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Mensajes de Medjugorje conteniendo 'causa'

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¡Queridos hijos! Esta tarde en particular, Yo deseo invitarlos a ser perseverantes en las pruebas. Consideren cuánto sufre mi Hijo todavía hoy a causa de sus pecados. Por eso, cuando tengan sufrimientos, ofrézcanlos en sacrificio a Dios. Gracias por haber respondido a mi llamado!

¡Queridos hijos! Ya les he dicho que Yo los he escogido de manera especial tal y como son. Yo soy la Madre que los ama a todos. En esos momentos en que las cosas se pongan difíciles, no tengan miedo. Porque Yo los amo también cuando están lejos de Mí y de mi Hijo. Les ruego que no permitan que mi Corazón llore lágrimas de sangre a causa de las almas que se pierden en el pecado. Por lo tanto, queridos hijos, oren, oren, oren!

¡Queridos hijos! No, ustedes no saben amar y no saben escuchar con amor las palabras que Yo les dirijo. Dénse cuenta, mis predilectos, que Yo soy su Madre y que he venido a la tierra para enseñarles a escuchar por amor, a orar por amor y no a causa de la cruz que llevan. A través de la cruz Dios es glorificado en cada hombre. Gracias por haber respondido a mi llamado!

¡Queridos hijos! También hoy deseo agradecerles todos sus sacrificios; especialmente deseo agradecer a aquellos que se han vuelto muy queridos de mi Corazón y que vienen aquí de buena gana. Hay muchos fieles de la parroquia que no escuchan mis mensajes; no obstante, a causa de aquellos que están particularmente cerca de mi Corazón, Yo continuaré dando los mensajes a la parroquia. Y los seguiré dando, porque Yo los amo y deseo que comuniquen mis mensajes de corazón. Gracias por haber respondido a mi llamado!

¡Queridos hijos! Hoy deseo invitarlos a todos a vivir en este nuevo ao todos los mensajes que Yo les doy. Queridos hijos, sepan que Yo me he quedado aquí tan largo tiempo por causa de ustedes, para poder guiar sus pasos por el camino de la santidad. Por tanto, queridos hijos, oren sin cesar y vivan todos los mensajes que Yo les doy, porque Yo lo estoy haciendo con gran amor hacia Dios y hacia ustedes. Gracias por haber respondido a mi llamado!

¡Queridos hijos! Alégrense Conmigo: mi Corazón se regocija a causa de Jesús, a Quien quiero regalarles en este día. Yo deseo que cada uno de ustedes abra su corazón a Jesús, Yo se los doy con amor. Deseo, queridos hijos, que Dios los transforme, los instruya y los proteja. Hoy oro por cada uno de ustedes de manera especial y los presento ante el Seor, para que El Se revele a ustedes. Los invito a la verdadera oración del corazón, a fin de que su oración sea un encuentro con el Seor. Concedan al Seor el primer lugar en sus vidas cotidianas. Hoy los invito con gran seriedad a obedecerme y a hacer todo lo que Yo les digo. Gracias por haber respondido a mi llamado!

¡Queridos hijos! Hoy, como nunca antes, los invito a que vivan mis mensajes y a que los hagan realidad en sus vidas. Yo he venido a ustedes para ayudarlos y por eso los llamo a cambiar sus vidas, porque ustedes han tomado un camino desdichado - el camino de la perdición. Cuando Yo les decía: 'Conviértanse! Ayunen! Oren! Ayunen!,' ustedes acogieron este mensaje superficialmente. Comenzaron a vivirlo, pero después se detuvieron porque era demasiado difícil para ustedes. No, queridos hijos! Sepan, queridos hijos, que cuando algo es bueno, ustedes deben perseverar en el bien y no pensar: 'Dios no me ve, El no me oye, El no me ayuda!' Y así, a causa de sus desdichados intereses, ustedes se han apartado de Dios y de Mí. Yo quería crear para ustedes un Oasis de Paz, de Amor y de Bondad. Dios quería que ustedes, con su amor y la ayuda de El, hicieran milagros y dieran el ejemplo. Por tanto, esto es lo que Yo les digo: Satanás está jugando con ustedes y con sus almas y Yo no puedo ayudarlos, porque ustedes están muy lejos de mi Corazón. Por eso, oren y vivan mis mensajes! Entonces verán los milagros del amor de Dios en sus vidas cotidianas. Gracias por haber respondido a mi llamado!

¡Queridos hijos! Los invito a decidirse de nuevo a amar a Dios sobre todas las cosas. En este tiempo en el que, a causa del espíritu de consumismo, se olvida lo que significa amar y apreciar los verdaderos valores. Yo los invito de nuevo, hijitos, a poner a Dios en primer lugar en su vida. Que Satanás no los atraiga con las cosas materiales, hijitos, sino decídanse por Dios que es libertad y amor. Escojan la vida y no la muerte del alma. Hijitos, en este tiempo en que meditan la pasión y la muerte de Jesús, los invito a decidirse por la vida que volvió a florecer por medio de la Resurrección y que su vida se renueve hoy a través de la conversión que los conducirá a la vida eterna. Gracias por haber respondido a mi llamado!

¡Queridos hijos, hoy los invito de manera especial a tomar la cruz en sus manos y a contemplar las llagas de Jesús. Pidan a Jesús que sane las heridas que ustedes, hijitos, han recibido en el transcurso de su vida a causa de sus pecados o de los pecados de sus padres. Sólo así comprenderán, hijitos, que el mundo necesita la curación de la fe en Dios Creador. Mediante la pasión y muerte de Jesús en la cruz, comprenderán que, sólo con la oración, podrán también ustedes llegar a ser verdaderos apóstoles de la fe, al vivir en sencillez y oración la fe que es un don. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!

Queridos hijos: a causa de vuestra unión con mi Hijo os invito a dar un paso difícil y doloroso: Os invito al reconocimiento completo y confesión de los pecados, a la purificación. Un corazón impuro no puede permanecer en mi Hijo y con mi Hijo. Un corazón impuro no puede dar fruto de amor y de unidad. Un corazón impuro no puede cumplir con las cosas rectas y correctas, no es ejemplo de la belleza del Amor de Dios frente aquellos que están alrededor suyo y que no lo han conocido. Vosotros hijos míos, reuníos en torno a mí llenos de entusiasmo, de deseos y de expectativas, sin embargo Yo oro al Buen Padre, para que por medio del Espíritu Santo de mi Hijo, ponga la fe en vuestros corazones purificados. Hijos míos, escuchadme, encaminaos conmigo.
Mirjana después de la aparición comentó: “Mientras la Virgen se marchaba, mostró la tiniebla a su lado izquierdo y a su derecho una cruz en una luz dorada”. Mirjana sostuvo además: “la Virgen quiso mostrar la diferencia entre un corazón purificado y el no purificado”

Queridos hijos, vosotros sois mi fuerza. Vosotros, apóstoles míos, que con vuestro amor, humildad y el silencio de la oración, hacéis que mi Hijo sea conocido. Vosotros vivís en mí. Vosotros me lleváis en vuestro corazón. Vosotros sabéis que tenéis una Madre que os ama y que ha venido a traer amor. Os miro en el Padre Celestial, miro vuestros pensamientos, vuestros dolores, vuestros sufrimientos y se los presento a mi Hijo. No tengáis miedo, no perdáis la esperanza, porque mi Hijo escucha a su Madre. Él ama desde que nació, y yo deseo que todos mis hijos conozcan este amor; que regresen a Él quienes, a causa del dolor e incomprensión, lo han abandonado, y que lo conozcan todos aquellos que jamás lo han conocido. Por eso vosotros estáis aquí, apóstoles míos, y yo como Madre, estoy con vosotros. Orad para que tengáis la firmeza de la fe, porque el amor y la misericordia provienen de una fe firme. Por medio del amor y de la misericordia, ayudaréis a todos aquellos que no son conscientes de que eligen las tinieblas en lugar de la luz. Orad por vuestros pastores, porque ellos son la fuerza de la Iglesia que mi Hijo os ha dejado. Por medio de mi Hijo ellos son los pastores de las almas. ¡Os doy las gracias!

Queridos hijos, mi venida en medio de vosotros es un regalo del Padre Celestial para vosotros. Por Su amor, vengo a ayudaros a encontrar el camino hacia la verdad, a encontrar el camino hacia mi Hijo. Vengo a confirmaros la verdad. Quiero recordaros las palabras de mi Hijo. Él ha pronunciado palabras de salvación para todo el mundo, palabras de amor para todos, amor que demostró con Su sacrificio. Pero también, hoy muchos de mis hijos no lo conocen, no desean conocerlo, son indiferentes. A causa de vuestra indiferencia mi Corazón sufre dolorosamente. Mi Hijo ha estado siempre en el Padre. Al nacer en la Tierra, traía lo divino, y de mí adquirió lo humano. Con Él llegó a nosotros la Palabra. Con Él llegó la luz del mundo, que penetra en los corazones, los ilumina y los llena de amor y de consuelo. Hijos míos, todos los que aman a mi Hijo lo pueden ver, porque Su rostro se ve en las almas que están llenas de amor hacia Él. Por lo tanto, hijos míos, apóstoles míos, escuchadme: dejad la vanidad y el egoísmo, no viváis solo para lo terrenal, lo material. Amad a mi Hijo y haced que los demás vean Su rostro por medio de vuestro amor por Él. Yo os ayudaré a conocerlo siempre más y os hablaré de Él. ¡Os doy las gracias!

Queridos hijos, os doy las gracias porque respondéis a mis llamadas y porque os reunís en torno a mí, vuestra Madre Celestial. Sé que pensáis en mí con amor y esperanza, y yo también siento amor hacia todos vosotros, como también lo siente mi amadísimo Hijo que, en su amor misericordioso, siempre y de nuevo me envía a vosotros. Él, que se hizo hombre, que era y es Dios, Uno y Trino; Él, que por vuestra causa ha sufrido en el cuerpo y en el alma. Él, que se ha hecho Pan para nutrir vuestras almas, y así salvarlas. Hijos míos, os enseño cómo ser dignos de Su amor, a dirigir a Él vuestros pensamientos, a vivir a mi Hijo. Apóstoles de mi amor, os envuelvo con mi manto porque, como Madre, deseo protegeros. Os pido: orad por todo el mundo. Mi Corazón sufre, los pecados se multiplican, son muy numerosos. Pero con vuestra ayuda, que sois humildes, modestos, llenos de amor, ocultos y santos, mi Corazón triunfará. Amad a mi Hijo por encima de todo y a todo el mundo por medio de Él. No olvidéis nunca que cada hermano vuestro lleva en sí algo precioso: el alma. Por eso, hijos míos, amad a todos aquellos que no conocen a mi Hijo, para que, por medio de la oración y del amor que proviene de esta, puedan ser mejores; para que la bondad en ellos pueda vencer, para que las almas se salven y tengan vida eterna. Apóstoles míos, hijos míos, mi Hijo os ha dicho que os améis los unos a los otros. Que esto esté escrito en vuestros corazones y con la oración procurad vivir este amor. ¡Os doy las gracias!

Queridos hijos, vosotros a quienes mi Hijo ama, vosotros a los que yo amo inmensamente con amor maternal, no permitáis que el egoísmo y el amor propio reinen en el mundo; no permitáis que el amor y la bondad estén ocultos. Vosotros que sois amados y que habéis conocido el amor de mi Hijo, recordad que ser amados significa amar. Hijos míos, tened fe. Cuando tenéis fe, sois felices y difundís la paz; vuestra alma exulta de alegría. En esa alma está mi Hijo. Cuando os dais por la fe, cuando os dais por amor, cuando hacéis el bien a vuestro prójimo, mi Hijo sonríe en vuestra alma. Apóstoles de mi amor, yo me dirijo a vosotros como Madre, os reúno en torno a mí y deseo conduciros por el camino del amor y de la fe, por el camino que conduce a la Luz del mundo. Por causa del amor y de la fe estoy aquí; porque deseo con mi bendición maternal daros esperanza y fuerza en vuestro camino. Porque el camino que conduce a mi Hijo no es fácil: está lleno de renuncias, de entrega, de sacrificio, de perdón y de mucho, mucho amor. Pero ese camino conduce a la paz y a la alegría. Hijos míos, no creáis en las falsas voces que os hablan de cosas falsas y de una falsa luz. Vosotros, hijos míos, volved a la Sagrada Escritura. Con inmenso amor os miro y por gracia de Dios me manifiesto a vosotros. Hijos míos, venid conmigo, que vuestra alma exulte de alegría. ¡Os doy las gracias!

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