igual e intercedo por ustedes ante Dios. Gracias por haber respondido a mi llamado!

¡Queridos hijos! También hoy los invito a todos a que sus corazones ardan con el amor más intenso posible hacia el Crucificado; y no olviden que por amor a ustedes dio su vida para que ustedes se salvaran. Hijitos, mediten y oren para que su corazón se abra al amor de Dios. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!

Comentario del mensaje


¡Queridos hijos! Los invito a trabajar en la conversión personal. Aún en su corazón, están lejos del encuentro con Dios. Por eso, transcurran el mayor tiempo posible en oración y en Adoración a Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar, para que El los cambie y ponga en su corazón, una fe viva y el deseo de la vida eterna. Todo es pasajero, hijitos, sólo Dios es eterno. Yo estoy con ustedes y los aliento con amor. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!

Comentario del mensaje


Queridos hijos: Con amor maternal los invito hoy a ser un faro para todas las almas que deambulan en la tiniebla del desconocimiento del amor de Dios, para que puedan resplandecer lo más posible y atraer el mayor número de almas. No permitan que las falsedades que salgan de vuestras bocas hagan callar vuestra conciencia. ¡Sean perfectos! Yo les guío con mano maternal, con mano de amor. ¡Gracias!

Queridos hijos, mientras mis ojos os miran, mi alma busca almas con las cuales desea ser una sola cosa, almas que hayan comprendido la importancia de la oración por aquellos hijos míos que no han conocido el Amor del Padre Celestial. Os llamo porque tengo necesidad de vosotros. Aceptad la misión y no temáis: os haré fuertes. Os llenaré de mis gracias. Con mi amor os protegeré del espíritu del mal. Estaré con vosotros. Con mi presencia os consolaré en los momentos difíciles. Os gradezco por vuestros corazones abiertos. ¡Orad por los sacerdotes! Orad para que la unión entre Mi Hijo y ellos sea lo más fuerte posible, para que sean una sola cosa. ¡Os doy las gracias!

Queridos hijos, como Madre les pido que perseveren como mis apóstoles. Oro a mi Hijo para que les conceda sabiduría y fuerza divinas. Oro para que, según la verdad de Dios, enjuicien todo lo que los rodea, y se opongan firmemente a todo aquello que desea alejarlos de mi Hijo. Oro para que por mi Hijo testimonien el amor del Padre Celestial. Hijos míos, se les ha concedido la gran gracia de ser testimonios del amor de Dios. No tomen a la ligera esa responsabilidad confiada a ustedes. No aflijan mi Corazón materno. Como Madre deseo confiar en mis hijos, en mis apóstoles. Por medio del ayuno y de la oración, ábranme el camino para que pida a mi Hijo que esté cerca de ustedes, y para que, por medio de ustedes, sea santificado Su Nombre. Oren por los pastores, porque nada de todo esto sería posible sin ellos. ¡Les agradezco!

¡Queridos hijos! La razón por la que estoy entre vosotros, mi misión, es ayudaros a que venza el Bien, aunque a vosotros ahora eso no os parece posible. Sé que muchas cosas no las comprendéis, como tampoco yo comprendía todo, todo lo que mi Hijo me enseñaba mientras crecía junto a mí, pero yo creí en Él y lo seguí. Eso mismo os pido a vosotros, que creáis en mí y que me sigáis. Pero, hijos míos, seguirme a mí significa amar a mi Hijo por encima de todo, amarlo en cada ser humano, sin distinción. Para que podáis hacerlo, os invito nuevamente a la renuncia, a la oración y al ayuno. Os invito a que la vida de vuestra alma sea la Eucaristía. Os invito a ser mis apóstoles de luz, que en el mundo difundiréis el amor y la misericordia. Hijos míos, vuestra vida es solo un abrir y cerrar de ojos hacia la vida eterna. Y cuando vosotros lleguéis ante mi Hijo, Él verá en vuestros corazones cuánto amor habéis tenido. Para que podáis difundir de la mejor manera el amor, yo le pido a mi Hijo que, a través del amor, os conceda la unión por medio de Él, la unidad entre vosotros, la unidad entre vosotros y vuestros pastores. Mi Hijo siempre se da de nuevo por medio de ellos y renueva vuestra alma. Eso no lo olvidéis. ¡Os doy las gracias!

Queridos hijos, abrid vuestros corazones y tratad de sentir cuánto os amo y cuánto deseo que améis a mi Hijo. Deseo que lo conozcáis lo más posible, porque es imposible conocerlo y no amarlo, porque Él es amor. Hijos míos, yo os conozco. Conozco vuestros dolores y vuestros sufrimientos porque los he vivido. Me río con vosotros en vuestras alegrías. Lloro con vosotros en vuestros dolores. Nunca os abandonaré. Siempre os hablaré maternal y dulcemente. Y yo como Madre, necesito vuestros corazones abiertos, para que con sabiduría y sencillez difundáis el amor de mi Hijo. Os necesito abiertos y sensibles al bien y a la misericordia. Os necesito unidos a mi Hijo, porque deseo que seáis felices y me ayudéis a llevar la felicidad a todos mis hijos. Apóstoles míos, os necesito para que a todos les enseñéis la verdad de Dios, a fin de que mi Corazón, que ha sufrido y también hoy padece tanto sufrimiento, pueda triunfar en el amor. Orad por la santidad de vuestros pastores, para que en nombre de mi Hijo puedan hacer milagros, porque la santidad hace milagros. ¡Os doy las gracias!

Queridos hijos, os invito a difundir la fe en mi Hijo, vuestra fe. Vosotros, mis hijos, iluminados por el Espíritu Santo, mis apóstoles, transmitidla a los demás, a aquellos que no creen, no saben y no quieren saber. Por eso vosotros debéis orar mucho por el don del amor, porque el amor es un rasgo distintivo de la verdadera fe, y vosotros seréis apóstoles de mi amor. El amor revive siempre y de nuevo, el dolor y el gozo de la Eucaristía, revive el dolor de la Pasión de mi Hijo, con la cual Él os ha mostrado lo que significa amar inmensamente; revive el gozo de haberos dejado Su Cuerpo y Su Sangre para nutriros de sí mismo y ser así uno con vosotros. Al miraros con ternura siento un amor inmenso, que refuerza en mí el deseo de conduciros a una fe firme. Una fe firme os dará en la Tierra gozo y alegría y al final, el encuentro con mi Hijo. Ese es Su deseo. Por eso vividlo a Él, vivid el amor, vivid la luz que os ilumina siempre en la Eucaristía. Os pido que oréis mucho por vuestros pastores, que oréis para que tengáis el mayor amor posible hacia ellos, porque mi Hijo os los ha dado para que os nutran a vosotros con Su Cuerpo y os enseñen el amor. Por eso amadlos también vosotros. Sin embargo, hijos míos recordad: el amor significa soportar y dar, y jamás, jamás juzgar. ¡Os doy las gracias!

Queridos hijos, no tengáis corazones duros, cerrados y llenos de temor. Permitid a mi amor materno iluminarlos y llenarlos de amor y de esperanza, para que yo, como Madre, pueda atenuar vuestros dolores, porque los conozco y los he experimentado. El dolor eleva y es la oración más grande. Mi Hijo ama de manera especial a los que padecen dolores. Él me ha enviado para que os los atenúe y traeros esperanza. ¡Confiad en Él! Sé que para vosotros es difícil, porque a vuestro alrededor veis cada vez más tiniebla. Hijos míos, es necesario aniquilarla con la oración y el amor. Quien ora y ama no teme, tiene esperanza y amor misericordioso. Ve la luz, ve a mi Hijo. Como apóstoles míos, os llamo para que intentéis ser ejemplo de amor misericordioso y de esperanza. Siempre volved a orar para tener el mayor amor posible, porque el amor misericordioso porta la luz que aniquila toda tiniebla, porta mi Hijo. No tengáis miedo, no estáis solos: Yo estoy con vosotros. Os pido que oréis por vuestros pastores, para que en todo momento tengan amor, y actúen con amor hacia Mi Hijo, por medio de Él y en memoria de Él. ¡Os doy las gracias!

Queridos hijos, lamentablemente entre vosotros, hijos míos, hay mucha lucha, odio, intereses personales y egoísmo. Hijos míos, ¡cuán fácilmente olvidáis a mi Hijo, sus palabras, su amor! La fe se extingue en muchas almas y los corazones están siendo atrapados por las cosas materiales del mundo. Pero mi Corazón maternal sabe que aún hay quienes creen y aman, que intentan acercarse lo más posible a mi Hijo, que incansablemente buscan a mi Hijo y, de esta manera, me buscan a mí. Son los humildes y los mansos que sobre llevan sus dolores y sufrimientos en silencio, con sus esperanzas y sobre todo con su fe. Son los apóstoles de mi amor. Hijos míos, apóstoles de mi amor, os enseño que mi Hijo no solo pide oraciones continuas, sino también obras y sentimientos; pide que creáis, que oréis, que con vuestras oraciones personales crezcáis en la fe, crezcáis en el amor. Amarse unos a otros es lo que Él pide: este es el camino a la vida eterna. Hijos míos, no olvidéis que mi Hijo trajo la luz a este mundo y la trajo a quienes quisieron verla y recibirla. Sed vosotros de esos; porque es la luz de la verdad, de la paz y del amor. Os conduzco maternalmente a adorar a mi Hijo, a amar conmigo a mi Hijo; a que vuestros pensamientos, palabras y obras se orienten hacia Mi Hijo y que estos sean en Su nombre. Solo entonces mi Corazón estará colmado. ¡Os doy las gracias!

Queridos hijos, con amor maternal os invito a responder al gran amor de mi Hijo, con un corazón puro y abierto, con total confianza. Yo conozco la grandeza de Su amor. Lo llevé dentro de mí, Hostia en el corazón, luz y amor del mundo.

Hijos míos, que yo me dirija a vosotros también es un signo del amor y de la ternura del Padre Celestial, una gran sonrisa llena del amor de mi Hijo, una invitación a la vida eterna.

La Sangre de mi Hijo fue derramada por amor a vosotros. Esa Sangre preciosa es para vuestra salvación, para la vida eterna. El Padre Celestial ha creado al hombre para la felicidad eterna. No es posible que perezcáis vosotros que conocéis el amor de mi Hijo, vosotros que lo seguís. La vida ha vencido: ¡mi Hijo está vivo! Por eso, hijos míos, apóstoles de mi amor, que la oración os muestre el camino y la manera de difundir el amor de mi Hijo, la oración en su forma más sublime. Hijos míos, cuando procuráis vivir las palabras de mi Hijo, también estáis orando. Cuando amáis a las personas con las que os encontráis, estáis difundiendo el amor de mi Hijo. El amor es lo que abre las puertas del Paraíso.

Hijos míos, desde el comienzo he orado por la Iglesia. Por eso, también os invito a vosotros, apóstoles de mi amor, a orar por la Iglesia y sus servidores, por aquellos a quienes mi Hijo ha llamado. ¡Os doy las gracias!

¡Queridos hijos! En este tiempo turbulento en que el demonio está cosechando almas para atraerlas hacia sí, los llamo a una oración perseverante para que en la oración descubran al Dios del amor y de la esperanza. Hijitos, tomen la cruz en sus manos. Que ella sea para ustedes estímulo de que el amor triunfa siempre, especialmente ahora que la cruz y la fe son rechazadas. Con sus vidas, sean ustedes reflejo y ejemplo de que la fe y la esperanza aún están vivas y que un mundo nuevo de paz es posible. Estoy con ustedes e intercedo por ustedes ante mi Hijo Jesús. Gracias por haber respondido a mi llamado.

¡Queridos hijos! En este tiempo los llamo a regresar a Dios y a la oración. Invoquen la ayuda de todos los santos a fin de que sean para ustedes ejemplo y ayuda. Satanás es fuerte y lucha por atraer cuantos corazones sea posible. Quiere la guerra y el odio. Por eso llevo tanto tiempo con ustedes, para conducirlos por el camino de la salvación, hacia Aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida. Hijitos, regresen al amor a Dios y Él será su fuerza y su refugio. Gracias por haber respondido a mi llamado.

¡Queridos hijos! Mi Corazón está gozoso porque a lo largo de estos años veo su amor y su apertura a mi llamado. Hoy los llamo a todos: oren conmigo por la paz y la libertad, porque Satanás es fuerte y quiere, con sus engaños, alejar de mi Corazón maternal a cuantos corazones sea posible. Por eso, decídanse por Dios para que estén bien en la tierra que Dios les ha dado. Gracias por haber respondido a mi llamado.

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