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Mensajes de Medjugorje conteniendo 'muerte'

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¡Queridos hijos! Hoy, de una manera especial, los invito a todos ustedes a la oración y a la renunciación. Porque ahora, como nunca antes, Satanás quiere mostrar al mundo su rostro ignominioso con el cual quiere seducir a la mayor cantidad posible de personas y llevarlas por el camino de la muerte y el pecado. Por tanto, queridos hijos, ayuden a mi Corazón Inmaculado a triunfar en este mundo tan pecador. Yo les imploro a todos ustedes que ofrezcan oraciones y sacrificios por mis intenciones, para que Yo pueda presentárselos a Dios por lo que sea más necesario. Olviden sus deseos, queridos hijos, y oren por lo que Dios desea, no por lo que ustedes desean. Gracias por haber respondido a mi llamado!

¡Queridos hijos! Los invito a decidirse de nuevo a amar a Dios sobre todas las cosas. En este tiempo en el que, a causa del espíritu de consumismo, se olvida lo que significa amar y apreciar los verdaderos valores. Yo los invito de nuevo, hijitos, a poner a Dios en primer lugar en su vida. Que Satanás no los atraiga con las cosas materiales, hijitos, sino decídanse por Dios que es libertad y amor. Escojan la vida y no la muerte del alma. Hijitos, en este tiempo en que meditan la pasión y la muerte de Jesús, los invito a decidirse por la vida que volvió a florecer por medio de la Resurrección y que su vida se renueve hoy a través de la conversión que los conducirá a la vida eterna. Gracias por haber respondido a mi llamado!

¡Queridos hijos, hoy los invito de manera especial a tomar la cruz en sus manos y a contemplar las llagas de Jesús. Pidan a Jesús que sane las heridas que ustedes, hijitos, han recibido en el transcurso de su vida a causa de sus pecados o de los pecados de sus padres. Sólo así comprenderán, hijitos, que el mundo necesita la curación de la fe en Dios Creador. Mediante la pasión y muerte de Jesús en la cruz, comprenderán que, sólo con la oración, podrán también ustedes llegar a ser verdaderos apóstoles de la fe, al vivir en sencillez y oración la fe que es un don. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!

¡Queridos hijos! También hoy estoy con vosotros, y nuevamente los llamo a todos para que se acerquen a mí con sus oraciones. Los invito de manera especial a la renuncia en este tiempo de gracia. Hijitos, mediten y vivan a través de vuestros pequeños sacrificios la Pasión y Muerte de Jesús por vosotros. Unicamente, si se acercan a Jesús, comprenderán el amor inconmensurable que El tiene por cada uno de vosotros. A través de la oración y la renuncia llegarán a estar más abiertos al don de la fe y del amor hacia la Iglesia y hacia las personas que los rodean. Yo los amo y los bendigo.Gracias por haber respondido a mi llamado!

Comentario del mensaje


La aparición comenzó a las 8:55 h y duró hasta las 9:02 h. La Virgen dio el mensaje siguiente:
¡Queridos hijos: Particularmente en este santo tiempo de penitencia y oración los invito a una elección. Dios les ha dado libre arbitrio para elegir la vida o la muerte. Escuchen mis mensajes con el corazón para discernir lo que deben hacer y cómo encontrar el camino hacia la vida. Hijitos míos, sin Dios no pueden hacer nada, no olviden esto ni siquiera un instante. Pues, qué son y qué serán en la tierra, cuando de todas formas irán a parar bajo tierra. No encolericen a Dios, en cambio, síganme hacia la vida. ¡Gracias por estar aquí!

¡Queridos hijos! También hoy los invito a tener más confianza en mí y en mi Hijo. El ha vencido con su muerte y resurrección y los llama, para que a través de mí, ustedes sean parte de su alegría. Hijitos, ustedes no ven a Dios, pero si oran sentirán su cercanía. Yo estoy con vosotros e intercedo ante Dios por cada uno de ustedes. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!

Comentario del mensaje


Queridos hijos, con amor y perseverancia maternales les traigo la luz de la vida para que destruya en ustedes las tinieblas de la muerte. No me rechacen, hijos míos. Deténganse y mírense a ustedes mismos y vean cuán pecadores son. Reconozcan sus pecados y recen por el perdón. Hijos míos, ustedes no quieren aceptar que son débiles y pequeños, pero pueden ser fuertes y grandes haciendo la voluntad de Dios. Denme sus corazones purificados para que pueda iluminarlos con la luz de la vida: mi Hijo. Gracias.

¡Queridos hijos! Los miro y veo en su corazón muerte sin esperanza, inquietud y hambre. No hay oración ni confianza en Dios, por eso el Altísimo me permite traerles esperanza y alegría. Abranse. Abran sus corazones a la misericordia de Dios y El les dará todo lo que necesitan y llenará sus corazones con la paz, porque El es la paz y su esperanza. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!

Queridos hijos, con amor materno yo os pido: entregadme vuestras manos, permitid que yo os guie. Yo, como Madre, deseo salvaros de la inquietud, de la desesperación y del exilio eterno. Mi Hijo, con su muerte en la cruz, ha demostrado cuanto os ama, se ha sacrificado a sí mismo por vosotros y por vuestros pecados. No rechacéis su sacrificio y no renovéis sus sufrimientos con vuestros pecados. No os cerréis a vosotros mismos la puerta del Paraíso. Hijos míos, no perdáis tiempo. Nada es más importante que la unidad en mi Hijo. Yo os ayudaré, porque el Padre Celestial me envía, para que juntos podamos mostrar el camino de la gracia y de la salvación a cuantos no Lo conocen. No seáis duros de corazón. Confiad en mí y adorad a mi Hijo. Hijos míos, no podéis estar sin pastores, que cada día estén en vuestras oraciones. ¡Os doy las gracias!

¡Queridos hijos! En este tiempo de gracia, los invito a tomar en sus manos la cruz de mi amado Hijo Jesús y a meditar acerca de Su Pasión y Muerte. Que vuestros sufrimientos estén unidos a Su sufrimiento y así vencerá el amor, porque El, que es el amor, por amor se dio a sí mismo para salvar a cada uno de ustedes. Oren, oren, oren hasta que el amor y la paz reinen en sus corazones. Gracias por haber respondido a mi llamado.

La vidente Mirjana Dragicevic - Soldo tuvo apariciones diarias desde el 24 de junio de 1981 hasta el 25 de diciembre de 1982. El último día de la aparición, después de confiarle el décimo secreto, la Virgen le dijo que durante toda su vida tendría una aparición una vez al año - el 18 de marzo. Así ha sucedido durante todos estos años y también este año. Varios miles de peregrinos se reunieron para orar el Rosario. La aparición comenzó a las 13:46 y duró hasta las 13:51.
¡Queridos hijos! Como Madre deseo ayudarlos, deseo ayudarlos con mi amor materno para que abran su corazón y en él, pongan a mi Hijo en el primer lugar. Deseo que, a través de vuestro amor a mi Hijo y por medio de vuestra oración, resplandezca en ustedes la luz de Dios y los llene la misericordia de Dios. Deseo, de esta manera, ahuyentar las tinieblas y la sombra de muerte que desea envolverlos y seducirlos; deseo que sientan la alegría de la bendición de la promesa de Dios. Ustedes, hijos de los hombres, ustedes son hijos de Dios, ustedes son mis hijos. Por eso, hijos míos, vayan por los caminos donde mi amor los conduce: les enseña la humildad, la sabiduría y les hace encontrar el camino hacia el Padre Celestial. Oren conmigo por aquellos que no me aceptan y no me siguen. Debido a la dureza de su corazón, no pueden sentir la alegría de la humildad, de la devoción, de la paz y del amor, de la alegría de mi Hijo. Oren para que sus pastores, con sus manos benditas, les den siempre la alegría de la bendición de Dios. Les agradezco.

Queridos hijos, Yo, como Madre que ama a sus hijos, veo qué difícil es el tiempo en el que vivís. Veo vuestro sufrimiento. Pero debéis saber que no estáis solos. Mi Hijo está con vosotros. Está en todas partes: es invisible, pero lo podéis ver si lo vivís. Él es la luz que os ilumina el alma y os concede la paz. Él es la Iglesia que debéis amar y por la que siempre debéis orar y luchar; pero no solo con las palabras sino con las obras de amor. Hijos míos, haced que todos conozcan a mi Hijo, haced que sea amado, porque la verdad está en mi Hijo nacido de Dios, Hijo de Dios. No perdáis el tiempo en reflexionar demasiado, os alejaréis de la verdad. Con un corazón simple aceptad Su Palabra y vividla. Si vivís Su Palabra, amaréis con un amor misericordioso. Os amaréis los unos a los otros. Cuanto más améis, más lejos estaréis de la muerte. Para aquellos que vivan la Palabra de mi Hijo y la amen, la muerte será la vida. ¡Os doy las gracias! Orad para que podáis ver a mi Hijo en sus pastores, orad para que lo podáis abrazar en ellos.

Queridos hijos, aquí estoy entre vosotros para alentaros, para llenaros con mi amor y para invitaros nuevamente a ser testigos del amor de mi Hijo. Muchos de mis hijos no tienen esperanza, no tienen paz, no tienen amor. Ellos están buscando a mi Hijo, pero no saben cómo ni dónde encontrarlo. Mi Hijo les abre a ellos sus brazos, y vosotros ayudadlos a que lleguen a Su abrazo. Hijos míos, por eso debéis orar por el amor. Debéis orar mucho, mucho para que tengáis siempre más amor, porque el amor vence la muerte y hace que la vida perdure. Apóstoles de mi amor, hijos míos, con un corazón simple y sincero uníos siempre en oración por más lejos que estéis unos de otros. Animaos mutuamente en el crecimiento espiritual, como yo os animo a vosotros. Yo velo por vosotros y estoy junto a vosotros siempre que pensáis en mí. Orad también por vuestros pastores, por aquellos que han renunciado a todo por mi Hijo y por vosotros. Amadlos y orad por ellos. El Padre Celestial escucha vuestras oraciones. Os doy las gracias.

Queridos hijos! En este tiempo de gracia los invito a todos a la conversión. Hijitos, ustedes aman poco y oran aún menos. Están perdidos y no saben cuál es su propósito. Tomen la cruz, miren a Jesús y síganlo. Él se entrega a ustedes hasta la muerte en la cruz, porque Él los ama. Hijitos, los invito a regresar a la oración con el corazón, para que en la oración puedan encontrar la esperanza y el sentido de su existencia. Yo estoy con ustedes y oro por ustedes. Gracias por haber respondido a mi llamado.

Queridos hijos, he venido a vosotros, en medio de vosotros, para que me deis vuestras preocupaciones, para que las presente a mi Hijo e interceda ante Él por vosotros y vuestro bien. Sé que cada uno de vosotros tiene sus preocupaciones, sus pruebas; por eso os invito maternalmente: venid a la Mesa de mi Hijo. Él, por vosotros, parte el pan, se da a vosotros, os da la esperanza. A vosotros os pide más fe, más esperanza y más vitalidad. Pide vuestra lucha interior contra el egoísmo, contra el juicio y las debilidades humanas. Por eso yo, como Madre, os digo: orad, porque la oración os da la fuerza para la lucha interior. Mi Hijo, de pequeño, me decía a menudo que muchos me habrían amado y llamado Madre. Yo, aquí en medio de vosotros, siento amor y os doy las gracias. Por medio de este amor, ruego a mi Hijo para que ninguno de vosotros, hijos míos, vuelva a casa igual que antes, para que llevéis siempre más esperanza, misericordia y amor; para que seáis apóstoles del amor, aquellos que con su vida testimoniarán que el Padre Celestial es fuente de vida y no de muerte. Queridos hijos, nuevamente y maternalmente os pido: orad por los elegidos de mi Hijo, por sus manos bendecidas, por vuestros pastores, para que puedan predicar a mi Hijo siempre con más amor, y así obrar conversiones. ¡Os doy las gracias!

Queridos hijos, mi Hijo, que es la luz del amor, todo lo que ha hecho y hace, lo hace por amor. Así también vosotros, hijos míos, cuando vivís en el amor y amáis a vuestro prójimo, hacéis la voluntad de mi Hijo. Apóstoles de mi amor, haceros pequeños. Abrid vuestros corazones puros a mi Hijo para que Él pueda actuar por medio vuestro. Con la ayuda de la fe, llenaos de amor, pero, hijos míos, no olvidéis que la Eucaristía es el corazón de la fe: es mi Hijo que os nutre con su Cuerpo y os fortalece con su Sangre. Este es el milagro del amor: mi Hijo, quien siempre y nuevamente viene vivo para dar vida a las almas. Hijos míos, al vivir en el amor hacéis la voluntad de mi Hijo y Él vive en vosotros. Hijos míos, mi deseo materno es que lo améis cada vez más, porque Él os llama con su amor, os da amor para que lo difundáis a todos alrededor vuestro. Como Madre, por medio de Su amor, estoy con vosotros para deciros palabras de amor y de esperanza, para deciros palabras eternas y victoriosas sobre el tiempo y sobre la muerte, para invitaros a ser mis apóstoles del amor. ¡Os doy las gracias!

Queridos hijos! Este es un tiempo de gracia. Así como la naturaleza se renueva para una vida nueva, también ustedes están llamados a la conversión. Decídanse por Dios. Hijitos, ustedes están vacíos y no tienen alegría, porque no tienen a Dios. Por eso oren hasta que la oración se convierta en vida para ustedes. Busquen en la naturaleza a Dios que los creó, porque la naturaleza habla y lucha por la vida, y no por la muerte. Las guerras reinan en los corazones y en los pueblos, porque ustedes no tienen paz y no ven, hijitos, al hermano en su prójimo. Por eso regresen a Dios y a la oración. Gracias por haber respondido a mi llamado.

Queridos hijos! Este es un tiempo de gracia, un tiempo de misericordia para cada uno de ustedes. Hijitos, no permitan que el viento del odio y del desasosiego reine en ustedes y a su alrededor. Ustedes, hijitos, son llamados a ser amor y oración. El diablo desea el desasosiego y el desorden, pero ustedes, hijitos, sean el gozo de Jesús Resucitado que murió y resucitó por cada uno de ustedes. Él ha vencido la muerte para darles la vida, la vida eterna. Por eso, hijitos, testimonien y siéntanse orgullosos de haber resucitado en Él. Gracias por haber respondido a mi llamado.

Queridos hijos, solo un corazón puro y abierto hará que realmente conozcáis a mi Hijo, y que todos los que no conocen su amor lo conozcan a través vuestro. Solo el amor os hará comprender que él es más fuerte que la muerte, porque el amor verdadero ha vencido a la muerte y ha hecho que la muerte no exista.

Hijos míos, el perdón es la forma más sublime del amor. Vosotros, apóstoles de mi amor, debéis orar para que podáis ser más fuertes en el espíritu y podáis comprender y perdonar. Vosotros, apóstoles de mi amor, con la comprensión y con el perdón, dais ejemplo de amor y de misericordia. Poder comprender y perdonar es un don, por el que hay que orar, y que hay que cultivar. Al perdonar, demostráis que sabéis amar.

Mirad, hijos míos, cómo el Padre Celestial os ama con gran amor, con comprensión, perdón y justicia; mirad cómo me da a vosotros, Madre de vuestros corazones. Heme aquí, en medio vuestro, para bendeciros con la bendición maternal, para invitaros a la oración y al ayuno, para deciros que creáis, que tengáis esperanza, que perdonéis, que oréis por vuestros pastores y, sobre todo, que améis incondicionalmente. Hijos míos, seguidme. Mi camino es el camino de la paz y del amor, el camino de mi Hijo. Es el camino que conduce al triunfo de mi Corazón. Os doy las gracias.

Queridos hijos! Les traigo a mi Hijo Jesús para que los bendiga y les revele su amor que proviene del Cielo. El corazón de ustedes anhela una paz que está cada vez menos presente en la Tierra. Es por eso que las personas están lejos de Dios y las almas están enfermas y avanzan hacia la muerte espiritual. Estoy con ustedes, hijitos, para guiarlos en el camino de salvación al que Dios los llama. Gracias por haber respondido a mi llamado.

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