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Mensajes de Medjugorje conteniendo 'pecado'

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¡Queridos hijos! Dios me ha enviado entre ustedes por amor, para conducirlos por el camino de la salvación. Muchos de ustedes han abierto sus corazones y han aceptado mis mensajes, pero muchos se han extraviado en este camino y nunca han conocido, con todo el corazón, al Dios del amor. Por eso los invito: sean ustedes amor y luz donde hay tinieblas y pecado. Estoy con ustedes y los bendigo a todos. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!

Comentario del mensaje


¡Queridos hijos! Con el tiempo cuaresmal, ustedes se acercan a un tiempo de gracia. Su corazón es como una tierra labrada y está pronto a recibir el fruto que germinará en bien. Ustedes, hijitos, son libres de elegir el bien o el mal. Por eso los invito: oren y ayunen. Siembren alegría, y en sus corazones el fruto de la alegría crecerá por vuestro bien, y otros lo verán y lo recibirán a través de su vida. Renuncien al pecado y elijan la vida eterna. Yo estoy con ustedes e intercedo por ustedes ante mi Hijo.¡Gracias por haber respondido a mi llamado!

Comentario del mensaje


“¡Queridos hijos, yo estoy con vosotros por la gracia de Dios, para haceros grandes, grandes en la fe y en el amor, a todos voso- tros. A vosotros, cuyos corazones se han vuel- to duros como piedra por el pecado y la cul- pa* y deseo iluminaros a vosotros, almas devotas, con una nueva luz. Orad para que mi oración encuentre los corazones abiertos para que pueda iluminarlos con la fuerza de la fe y abrir caminos de amor y de esperanza. Sed perseverantes, yo estaré con vosotros”. * Mientras decía esto, la Virgen miraba a los presentes a quienes se refería, con expresión de dolor y lágrimas en sus ojos.

¡Queridos hijos, estoy aquí en medio de ustedes. Veo en sus corazones heridos e inquietos. Ustedes se han perdido, hijos míos. Sus heridas del pecado se están volviendo cada vez mayores y los están alejando siem- pre más de la auténtica verdad. Buscan la esperanza y la consolación en los lugares equivocados, mientras yo les estoy ofrecien- do la sincera devoción que se nutre de amor, sacrificio y verdad. Les doy a mi Hijo.

Queridos hijos: Durante mucho tiempo os he estado ofreciendo mi corazón maternal y a mi Hijo. Vosotros me estáis rechazando. Estáis dejando que el pecado os inunde más y más. Estáis permitendo que os domine y que os quite el poder del discernimiento. Mis pobres hijos, mirad a vuestro alrededor y observad los signos de los tiempos. ¿Creéis que podéis caminar sin la bendición de Dios? No permitáis que la oscuridad os atrape. Desde el fondo de vuestro corazón clamad a mi Hijo. Su nombre hace desparecer incluso la más intensa oscuridad. Yo estaré con vosotros, basta con que me digais: “Aquí estamos Madre, guíanos”. Gracias.

Queridos hijos, mientras los miro mi corazón se contrae del dolor. ¿Dónde están yendo, hijos míos? ¿Están tan inmersos en el pecado que no saben detenerse? Se justifican con el pecado viviendo en él. Arrodíllense ante la cruz y miren a mi Hijo. Él ha derrotado al pecado y murió, para que ustedes, hijos míos, puedan vivir. Permítanme ayudarlos, para que no mueran, sino que vivan con mi Hijo para siempre. Gracias.

Queridos hijos: estoy en medio de vosotros porque deseo ayudaros a superar las pruebas que este tiempo de purificación pone delante de vosotros. Hijos míos, una de ellas es el no perdonar y el no pedir perdón. Cada pecado ofende el amor y os aleja de Él; ¡el amor es Mi Hijo! Por eso, hijos míos, si deseáis caminar conmigo hacia la paz del amor de Dios, debéis aprender a perdonar y pedir perdón. ¡Os lo agradezco!

Queridos hijos, hoy os invito a una humilde, hijos míos, humilde devoción. Vuestros corazones deben ser rectos. Que vuestras cruces sean para vosotros, un medio en lucha contra el pecado de hoy. Que vuestra arma sea la paciencia y un amor sin límites, amor que sabe esperar y que os hará capaces de reconocer los signos de Dios, para que vuestra vida con amor humilde, muestre la verdad a todos aquellos que la buscan en las tiniebla de la mentira. Hijos míos, apóstoles míos, ayudadme a abrir los caminos que conducen a Mi Hijo. Una vez más os invito a la oración por vuestros pastores. Con ellos triunfaré. ¡Os lo agradezco!

¡Queridos hijos! Mi oración hoy es para todos ustedes que buscan la gracia de la conversión. Llaman a la puerta de mi Corazón, pero sin esperanza ni oración, en el pecado, y sin el sacramento de la Reconciliación con Dios. Abandonen el pecado y decídanse, hijitos, por la santidad. Solamente así puedo ayudarlos y escuchar vuestras oraciones e interceder ante el Altísimo. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!

Queridos hijos, el Padre no os ha dejado a merced vuestra. Su amor es inmenso, amor que me conduce a vosotros para ayudaros a conocerlo, para que todos, por medio de mi Hijo, podáis llamarlo con todo el corazón, “Padre” y para que podáis ser un pueblo en la familia de Dios. Pero, hijos míos, no olvidéis que no estáis en este mundo sólo por vosotros mismos, y que yo no os llamo aquí sólo por vosotros. Aquellos que siguen a mi Hijo, piensan en el hermano en Cristo como en ellos mismos y no conocen el egoísmo. Por eso, yo deseo que vosotros seáis la luz de mi Hijo, que iluminéis el camino a todos aquellos que no han conocido al Padre ―a todos aquellos que deambulan en la tiniebla del pecado, de la desesperación, del dolor y de la soledad―, y que con vuestra vida les mostréis a ellos el amor de Dios. ¡Yo estoy con vosotros! Si abrís vuestros corazones os guiaré. Os invito de nuevo: ¡orad por vuestros pastores! ¡Os lo agradezco!

Queridos hijos, como Madre estoy con vosotros para ayudaros con mi amor, oración y ejemplo a convertiros en semilla de lo que sucederá, una semilla que se desarrollará en un árbol fuerte que extenderá sus ramas en el mundo entero. Para convertiros en semilla de lo que sucederá, semilla de amor, orad al Padre que os perdone las omisiones cometidas hasta el momento. Hijos míos, sólo un corazón puro, no agobiado por el pecado, puede abrirse y sólo unos ojos sinceros pueden ver el camino a través del cual os deseo conducir. Cuando comprendáis esto, comprenderéis el amor de Dios y eso os será dado. Entonces, vosotros lo daréis a los demás como semilla de amor. ¡Os agradezco!

Queridos hijos, de nuevo les pido maternalmente, que se detengan por un momento y reflexionen sobre ustedes mismos y la transitoriedad de su vida terrenal. Por lo tanto, reflexionen sobre la eternidad y la bienaventuranza eterna. Ustedes, ¿qué desean, por cual camino quieren andar? El amor del Padre me envía a ser mediadora para ustedes, para que con amor materno les muestre el camino que conduce a la pureza del alma, del alma no apesadumbrada por el pecado, del alma que conocerá la eternidad. Pido que la luz del amor de mi Hijo los ilumine, que venzan las debilidades y salgan de la miseria. Ustedes son mis hijos y yo los quiero a todos por el camino de la salvación. Por lo tanto, hijos míos, reúnase en torno a mí, para que les ayude a conocer el amor de mi Hijo y, de esta manera, abrirles la puerta de la bienaventuranza eterna. Oren como yo por sus pastores. Nuevamente les advierto: no los juzguen, porque mi Hijo los ha elegido. ¡Les agradezco!

¡Queridos hijos! Hoy los invito a orar por mis intenciones. Renueven el ayuno y la oración, porque satanás es astuto y atrae muchos corazones al pecado y a la perdición. Yo los invito, hijitos, a la santidad y a vivir en la gracia. Adoren a mi Hijo para que El los colme con Su paz y Su amor que ustedes anhelan. Gracias por haber respondido a mi llamado.

¡Queridos hijos! En este tiempo de gracia, los invito a todos ustedes a renovar la oración. Abranse a la Santa Confesión, para que cada uno de ustedes pueda aceptar mi llamada con todo el corazón. Yo estoy con ustedes y los protejo de la perdición del pecado, y ustedes deben abrirse al camino de la conversión y de la santidad, para que vuestro corazón arda de amor por Dios. ConcédanLe tiempo, y El se donará a ustedes, y así, en la voluntad de Dios, podrán descubrir el amor y la alegría de vivir. Gracias por haber respondido a mi llamado.

En la última aparición diaria del 12 de setiembre de 1998, la Virgen le dijo a Jakov Colo que tendría una aparición cada año, el 25 de Diciembre. Así ha ocurrido también este año. La Virgen vino con el Niño Jesús en brazos. La aparición comenzó a las 14:15, y duró 10 minutos, luego dio el siguiente mensaje:
Queridos hijos, entréguenme su vida y abandónense completamente a mí para que pueda ayudarlos a comprender mi amor materno y el amor de mi Hijo hacia ustedes. Hijos míos, yo los amo inmensamente y en particular hoy, en el día de la Natividad de mi Hijo, deseo recibir a cada uno de ustedes en mi Corazón y entregar sus vidas a mi Hijo. Hijos míos, Jesús los ama y les concede la gracia de vivir en Su misericordia, pero muchos de sus corazones han sido aprisionados por el pecado y viven en las tinieblas. Por tanto, hijos míos, no esperen más, digan no al pecado y entreguen sus corazones a mi Hijo, porque solamente así podrán vivir la misericordia de Dios y, con Jesús en sus corazones, emprender el camino de la salvación.

¡Queridos hijos! También hoy los invito a la oración. El pecado los atrae hacia las cosas terrenales, yo, por el contrario, he venido a guiarlos hacia la santidad y hacia las cosas de Dios; sin embargo, ustedes se resisten y desperdician sus energías en la lucha entre el bien y el mal que están dentro de ustedes. Por eso hijitos, oren, oren, oren hasta que la oración se convierta para ustedes en alegría, así su vida se convertirá en un simple camino hacia Dios. Gracias por haber respondido a mi llamado.

Queridos hijos, de nuevo os invito maternalmente: no endurezcáis el corazón. No cerréis los ojos ante las advertencias que por amor el Padre Celestial os envía. ¿Lo amáis sobre todas las cosas? ¿Os arrepentís de que a menudo olvidáis que el Padre Celestial, por su gran amor, ha enviado a su Hijo para redimiros con la cruz? ¿Os arrepentís de que todavía no aceptáis el mensaje? Hijos míos, no opongáis resistencia al amor de mi Hijo. No opongáis resistencia a la esperanza y a la paz. Con vuestra oración y vuestro ayuno, mi Hijo con su cruz disipará las tinieblas que quieren envolveros y someteros. Él os dará fuerza para una vida nueva. Al vivirla según mi Hijo, seréis bendición y esperanza para todos los pecadores que deambulan en las tinieblas del pecado. Hijos míos, ¡velad! Yo, como Madre, velo con vosotros. Especialmente oro y velo por aquellos que mi Hijo ha llamado a ser para vosotros portadores de luz y portadores de esperanza: por vuestros pastores. ¡Os doy las gracias!

¡Queridos hijos! Los amo a todos con alegría en el corazón, y los invito a acercarse a mi Corazón Inmaculado, para que Yo pueda acercarlos aún más a mi Hijo Jesús y para que Él pueda darles su paz y su amor, que son alimento para cada uno de ustedes. Abranse hijitos a la oración, ábranse a mi amor. Yo soy vuestra Madre y no puedo dejarlos solos en el deambular y el pecado. Hijitos, ustedes son llamados a ser mis hijos, mis hijos amados, para poder presentarlos a todos a mi Hijo. Gracias por haber respondido a mi llamado.

¡Queridos hijos! Con alegría en el corazón, a todos los invito a vivir su fe y a testimoniarla con el corazón y el ejemplo en todas sus manifestaciones. Hijitos, decídanse por estar lejos del pecado y de las tentaciones, y que en vuestros corazones estén la alegría y el amor por la santidad. Yo, hijitos, los amo y los acompaño con mi intercesión ante el Altísimo. Gracias por haber respondido a mi llamado.

Queridos hijos! Los invito de nuevo: comiencen la lucha contra el pecado como en los primeros días, vayan a la confesión y decídanse por la santidad. El amor de Dios fluirá al mundo a través de ustedes, la paz reinará en vuestros corazones y la bendición de Dios los llenará. Yo estoy con ustedes y ante mi Hijo Jesús intercedo por todos ustedes. Gracias por haber respondido a mi llamado.

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