Lengua 

Actualizaciónes  | Medjugorje  | Mensajes  | Artículos y Noticias  | Videos[EN]  | Galería[EN] | Mapa del Sitio  | Sobre[EN]

www.medjugorje.ws » Text version » Mensajes de Medjugorje » Mensajes de Medjugorje conteniendo 'mucho'

Mensajes de Medjugorje conteniendo 'mucho'

Total found: 21
¡Queridos hijos! Hoy quiero decirles que deben orar antes de iniciar cada trabajo y terminarlo con oración. Si lo hacen así, Dios los bendecirá a ustedes y su trabajo. En estos días ustedes han estado orando poco y trabajando mucho. Por tanto, oren. En la oración encontrarán descanso. Gracias por haber respondido a mi llamado!

¡Queridos hijos! Hoy, de nuevo deseo invitarlos a la oración. Cuando ustedes oran, son mucho más bellos: como las flores que, después de la nieve, muestran toda su belleza y cuyos colores se vuelven indescriptibles. Así también ustedes, queridos hijos, después de la oración, muestren a Dios su belleza para ser amados por El. Por tanto, queridos hijos, oren y abran sus corazones al Seor para que El haga de ustedes una flor armoniosa y bella para el Paraíso. Gracias por haber respondido a mi llamado!

¡Queridos hijos! Hoy los invito a todos ustedes que han escuchado mi mensaje de paz a realizarlo con seriedad y con amor en sus vidas. Hay muchos que piensan, que están haciendo mucho al hablar de los mensajes pero que no los viven. Queridos hijos, Yo los invito a la vida y a cambiar todo lo negativo que hay en ustedes, de tal manera que se transforme en positivo y en vida. Queridos hijos, Yo estoy con ustedes y deseo ayudarlos a todos ustedes en sus vidas para que al vivirlas, ustedes den testimonio de la Buena Nueva. Yo estoy aquí, queridos hijos, para ayudarlos y para conducirlos al Cielo y en el Cielo está el gozo, con el cual, ya desde ahora, ustedes pueden vivir el Cielo. Gracias por haber respondido a mi llamado!

¡Queridos hijos! Hoy los invito a orar por la paz! En este tiempo, la paz es amenazada de manera especial y Yo pido de ustedes, que renueven el ayuno y la oración en sus familias. Queridos hijos, Yo deseo que comprendan la seriedad de la situación y que comprendan que mucho de lo que va a suceder depende de su oración. Pero ustedes oran poco! Queridos hijos, Yo estoy con ustedes y los llamo a que comiencen a orar y ayunar como en los primeros días de mi venida. Gracias por haber respondido a mi llamado!

¡Queridos hijos! Hoy los invito a decidirse por Dios cada día. Hijitos, ustedes hablan mucho de Dios y dan poco testimonio con su vida. Por eso, hijitos, decídanse por la conversión, a fin de que su vida sea verdadera delante de Dios, a fin de que, en la autenticidad de sus vidas, den testimonio de la belleza que Dios les ha dado. Hijitos, los invito a decidirse de nuevo por la oración, porque en la oración podrán vivir la conversión. Cada uno de ustedes será, en la simplicidad, semejante a un niño que está abierto al amor del Padre. Gracias por haber respondido a mi llamado!

¡Queridos hijos! Hoy los invito para que lleguen a ser mis testigos viviendo la fe de sus padres. Hijitos, ustedes buscan señales y mensajes, pero no ven que Dios los invita, en cada salida matutina del sol, a que se conviertan y regresen al camino de la verdad y de la salvación. Hablan mucho, hijitos, pero trabajan poco en su conversión. Por tanto, conviértanse y empiecen a vivir mis mensajes, no con las palabras sino con la vida. Así, hijitos, podrán tener fuerza para decidirse por una verdadera conversión del corazón. Gracias por haber respondido a mi llamado!

Comentario del mensaje


¡Queridos hijos! En este tiempo de gracia los invito a la oración. Hijitos, trabajan mucho pero sin la bendición de Dios. Bendigan y busquen la sabiduría del Espíritu Santo para que los guíe en este tiempo, a fin de que comprendan y vivan en la gracia de este tiempo. Conviértanse, hijitos, y arrodíllense en el silencio de vuestro corazón. Pongan a Dios en el centro de vuestro ser, para que puedan en alegría testimoniar las bellezas que Dios les da continuamente en vuestra vida. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!

Comentario del mensaje


Queridos hijos: Durante mucho tiempo os he estado ofreciendo mi corazón maternal y a mi Hijo. Vosotros me estáis rechazando. Estáis dejando que el pecado os inunde más y más. Estáis permitendo que os domine y que os quite el poder del discernimiento. Mis pobres hijos, mirad a vuestro alrededor y observad los signos de los tiempos. ¿Creéis que podéis caminar sin la bendición de Dios? No permitáis que la oscuridad os atrape. Desde el fondo de vuestro corazón clamad a mi Hijo. Su nombre hace desparecer incluso la más intensa oscuridad. Yo estaré con vosotros, basta con que me digais: “Aquí estamos Madre, guíanos”. Gracias.

¡Queridos hijos!, desde hace mucho tiempo estoy con vosotros y así, desde hace mucho tiempo, os estoy mostrando la presencia de Dios y de su infinito amor, el cual deseo que todos vosotros conozcáis. ¿Y vosotros hijos míos? Vosotros estáis todavía sordos y ciegos; mientras miráis el mundo que os rodea, no queréis ver hacia dónde se dirige sin Mi Hijo. Estáis renunciando a Él, y Él es la fuente de todas las gracias. Me escucháis mientras hablo, pero vuestros corazones están cerrados y no me prestáis atención. No estáis orando al Espíritu Santo para que os ilumine. Hijos míos, la soberbia se está imponiendo. Yo os muestro la humildad. Hijos míos, recordad: sólo un alma humilde resplandece de pureza y belleza, porque ha conocido el amor de Dios. Sólo un alma humilde se convierte en un paraíso porque en ella está Mi Hijo. ¡Os agradezco! De nuevo os pido: orad por aquellos que Mi Hijo ha escogido, es decir, sus pastores.

¡Queridos hijos! En este tiempo de manera especial los invito: oren con el corazón. Hijitos, ustedes hablan mucho pero oran poco. Lean, mediten la Sagrada Escritura y que las palabras allí escritas sean vida para ustedes. Yo los exhorto y los amo, para que en Dios puedan encontrar vuestra paz y la alegría de vivir. Gracias por haber respondido a mi llamado.

Queridos hijos, con mucho amor y paciencia procuro hacer que sus corazones sean como mi Corazón. Con mi ejemplo, procuro enseñarles la humildad, la sabiduría y el amor, porque los necesito; no puedo sin ustedes, hijos míos. Por la voluntad de Dios los elijo y por su fuerza los fortalezco. Por lo tanto, hijos míos, no tengan miedo de abrirme sus corazones, Yo los entregaré a mi Hijo y Él, a cambio, les concederá la paz divina que ustedes llevarán a todos los que encuentren; testimoniarán el amor de Dios con la vida y darán a mi Hijo por medio de ustedes. Por medio de la reconciliación, el ayuno y la oración, Yo los guiaré. Inmenso es mi amor, ¡no teman! Hijos míos, oren por los pastores. Que su boca permanezca cerrada frente a toda condena, porque no olviden: mi Hijo los ha elegido, y solamente Él tiene el derecho de juzgar. ¡Les agradezco!

Queridos hijos, estoy aquí entre vosotros como una Madre que desea ayudaros a conocer la verdad. Mientras vivía en la Tierra vuestra vida, yo tenía el conocimiento de la verdad y con eso, un pedacito del Paraíso en la Tierra. Por eso a vosotros, mis hijos, os deseo lo mismo. El Padre Celestial desea corazones puros, colmados del conocimiento de la verdad. Él desea que améis a todos aquellos que encontráis, porque yo también amo a mi Hijo en todos vosotros. Este es el inicio del conocimiento de la verdad. A vosotros os ofrecen muchas verdades falsas. Las podréis superar con un corazón purificado por medio del ayuno, la oración, la penitencia y el Evangelio. Esa es la única verdad y es la verdad que mi Hijo os ha dejado. No debéis analizarla mucho. Se pide de vosotros, como yo también lo hacía, que améis y deis. Hijos míos, si amáis, vuestro corazón será una morada para mi Hijo y para mí, y las palabras de mi Hijo, serán guía para vuestra vida. Hijos míos, me serviré de vosotros, apóstoles del amor, para ayudar a mis hijos a conocer la verdad. Hijos míos, yo siempre he orado por la Iglesia de mi Hijo, por eso, a vosotross os pido que hagáis lo mismo. Orad para que vuestros pastores resplandezcan con el amor de mi Hijo. ¡Os doy las gracias!

Queridos hijos, os invito a difundir la fe en mi Hijo, vuestra fe. Vosotros, mis hijos, iluminados por el Espíritu Santo, mis apóstoles, transmitidla a los demás, a aquellos que no creen, no saben y no quieren saber. Por eso vosotros debéis orar mucho por el don del amor, porque el amor es un rasgo distintivo de la verdadera fe, y vosotros seréis apóstoles de mi amor. El amor revive siempre y de nuevo, el dolor y el gozo de la Eucaristía, revive el dolor de la Pasión de mi Hijo, con la cual Él os ha mostrado lo que significa amar inmensamente; revive el gozo de haberos dejado Su Cuerpo y Su Sangre para nutriros de sí mismo y ser así uno con vosotros. Al miraros con ternura siento un amor inmenso, que refuerza en mí el deseo de conduciros a una fe firme. Una fe firme os dará en la Tierra gozo y alegría y al final, el encuentro con mi Hijo. Ese es Su deseo. Por eso vividlo a Él, vivid el amor, vivid la luz que os ilumina siempre en la Eucaristía. Os pido que oréis mucho por vuestros pastores, que oréis para que tengáis el mayor amor posible hacia ellos, porque mi Hijo os los ha dado para que os nutran a vosotros con Su Cuerpo y os enseñen el amor. Por eso amadlos también vosotros. Sin embargo, hijos míos recordad: el amor significa soportar y dar, y jamás, jamás juzgar. ¡Os doy las gracias!

Queridos hijos, aquí estoy entre vosotros para alentaros, para llenaros con mi amor y para invitaros nuevamente a ser testigos del amor de mi Hijo. Muchos de mis hijos no tienen esperanza, no tienen paz, no tienen amor. Ellos están buscando a mi Hijo, pero no saben cómo ni dónde encontrarlo. Mi Hijo les abre a ellos sus brazos, y vosotros ayudadlos a que lleguen a Su abrazo. Hijos míos, por eso debéis orar por el amor. Debéis orar mucho, mucho para que tengáis siempre más amor, porque el amor vence la muerte y hace que la vida perdure. Apóstoles de mi amor, hijos míos, con un corazón simple y sincero uníos siempre en oración por más lejos que estéis unos de otros. Animaos mutuamente en el crecimiento espiritual, como yo os animo a vosotros. Yo velo por vosotros y estoy junto a vosotros siempre que pensáis en mí. Orad también por vuestros pastores, por aquellos que han renunciado a todo por mi Hijo y por vosotros. Amadlos y orad por ellos. El Padre Celestial escucha vuestras oraciones. Os doy las gracias.

Queridos hijos, yo estoy siempre con vosotros, porque mi Hijo os ha confiado a mí. Y vosotros hijos míos, vosotros me necesitáis, me buscáis, venís a mí y alegráis mi Corazón materno. Yo tengo y siempre tendré amor para vosotros, para vosotros que sufrís y que ofrecéis vuestros dolores y sufrimientos a Mi Hijo y a mí. Mi amor busca el amor de todos mis hijos y mis hijos buscan mi amor. Por medio del amor, Jesús busca la comunión entre el Cielo y la Tierra, entre el Padre celestial y vosotros, mis hijos, su Iglesia. Por eso necesitamos orar mucho, orar y amar la Iglesia a la cual pertenecéis. Ahora la Iglesia está sufriendo y necesita apóstoles que, al amar la comunión, al testimoniar y dar, muestren los caminos de Dios. Necesita apóstoles que, viviendo la Eucaristía con el corazón, realicen grandes obras; necesita de vosotros, mis apóstoles del amor. Hijos míos, la Iglesia ha sido perseguida y traicionada desde sus inicios, pero ha crecido día a día. Es indestructible, porque mi Hijo le ha dado un corazón: la Eucaristía. La luz de Su Resurrección ha brillado y brillará sobre ella. ¡Por eso no temáis! Orad por vuestros pastores para que tengan la fuerza y el amor de ser puentes de salvación. ¡Os doy las gracias!

En la última aparición diaria del 12 de setiembre de 1998, la Virgen le dijo a Jakov Colo que tendría una aparición cada año, el 25 de Diciembre. Así ha ocurrido también este año. La Virgen vino con el Niño Jesús en brazos. La aparición comenzó a las 14:08, y duró 10 minutos, luego dio el siguiente mensaje:
¡Queridos hijos! Todos estos años que Dios me permite estar con ustedes, son un signo del inmenso amor que Dios siente por cada uno y una señal de lo mucho que Dios los ama. Hijitos, ¡cuántas gracias el Altísimo les ha dado y cuántas gracias desea darles! Sin embargo, hijitos, sus corazones están cerrados y viven en el miedo y no permiten que el amor de Jesús y Su paz tomen posesión de sus corazones y gobiernen sus vidas. Vivir sin Dios es vivir en la oscuridad y nunca llegar a conocer el amor del Padre y Su cuidado por cada uno de ustedes. Por eso, hijitos, hoy de una manera especial oren a Jesús para que desde hoy vuestra vida experimente un nuevo nacimiento en Dios y llegue a ser una luz que irradie de ustedes. De esta manera se convertirán en testigos de la presencia de Dios en el mundo y en cada persona que vive en la oscuridad. Hijitos, yo los amo e intercedo por ustedes cada día ante el Altísimo. Gracias por haber respondido a mi llamado.

Queridos hijos, os he invitado y os invito nuevamente a conocer a mi Hijo, a conocer la Verdad. Yo estoy con vosotros y oro para que lo logréis. Hijos míos, vosotros debéis orar mucho para tener cada vez más amor y paciencia, para saber soportar el sacrificio y ser pobres en espíritu. Mi Hijo, por medio del Espíritu Santo, está siempre con vosotros. Su Iglesia nace en cada corazón que lo conoce. Orad para que podáis conocer a mi Hijo, orad para que vuestra alma sea toda una con Él. ¡Esto es la oración, este es el amor que atrae a los demás y que a vosotros os hace mis apóstoles! Os miro con amor, con amor maternal. Os conozco, conozco vuestros dolores y aflicciones, porque yo también he sufrido en silencio. Mi fe me dio amor y esperanza. Repito: la Resurrección de mi Hijo y mi Asunción al Cielo son para vosotros esperanza y amor. Por lo tanto, hijos míos, orad para conocer la verdad, para tener una fe firme, que guíe vuestros corazones y sepa transformar vuestros sufrimientos y dolores en amor y esperanza. ¡Os doy las gracias!

Queridos hijos, por voluntad del Padre Celestial, como Madre de Aquel que os ama, estoy aquí con vosotros para ayudaros a conocerlo, a seguirlo. Mi Hijo os ha dejado las huellas de sus pies para que os sea más fácil seguirlo. No temáis, no estéis inseguros, yo estoy con vosotros. No os dejéis desanimar, porque es necesaria mucha oración y mucho sacrificio por aquellos que no oran, aquellos que no aman y no conocen a mi Hijo. Ayudadlo viendo en ellos a vuestros hermanos. Apóstoles de mi amor, prestad atención a mi voz en vosotros, sentid mi amor materno. Por eso, orad; orad actuando, orad dando, orad con amor, orad con las obras y con los pensamientos, en el Nombre de mi Hijo. Cuanto más amor deis tanto más recibiréis; el amor surgido del Amor ilumina el mundo; la redención es amor y el amor no tiene fin. Cuando mi Hijo venga de nuevo a la Tierra buscará el amor en vuestros corazones. Hijos míos, Él ha hecho por vosotros muchas obras de amor: yo os enseño a verlas, a comprenderlas y a darle gracias amándolo y perdonando siempre de nuevo al prójimo; porque amar a mi Hijo significa perdonar. A mi Hijo no se lo ama si no se sabe perdonar al prójimo, si no se intenta comprenderlo, si se lo juzga. Hijos míos, ¿de qué os sirve la oración si no amáis y no perdonáis? Os doy las gracias.

Queridos hijos, vosotros a quienes mi Hijo ama, vosotros a los que yo amo inmensamente con amor maternal, no permitáis que el egoísmo y el amor propio reinen en el mundo; no permitáis que el amor y la bondad estén ocultos. Vosotros que sois amados y que habéis conocido el amor de mi Hijo, recordad que ser amados significa amar. Hijos míos, tened fe. Cuando tenéis fe, sois felices y difundís la paz; vuestra alma exulta de alegría. En esa alma está mi Hijo. Cuando os dais por la fe, cuando os dais por amor, cuando hacéis el bien a vuestro prójimo, mi Hijo sonríe en vuestra alma. Apóstoles de mi amor, yo me dirijo a vosotros como Madre, os reúno en torno a mí y deseo conduciros por el camino del amor y de la fe, por el camino que conduce a la Luz del mundo. Por causa del amor y de la fe estoy aquí; porque deseo con mi bendición maternal daros esperanza y fuerza en vuestro camino. Porque el camino que conduce a mi Hijo no es fácil: está lleno de renuncias, de entrega, de sacrificio, de perdón y de mucho, mucho amor. Pero ese camino conduce a la paz y a la alegría. Hijos míos, no creáis en las falsas voces que os hablan de cosas falsas y de una falsa luz. Vosotros, hijos míos, volved a la Sagrada Escritura. Con inmenso amor os miro y por gracia de Dios me manifiesto a vosotros. Hijos míos, venid conmigo, que vuestra alma exulte de alegría. ¡Os doy las gracias!

Queridos hijos, por el gran amor del Padre Celestial, estoy con vosotros como vuestra Madre, y vosotros estáis conmigo como hijos míos, como apóstoles de mi amor que continuamente reúno en torno a mí. Hijos míos, vosotros sois aquellos que con la oración os debéis entregar completamente a mi Hijo, que no seáis más vosotros los que vivís sino mi Hijo en vosotros. De manera que todos aquellos que no conocen a mi Hijo, lo vean en vosotros y deseen conocerlo. Orad para que en vosotros vean una decidida humildad y bondad, disponibilidad para servir a los demás; que vean en vosotros que vivís con el corazón la llamada terrenal en comunión con mi Hijo; que vean en vosotros dulzura, ternura y amor hacia mi Hijo, como hacia sus hermanos y hermanas. Apóstoles de mi amor, debéis orar mucho y purificar vuestros corazones, de manera que seáis vosotros los primeros en caminar por la senda de mi Hijo; para que seáis aquellos justos que están unidos a la justicia de mi Hijo. Hijos míos, como mis apóstoles, debéis estar unidos en la comunión que proviene de mi Hijo, para que mis hijos, que no conocen a mi Hijo, reconozcan la comunión del amor, y deseen caminar por el camino de la vida, por la senda de la unión con mi Hijo. Os doy las gracias.

Para de comparación con distinto lingüístico versión escoja

 

PC version: Esta página | Medjugorje | Apariciones  | Mensanjes  | Artículos  | Galería[EN]  | Medjugorje Videos[EN]