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Eco de Maria Reina de la Paz 184 (Noviembre-Diciembre 2005)

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Mensaje del 25 de septiembre de 2005
“Queridos hijos, aunque estéis lejos
de mi corazón. os llamo en el amor: con-
vertíos. No lo olvidéis: Yo soy vuestra
madre y siento dolor por cada uno de
vosotros que está lejos de mi corazón,
pero Yo no os abandono. Creo que podéis
abandonar el camino del pecado y deci-
diros por la santidad. ¡Gracias por haber
respondido a mi llamada!”
Abandonad el camino
del pecado
Ante nosotros tenemos dos caminos: la
vida y el bien, o bien la muerte y el mal
(Dt. 30,15). Yo puse ante ti la vida y la
muerte, la bendición y la maldición; luego
escoge la vida, para que vivas tú y tu des-
cendencia, amando al Señor tu Dios, obe-
deciendo su voz y permaneciendo unido a
Él, ya que Él es tu vida
(Dt 30, 19b-20a).
Somos libres de escoger, y a cada ins-
tante, efectivamente, escogemos. Son innu-
merables las ocasiones concretas en que a
diario escogemos, y a menudo infravalora-
mos la importancia; sin embargo, cada elec-
ción es un paso más hacia la bendición o
hacia la maldición. No es posible, de hecho,
relegar a Dios a un espacio reservado para
Él, o bien dedicarle un tiempo suyo propio.
Amarás al Señor tu Dios con todo el
corazón, con toda tu alma y con todas tus
fuerzas
(Dt. 6,5). A Dios se le da todo, por
el contrario se corre el riesgo de no darle
nada. Dios no es un ídolo, no es un talis-
mán, no es una póliza de seguro para usar
cuando es necesario; no es una idea ni un
concepto; no es una ideología, ni una ética
ni tampoco una religión. ¡Dios es el
VIVIENTE, es el Señor de la vida, es nues-
tra vida, y sólo en Él nosotros estamos
realmente vivos!
A menudo creemos que vivimos, que
gestionamos nuestra propia vida y también
la de los demás, y tal vez seamos sólo cie-
gos y guías de ciegos (Mt 15,14). Queridos
hijos, con amor os llamo: convertíos;
aunque estéis lejos de mi corazón.
Es una
afligida llamada a la conversión, a escoger
el camino de la bendición y de la vida. Es
una llamada cargada de amor materno y de
dolor. No lo olvidéis: Yo soy vuestra
madre y siento dolor por cada uno de
vosotros que está lejos de mi corazón.
No hay amenaza, tan sólo amor y sufri-
miento por los hijos que se mantienen lejos
de su Corazón. No hay resentimiento por
nuestra ingratitud. Ella, la humildísima, no
busca reconocimientos humanos, ni plateas
exaltantes, ni triunfos mundanos. Ella sólo
desea conducirnos al Padre y no nos aban-
dona.
Tengamos la certeza. La Madre no se
detiene ante nuestro pecado y si la invoca-
mos, incluso a punto de morir, Ella intercede
por nosotros y nos consigue el perdón divi-
no. Sólo nuestro concienzudo y obstinado
rechazo puede frenarla en su determinación
de conseguirnos el perdón y la salvación.
No hacen falta grandes oraciones, basta
con desear con ánimo sincero su interven-
ción; sin embargo el hombre insensato no
escucha y el estúpido no entiende
(Sal
91,7). Pero Ella no nos abandona, es más,
todavía manifiesta fe en nosotros: Creo
que podéis abandonar el camino del
pecado y decidiros por la santidad.
Nosotros, acostumbrados a creer a quien no
lo merece, ¿cómo es que nos cuesta tanto
creer en Ella? Aun estando tan lejos de su
corazón
podríamos intentar escucharla y
darle crédito, intentar experimentar sus
consejos; si lo hacemos sin malicia, con
honestidad y sinceridad, con humildad,
como hacen los niños, nos hallaremos en el
camino de la santidad, donde conoceremos
no sólo el perdón, sino también la dulzura
de la bendición de Dios y la estupenda
belleza de la vida en Cristo Jesús. Esta cer-
teza mía no está fundada sobre nuestra fuer-
za o capacidad humana sino sobre la poten-
cia de la misericordia divina, sobre el
ardiente amor materno de María, sobre la
palabra de Jesús venido a llamar no a los
justos sino a los pecadores
(Mt 9,13b).
Nuccio Quattrocchi
Mensaje del 25 de octubre de 2005
“¡Hijitos, creed, orad y amad, y Dios
estará cerca de vosotros. El os dará las
gracias que le pidáis. Yo soy un don para
vosotros porque Dios me permite día a
día estar con vosotros y amaros a cada
uno con un amor inconmensurable. Por
eso, hijitos,
en oración y humildad
abrid vuestros corazones y sed testigos
de mi presencia. ¡Gracias por haber res-
pondido a mi llamada!”
Creed , orad y amad
Nos recuerda la oración que el Ángel
enseñó a los tres pastorcitos de Fátima en la
primera aparición: Dios mío, yo creo, ado-
ro, espero y Te amo. Yo Te pido perdón por
los que no creen, no adoran, no esperan y
no Te aman.
¡Desde aquella lejana prima-
vera de 1916 hasta hoy, ¡cuántas cosas han
cambiado en el mundo! Sin embargo, lo
que realmente cuenta, lo que es decisivo
para la suerte de los individuos y de las
naciones, permanece inalterado.
Creado a imagen de Dios, el hombre no
puede borrar esta imagen y no puede pres-
cindir de ella sin perder su propia identidad.
Creados a Su imagen para llegar a ser, en la
plenitud de los tiempos,
es decir, en cum-
plimiento del proyecto de amor de Dios,
Sus hijos en Cristo Jesús. Hoy vivimos el
último día, el día en que acontece la recapi-
tulación en Cristo de todas las cosas
(Ef 1,
10), de toda la creación.
Éste es el día del Señor, y si bien según
nuestro modo de medir el tiempo, este dia
tiene ya 2000 años, bien sabemos que ante
el Señor un día es como mil años y mil años
como un solo día
(2 Pt 3, 8). Éste es el día
en el que debemos escoger, tomar una deci-
sión, porque el Señor vendrá para cada uno
de nosotros y no tardará en venir. Velad
pues, ya que no sabéis qué día vuestro
Señor vendrá
(Mt 24, 42) y estad prepara-
dos porque , a la hora menos pensada, ven-
drá el Hijo del hombre
(Mt 24, 44).
Hijitos, creed, orad y amad y Dios
estará cerca de vosotros: ésta es la mane-
ra de velar. De este modo, su venida no nos
sorprenderá como un ladrón (cfr 2 Pt 3, 10)
sino que coronará la espera del encuentro
esponsal del alma con su Señor.
Creer es acoger el don de la fe; es nues-
tra respuesta positiva a la llamada de Dios.
Creer es dejarse secuestrar por el Espíritu
Santo para conocer y acoger lo que queda
oculto a sabios y poderosos (Lc 10, 21).
Creer es vivir el magisterio de la Iglesia.
Orar es estar en la presencia de Dios con el
corazón abierto, es respirar a Cristo, es pal-
pitar latidos de Jesús y María, es dejarse
vivir por Ellos, desaparecer en Ellos. Amar
es contemplar al Amor encarnado, crucifi-
cado y resucitado en Jesús, y en cada cria-
T
IEMPO DE
A
DVIENTO
:
tiempo de silencio,
tiempo de espera …
Noviembre - dicembre 2005 - Editado: por Eco di Maria, C.P.
27 31030 Bessica (TV)
(Italia) - Tel / fax 0423. 470331
A. 21, N° 11-12; Esd.a.p. art.2,com.20/c, leg.662/96 filiale di MN-Autor.tribun.MN: 8.11.86, ccp 14124226
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tura en la que haya puesto Su morada.
Amar es vivir en la escuela de María. Si
creemos, oramos y amamos de verdad y no
con las palabras, si fe, oración y amor son
las principales características de nuestra
vida entonces sentiremos la cercanía de
Dios y nada nos separará de Cristo. Dios
os concederá todas las gracias que Le
pidáis: ¿
Qué otras gracias sino aquellas
que alimentan nuestra vida de fe? Si en ver-
dad creemos, oramos y amamos hasta el
punto de atraer a Dios a nuestro lado, ¿qué
otras gracias necesitamos sino aquellas que
nos confirmen en la comunión con Jesús y
María? Este es un tiempo de gracia nos ha
recordado muchas veces María, y como tal
debe ser vivido.
Hoy, de forma aún más explícita, nos
dice Yo soy un don para vosotros, porque
Dios me permite día a día estar con voso-
tros y amaros a cada uno con un amor
inconmensurable.
Lo que hemos visto y
oído nosotros os lo anunciamos
para que
también vosotros hagáis de ello un tesoro.
En la oración y en la humildad abrid
vuestros corazones y dad testimonio de
mi presencia.
Oración, humildad y corazón abierto a
Dios son las características de María,
Madre nuestra; Ella nos las ofrece en heren-
cia, aceptémoslas y la conversión que obra-
rá en nosotros nos convertirá en testimo-
nios creíbles, eco fiel, de Su presencia en
Medjugorje.
N. Q.
Hermanos. Sin embargo, consciente de las
imperfecciones de cada hombre, el Santo
Padre recordó que para alcanzar el ideal de
perfección hay que reparar continuamente
a sí mismo: “En un instrumento musical de
cuerda que tiene una cuerda rota no se pue-
de reproducir la música apropiadamente.
Así nuestra alma aparece como un instru-
mento musical en el que desgraciadamente
alguna cuerda está rota, y así la música de
Dios que debería sonar desde lo profundo
de nuestra alma no puede sonar bien.
Reparar este instrumento, conocer las heri-
das, las destrucciones, las negligencias, es
buscar que este instrumento sea perfecto,
sea completo para que sirva a aquello para
lo que el Señor lo creó.
Estamos aquí para corregirnos
Con un tono paternal y tranquilizador,
pero también claro y elocuente: “Ninguno
de nosotros se ve bien a sí mismo y sus
carencias. La corrección fraterna es una
obra de misericordia. Pienso que una de las
funciones de la colegialidad es la de ayu-
darnos para que nos hagamos más abiertos
y conocer las lagunas que nosotros mismos
no queremos ver”. Pero luego añade con
firmeza: “¡Sólo si viene de un corazón
humilde que no se pone por encima del
otro, no se considera mejor que el otro!”
Belleza en la diversidad
La variedad de las intervenciones, si
bien todas centradas en la misma temática,
ha puesto en evidencia la diversidad pre-
sente en la Iglesia de Cristo. Una riqueza
para valorar cada vez más en un mundo glo-
balizado, que tiende a estandarizarlo todo,
oscureciendo la obra que emanó de la extra-
ordinaria creatividad de Dios:
“Encontramos una alegría profunda al cons-
tatar la unidad de nuestra fe eucarística
incluso en el seno de una gran diversidad de
ritos, de culturas y de situaciones pastora-
les” – escriben en el Mensaje final. “La pre-
sencia de tantos Hermanos obispos nos ha
permitido experimentar de forma aún más
directa la riqueza de nuestras diversas tradi-
ciones litúrgicas que hace resplandecer la
profundidad del único misterio eucarístico”.
Debemos ser valientes
Es un compromiso que implica a todos
nosotros cristianos integrados en contextos
diversos – en la familia, en el trabajo, en las
comunidades religiosas: no hay que temer
nunca la diversidad, sino promoverla a toda
costa, sabiendo que de este modo también
nuestra originalidad quedará preservada, y
también la de los demás.
Nos une la fe en el único Dios, Padre de
Jesucristo; y es la Eucaristía la que nos hace
uno, que nos “recapitula” en Él. Por esto
concluimos con las mismas palabras del
Papa: “Allí donde el hombre se convierte
en el único patrón del mundo y propietario
de sí mismo, no puede existir la justicia.
Allí sólo puede dominar el arbitrio del
poder y de los intereses… Si permanece-
mos unidos a Él, entonces daremos fruto
también nosotros, entonces ya no tendre-
mos esa actitud de autosuficiencia, descon-
tentos de Dios y de su creación, sino que
gozaremos del vino bueno de la alegría en
Dios y del amor hacia el prójimo”.
Stefania Consoli
El Sínodo
de los obispos:
Un pan de comunión
Ha marcado los últimos compases del
año dedicado a la Eucaristía; una conclusión
que sin embargo quiere ser un nuevo punto
de partida, además de la continuación del
camino milenario de la Iglesia. El Sínodo de
los obispos, con el tema: “La Eucaristía:
fuente y culmen de la vida y de la misión de
la Iglesia”,
ha sido pues el acto final de un
largo año de reflexiones, intervenciones,
páginas escritas en diversas formas, sobre lo
que constituye el misterio central de la vida
cristiana. La Eucaristía. El Santo Padre ha
sellado su final con la celebración de la
Santa Misa el domingo 23 de octubre –
Jornada Misionera Mundial y día en el que
fueron canonizados cinco nuevos santos.
Pero, ¿qué es un Sínodo?
En el diccionario leemos: “En el catoli-
cismo el Sínodo es un órgano colegiado
perpetuo instituido en 1965 y formado por
unos 200 Obispos, representados por todo
el episcopado católico, que coadyuva la
actividad pastoral del Pontífice”.
Es lo que ocurrió en las tres primeras
semanas de octubre, en las que 256 Padres
sinodales elegidos por las propias
Conferencias episcopales o por el mismo
Papa, junto a algunos oyentes externos, se
reunieron en torno a Benedicto XVI para
reflexionar sobre las problemáticas que
interpelan a la Iglesia de hoy.
Generalmente el Santo Padre consulta a
los Obispos para decidir el tema pero en
este caso fue Juan Pablo II el que escogió el
tema de la Eucaristía. Luego se envía a las
Conferencia Episcopales los ‘Lineamenta’
preparados por la Secretaría General del
Sínodo, con largos cuestionarios. A conti-
nuación se elabora el documento
‘Instrumentum Laboris’ (instrumento de
trabajo), y se envía a los Obispos que parti-
ciparán en el Sínodo para que cada uno de
ellos pueda echar luz sobre la problemática.
El Sínodo tiene una dimensión sólo con-
sultora; presenta al Papa propuestas, y él las
recibe y adopta las que considera oportunas.
Finalmente se elabora un documento.
El Papa del Sínodo
Quería ser recordado así; lo había
expresado muchas veces, sosteniendo que
su formación debe mucho a esta experien-
cia. Juan Pablo II, de hecho, fue miembro
de todas las asambleas sinodales (desde
1967 hasta el 2001). Era proverbial su par-
ticipación atenta. Fuentes vaticanas escri-
ben: “Sólo las Audiencias Generales del
miércoles le impedían estar con los herma-
nos, conocerlos mejor, compartir sus preo-
cupaciones, y reforzarlos en la urgente
misión de la nueva evangelización”.
La necesaria puesta al día
No deja nunca incompletas las obras
comenzadas por su “venerado predecesor”
– como le gusta llamarlo. Pero no deja de
hacerlas suyas, de imprimir su estilo pro-
pio: más sobrio y reservado, pero extrema-
damente incisivo y atento.
Así pues, el Papa Ratzinger ha afrontado
el Sínodo con un papel protagonista, pero
aportando los frutos de su larga experiencia
sinodal. No sorprende pues la voluntad de
Bendedicto XVI de dar un nuevo impulso al
Sínodo de los Obispos, caracterizado hoy
por una continuidad innovadora en los tra-
bajos, en un ambiente de colegialidad. Entre
las novedades, la reducción del tiempo des-
tinado a disposición de cada participante
para encontrar un espacio para el libre inter-
cambio de opiniones y para profundizar. De
este modo se ha favorecido un clima más
espontáneo de expresión y compartir.
Un largo tren
Fue en su conferencia inaugural donde
el Papa dibujó los raíles que debe recorrer
el largo tren del Sínodo, variopinto y com-
plejo al estar formado por vagones proce-
dentes de todas las partes del mundo, cada
uno cargado con su propio bagaje étnico y
cultural.
Como primer “imperativo” Benedicto
XVI invitó a todos a: “no estar sordos a
Cristo, porque las orejas de nuestro corazón
están llenas de tantos ruidos del mundo que
no llegamos a escuchar esta presencia silen-
ciosa que llama a nuestra puerta”. Pero lue-
go, de forma más directa, interpeló la con-
ciencia de los asistentes: Reflexionemos si
estamos realmente disponibles para abrir las
puertas de nuestro corazón; o quizás este
corazón está tan lleno de otras cosas que no
hay espacio para el Señor. ¡Y así, insensi-
bles, sordos a su presencia, no oímos lo
esencial!”
Sed perfectos como vuestro Padre
Ésta es la segunda llamada que el
Pontífice hizo resonar en el corazón de los
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Los obispos se hacen
eco de las voces
del mundo
¡Hambre de Eucaristía!
Éste es el grito que se levanta en el tes-
timonio de muchos prelados: las almas tie-
nen hambre de Cristo, pero son pocos los
sacerdotes disponibles para satisfacer la
demanda de celebraciones eucarísticas. El
exiguo numero de vocaciones sacerdota-
les
es una situación que
daña tanto a los sacer-
dotes que deben correr
de un lado a otro para
suplir esas ausencias de
presbíteros como al
pueblo de Dios que en
algunas zonas está
obligado literalmente a
un ayuno eucarístico
forzado, como mencio-
na un Obispo de África
del Sur:” ¡Por culpa de la falta de sacerdo-
tes, hay muchas comunidades que celebran
la Misa sólo una vez al mes o una vez cada
dos meses!”
Diversas son las causas que se eviden-
cian. Seguramente la secularización en
occidente no favorece el aumento de “tra-
bajadores en la viña del Señor”. Pero tam-
bién es cierto que en algunos países mien-
tras que los seminarios están repletos, los
fieles son pocos porque “ la liturgia es abu-
rrida y monótona”, según argumenta el
representante coreano.
“Hay que insistir en la justa redistribu-
ción de los sacerdotes en el mundo”,
comenta el obispo delegado de
Mozambique; mientras que el del Líbano
dice que: “Enviar sacerdotes a un país don-
de faltan, desde un país donde hay los sufi-
cientes, no es una solución ideal, cuando no
se tiene en cuenta las tradiciones, las cos-
tumbres y la mentalidad. El problema
sigue abierto”.
Si pocas son las vocaciones sacerdota-
les, ¿Porqué no ordenar hombres casa-
dos
, los llamados “viri probati” (hombres
casados que conducen vidas ejemplares y
tienen un sólido conocimiento de la doctri-
na católica.) como ya se usa en las iglesias
orientales? se han preguntado los obispos.
Pero una vez más se ha resaltado con con-
vicción el celibato como “un don sin pre-
cio”
en la vida del sacerdote. ”La iglesia
maronita admite a los sacerdotes casados.
Sin embargo, hay que reconocer que el
matrimonio de los sacerdotes, si bien
resuelve un problema, crea otros muy gra-
ves. Un sacerdote casado tiene el deber de
ocuparse de su consorte y de sus hijos, debe
asegurarles una buena posición social y una
buena educación” – explica el Patriarca de
Antioquía. Sobre este asunto en la homilía
conclusiva ha dicho: “Sobre el misterio
eucarístico, celebrado y adorado, se funda-
menta el celibato que los presbíteros han
recibido como don valioso y signo del
amor indivisible hacia Dios y el prójimo.”
Entre otras, una problemática que atañe a
un número siempre creciente de personas:
la comunión a los divorciados. Tema
caliente, ya que, como afirma un arzobispo
de Nueva Zelanda: “Hay muchos que ter-
minaron su primer matrimonio de manera
triste. No han abandonado nunca la Iglesia,
pero actualmente están excluidos de la
Eucaristía. Debemos encontrar el modo
para incluir a aquellos que tengan hambre
del Pan de Vida” En el mensaje final los
obispos se dicen sabedores de la “tristeza
de todos aquellos que no pueden acceder a
la comunión sacramental por una situación
familiar no conforme al mandamiento del
Señor.”, pero confirman de nuevo la prohi-
bición existente. Sensibles al problema,
han exhortado a los tribunales eclesiásticos
que deciden sobre las anulaciones matri-
moniales a hacer todos “los esfuerzos posi-
bles” para trabajar de manera “más rápida
y correcta”. Luces y sombras pues en una
Iglesia que, tras 40
años desde el
Concilio, se confronta
con la Eucaristía
“como una lente a tra-
vés de la cual verificar
continuamente el pro-
pio rostro y el propio
camino”. Pero esta
mirada real y objetiva
era necesaria y desea-
ble para que la
Esposa bella de Cristo sea de verdad una
respuesta creíble frente a los desafíos de un
mundo que hace todo lo posible para borrar
a Dios. Por esto, Benedicto XVI ha reco-
mendado a la Hermandad Eclesial : “duran-
te el Sínodo no sólo decimos cosas bellas
sobre la Eucaristía, sino que además vivi-
mos de su fuerza”.
S.C.
Prohibición a los chinos
Cuatro son los obispos a los que se
impidió participar en el Sínodo. Mons. Wei,
uno de ellos, cuenta que desde que recibió
la invitación papal, ha ido cada día a pedir
su pasaporte y le ha sido siempre negado. El
vicepresidente de la Asociación Patriótica
ha declarado que el Vaticano había sido
“descortés” ya que había invitado a los
obispos sin pasar a través de los canales ofi-
ciales que gestionan los asuntos de la
Iglesia, o sea la Asociación Patriótica y el
consejo de obispos chinos. La Asociación
Patriótica es un organismo no eclesial, for-
mado por miembros ateos ligados al partido
comunista, cuyo objetivo es el control de la
Iglesia.- incluso económico- y la creación
de una iglesia independiente de la Santa
Sede. Para quien no lo sepa, China no per-
mite al Vaticano nombrar obispos, argu-
mentando que interferiría en sus asuntos
internos, y rechaza permitir a los católicos
reconocer la autoridad del Papa.
En la homilía, el Papa ha enviado tam-
bién “un saludo fraterno” a la Iglesia en
China:” Con hondo pesar hemos sabido de
la ausencia de sus representantes”, ha dicho
el Pontífice. “Quiero, a pesar de todo, ase-
gurar a todos los Prelados chinos que esta-
mos cerca de todos ellos a través de la ora-
ción. El sufrido camino de las comunida-
des, encomendadas a su dedicación pasto-
ral, está presente en nuestro corazón: éste
no quedará sin dar frutos”.
La Misa, lugar de encuentro
“Burundi, país cristiano con mas del
60% de católicos, ha vivido conflictos trá-
gicos entre las diversas comunidades étni-
cas del país, que han degenerado en guerra
civil, hasta el punto que gente de las diver-
sas etnias evitaba cruzarse por la calle. Las
Celebraciones Eucarísticas se convirtieron
en lugar privilegiado donde los fieles de
diversas etnias han podido reencontrarse y
orar por la reconciliación”.
(Obispo de Burundi)
Donde falta el domingo
“La celebración de la ‘Eucaristía domi-
nical’
presupone la existencia del
‘Domingo’ – en especial la existencia del
día del Señor. En algunos lugares del mun-
do, esto no es posible: por ejemplo en
Arabia Saudita o en otros países islámicos.
El domingo es día laborable y no se celebra
la Eucaristía porque no existen iglesias, ni
sacerdotes, o porque no hay libertad reli-
giosa. Muchos cristianos que trabajan y
viven en países islámicos provienen de
Eritrea o de Etiopía. Antes de emigrar a los
países islámicos, están obligados a cambiar
sus nombres cristianos por nombres islámi-
cos y, especialmente, las mujeres deben lle-
var vestimenta según la tradición musul-
mana. Una vez llegados a destino, sus pasa-
portes son retenidos y pasan a ser víctimas
de todo tipo de abusos. Muchos de ellos son
obligados por las circunstancias a conver-
tirse a la religión islámica”.
(Arzobispo de Etiopía)
Los musulmanes se asocian
al Misterio Pascual
“Nosotros somos Iglesias especiales
muy pequeñas que viven en un contexto
donde el Islam ha influenciado fuertemente
la cultura. Por necesidad de nuestra misión,
algunas personas viven lejos de cualquier
presencia sacerdotal. De hecho pueden par-
ticipar de la Eucaristía sólo esporádicamen-
te. Nuestra acción de gracias se une a la de
los amigos musulmanes que adoran a Dios
por la obra de la creación y por la miseri-
cordia. Espiritualmente podemos unir sus
oraciones a nuestros Sacrificios
Eucarísticos. Algunas veces quedamos
admirados de cómo nuestros amigos
musulmanes se asocian misteriosamente al
Misterio Pascual’. Cuando ofrecemos nues-
tra vida a Cristo, ofrecemos también, de
alguna manera, la de nuestros amigos. Para
una Iglesia especial el modo de vivir la
Eucaristía es inseparable de la historia del
pueblo a la que ha sido asignada por el
Señor.”.
(Obispo de Argelia)
Sólo pan material
“En Rumania, los comunistas han inten-
tado dar al hombre sólo el pan material, y
han querido eliminar de la sociedad y del
corazón humano el “pan de Dios”. Para que
los sacerdotes no pudieran celebrar mas, ni
hablar de Dios, fueron encarcelados por el
mero hecho de ser católicos. En el famoso
periodo de “reeducación” y del “lavado de
cerebro” en las cárceles de Rumania, para
jactarse de los sacerdotes, para ridiculizar
la Eucaristía, y para destruir la dignidad
humana, los perseguidores les han obligado
a celebrar utilizando excrementos, no con-
siguiendo quitarles la fe. Nunca, nadie lo
sabrá. Estos mártires modernos del siglo
XX han ofrecido todo su sufrimiento al
Señor por la dignidad y la libertad huma-
na.” (Arzobispo de Rumania)
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Eco 184
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María,
mujer del silencio
Entre las muchas denominaciones
marianas, en las que nunca sabes si admirar
más la fantasía de los poetas o la ternura de
la piedad popular, he hallado una de extra-
ordinaria sugestión: María, catedral del
silencio.
María es justamente esa catedral gótica
que custodia el silencio. Celosamente. No lo
rompe ni siquiera cuando habla. Pero, ¿por
qué? Ante todo, por ser una mujer de pocas
palabras. En el Evangelio habla apenas cua-
tro veces. En la anunciación del ángel.
Cuando entona el Magnificat. Cuando reen-
cuentra a Jesús en el templo. Y en Caná de
Galilea. Después, tras recomendar a los sir-
vientes de la boda que escuchen la única
palabra que cuenta, ella calla para siempre.
Pero su silencio no es sólo ausencia de
voces. No es la ausencia de ruidos. Y ni
siquiera el resultado de una especial ascéti-
ca de la sobriedad. Es, en cambio, la envol-
tura teológica de una presencia. El capara-
zón de una plenitud. El seno que custodia la
Palabra.
Uno de los últimos versos de la Carta a
los romanos nos ofrece la clave interpreta-
tiva del silencio de María. Habla de
Jesucristo como “revelación del misterio
silenciado por siglos eternos”.
Cristo, misterio silenciado. Es decir,
escondido. Secreto. Literalmente: envuelto
en el silencio. En otras palabras: el Verbo de
Dios en el seno de la eternidad estaba ven-
dado por el silencio. Entrando en el seno de
la historia, no podía tener más vendas. Y
María se las ha ofrecido con su persona.
Ella se trasformó así en la prolongación
terrena de aquel arcano silencio del cielo.
Ha sido constituida símbolo para aquellos
que quieren mantener secretos de amor. Y
para todos nosotros, devastados por el
estruendo, ha permanecido como cofre
silencioso de la Palabra: “Conservaba todas
estas cosas en su corazón”.
Santa María, mujer del silencio, llévanos
de nuevo a las fuentes de la paz. Libéranos
del asedio de las palabras. Sobre todo de las
nuestras. Pero también de las de los demás.
Hijos del ruido, nosotros pensamos en ocul-
tar la inseguridad que nos atormenta entre-
gándonos al vaniloquio de nuestro intermi-
nable decir: haznos comprender que, sólo
cuando hayamos callado, Dios podrá hablar.
Co-inquilinos del ruido, nos hemos conven-
cido de poder exorcizar el miedo subiendo el
volumen de nuestros transistores: haznos
entender que Dios se comunica con el hom-
bre sólo sobre las arenas del desierto, y que
su voz no tiene nada que compartir con los
decibelios de nuestros bullicios.
Explícanos el sentido profundo de ese
párrafo de la Sabiduría, que hace antigua-
mente se leía por Navidad, sobresaltándo-
nos maravillados: “Mientras un profundo
silencio envolvía todas las cosas, y la
noche llegaba a la mitad de su camino, tu
Palabra omnipotente desde el cielo, desde
tu trono real, bajó a la tierra…”.
Llévanos
de nuevo, te rogamos, al absorto estupor del
primer pesebre , y despierta en nuestros
corazones la nostalgia de aquella “noche
silenciada”.
Don Tonino Bello, obispo
(de: María, mujer de nuestros días)
El gran desconocido
Hans Urs von Balthasar
En realidad sólo es desconocido en su
patria, donde se calla con obstinación cuan-
do se trata sobre el “gran teólogo suizo
Hans Urs von Balthasar
“. En cambio, en
el extranjero, sus obras son solicitadas,
apreciadas y fácilmente adquiribles.
Traducciones en diversas lenguas y nume-
rosas disertaciones sobre su vida y su obra,
le rinden honor. Los cardenales y obispos,
procedentes de tres continentes para partici-
par en su Jubileo, han testimoniado el apre-
cio que goza el teólogo en la Iglesia de hoy.
Publicamos a continuación una breve
síntesis de la homilía del obispo de Basilea-
Kurt Koch – celebrada con ocasión del
Centenario del nacimiento de von
Balthasar
(12.08.1905) en la Iglesia parro-
quial de Lucerna, donde está el teólogo
ahora enterrado. Esta iglesia conventual es
la misma donde el actual Papa, y cardenal
de entonces, Ratzinger celebró su funeral el
1 de julio de 1988.
TESTIMONIAR
LA BELLEZA DE DIOS
Vivir del Bautismo y ser llamado, a tra-
vés de él, a seguir a Cristo ha sido el móvil
de la vida cristiana de von Balthasar, de su
existencia eclesial y de su actividad teoló-
gica, con ese radicalismo que brilla en las
palabras de Jesús: “Quien ama más a su
madre o a su padre, no es digno de mí”. Al
tomar en serio esta vocación al pie de la
letra, su mirada sobre los consejos evangé-
licos de pobreza, castidad, obediencia era
informal, hasta el punto que aplicaba tales
consejos hasta a los laicos.
La obediencia cristiana y eclesial – que
fue interpretada por von Balthasar como
estar a la escucha de Dios y de su voluntad
– nace de la escucha de la Palabra de Dios.
Para el teólogo, la belleza de la obediencia
a la Iglesia consistía en el hecho de que se
puede obedecer sólo a aquellas personas
que a su vez son obedientes, porque - ya
sean laicos, diáconos, sacerdotes, u obis-
pos- todos deben obediencia a Dios. La
obediencia en la Iglesia nunca está en rela-
ción con una autoridad formal.
Gracias a esta mirada profunda sobre la
obediencia entendida en sentido bíblico,
von Balthasar quedó inmunizado frente a
esa actitud antijerárquica presente hoy en la
Iglesia, (una actitud que en su discurso el
card. Ratzinger definió como “enferme-
dad”). Von Balthasar tenía, en definitiva,
un gran respeto a la estructura petrina de la
Iglesia católica.
En María contemplaba la Iglesia, naci-
da de su “si”. En Ella reconocía el modelo,
el prototipo de la obediencia bíblica, que no
nace de la propia iniciativa, sino del recibir;
una obediencia consciente de que la verda-
dera fuente de la fecundidad en la actividad
apostólica es la contemplación.
Esta fundamental actitud mariana ha
sellado toda la teología de von Balthasar.
Sólo si el teólogo se abre al encuentro espi-
ritual de la Palabra de Dios, puede ser voz
del evangelio; esto es posible sólo con una
“teología que sepa arrodillarse”.
Von Balthasar sostenía que su obra teo-
lógico-literaria pretendía ser un dedo de
Juan que muestra el Cristo.
Él deseaba
ayudar a que los hombres sanaran los ojos
de sus corazones, para que pudieran ver a
Dios viviente como causa, centro y finali-
dad de la vida humana. ”Nuestra misión” es
el titulo del libro en el que él describe el
plan de la comunidad joánica que llevaba
en el corazón.
Von Balthasar fue “conservador” en el
buen sentido del término, porque pretendía
custodiar, incluso en las tempestades del
mundo y de la Iglesia de hoy, el bien valio-
so e insustituible del Evangelio cristiano.
Simultáneamente fue también un “progre-
sista” porque luchó por una nueva espiri-
tualidad de los laicos, hacia el mundo. Ha
ofrecido muchos aspectos nuevos a la
Iglesia, pero sobre todo le ha mostrado con
claridad que Dios no es sólo verdadero y
bueno
, sino también bello. Sólo en la belle-
za de Dios resplandece el verdadero rostro
de todos los demás atributos divinos.
Imagen, acción y palabra se unen para ala-
bar a Dios como Amor. Solamente en este
amor, según von Balthasar, se torna visible
el misterio más grande de la fe cristiana.
Von Balthasar luchó por una “verdade-
ra y cristiana teología de la liberación”.
Una teología que tiene como propia fuente
la Eucaristía, en la que Cristo, el Esposo- el
más íntimo de la Iglesia, su esposa –se
dona a si mismo con todo lo que tiene y es.
Por tanto, quien en la Eucaristía se adentra
en el misterio del ofrecimiento de la vida
de Jesús, hasta arraigarse en su muerte,
vivirá cotidianamente una vida eucarística
y dará todo de sí mismo en su misión.
Quien encuentra a Cristo en las poco lla-
mativas formas eucarísticas del pan y el
vino, en las que Él nos ofrece Su Presencia
y al mismo tiempo se esconde, podrá des-
cubrirlo también en el rostro de los pobres
y los enfermos.
Todos tenemos motivos para estar agra-
decidos a Hans Urs von Balthasar, porque
ha indicado a la Iglesia el camino de la
reforma decisiva, o sea el retorno a la esen-
cia de la fe cristiana en su forma católica.
En los primeros años de las aparicio-
nes en Medjugorje, los entonces jóvenes
sacerdotes P. Slavko Barbaric y Tomislav
Vlasic visitaron a von Balthasar en Basilea,
y trajeron a casa , como regalo, sus pala-
bras: “Por lo que se refiere a Medjugorje
puede haber solo un error: el no reconocer
las apariciones como verdaderas”.
El Padre Rupcic en su libro
“Medjugorje – puerta del cielo” hace refe-
rencia a un documento en el que von
Balthasar amonesta con seriedad al obispo
de Mostar sobre la responsabilidad que
pesará sobre él , si continúa su lucha contra
Medjugorje.
(Reducción de Rita Gervais)
“¡Qué felicidad cada día! Te encuentro cada
día en la Eucaristía y, con mayor fortuna
que tus discípulos, puedo recibirte en mi
alma, quedarme a solas conTigo, unirme e
identificarme conTigo. ¡Cuántas lágrimas
he derramado! Mi misión por los hermanos
ha sido siempre áspera y fatigosa. Pero Tú
has venido a mi encuentro por la mañana y
así he podido descansar todo el día en tu
corazón y apenas he sentido el peso del can-
sancio”.
Madre M. Pia Mastena
Fundadora de las Hermanas
del Santo Rostro
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Cantado, rogado, declarado. Desde
siempre el amor es objeto de la atención del
hombre. Es más, en verdad, el amor es la
única cosa que buscamos y de la que real-
mente tenemos necesidad. Y su ausencia es
la raíz de todos los conflictos: personal,
familiar, y hasta mundial. Sí, porque si
cada individuo gozase plenamente de la
porción de amor para la que ha sido creado,
nadie haría la guerra a nadie. Todos se ama-
rían, ¡sin más!
Necesitados pues de amor, como busca-
dores apasionados, difícilmente lo encon-
tramos en su esencia más auténtica, en su
verdad y pureza. Hablamos del amor gra-
tuito, aquel que goza de amar y ser amado.
Aquel amor que libera ya que no te pide
ser distinto de lo que eres para sentirte
amado. Aquel amor que satisface, ya que
viene a tu encuentro primero y no te obliga
a mendigar. Aquel amor que en definitiva,
nutre la insuprimible necesidad anidada del
hombre y amortigua el asalto de diversos y
nocivos apetitos.
Más o menos conscientes de este pro-
fundo anhelo, consumimos nuestra existen-
cia deseándolo y esperándolo, persiguién-
dolo y alguna vez, hasta pretendiéndolo.
Algunos hasta llegan a malvenderse por
poco dinero, con tal de asegurarse una cari-
cia - aún cargada de egoísmo y miserable
favor.
Pero qué buscamos verdaderamente:
¿un sentimiento? ¿una sensación? ¿el pla-
cer de un momento? ¿Nos hemos pregunta-
do alguna vez que quizás debamos ocupar-
nos de A QUIÉN buscar y no de QUÉ
encontrar? Porque el amor no es una ener-
gía perceptible por nuestros sentidos, sino
una persona viva y verdadera.
“Dios es amor” escribía San Juan
(1Juan 4,8). Este es el punto de partida y
también el de llegada -el punto de llegada
para reencontrar finalmente lo que con
todos nuestros medios vamos buscando:
Dios – persona, un ser consciente y libre
que entra directamente en relación con
nosotros y se comunica. No ya, pues, el
amor como fruto de relación, sino el amor
como sujeto y objeto de la relación misma.
Entendido esto, inevitablemente todo
cambia, porque conoceremos con exactitud
los tiempos y los lugares donde encontrar-
lo: el Eterno en nuestro tiempo, el Infinito
en nuestro espacio.
Él se presenta a nosotros de mil mane-
ras, conocidas y desconocidas. Siempre
nuevo aunque constantemente fiel a sí mis-
mo. Es amor vivo en la Escritura. Amor
operante en los sacramentos. Amor único y
original en la historia de cada hombre, al
cual Él se adapta para corresponder con
minuciosidad a la más pequeña necesidad.
Y se hace reconocer porque nadie queda
indiferente a su tacto que calienta, vivifica
y transforma.
Una persona, por tanto, el Amor: libre
de ir y venir, de esconderse y de dejarse
encontrar. Autónomo en sus iniciativas y,
sin embargo, desarmado frente a nuestro
corazón suplicante. Una atracción irresisti-
ble, que lo hace prisionero inerme de nues-
tras esperas.
Éste es el sentido del Adviento que
está a punto de comenzar: la espera de un
encuentro con lo que codiciamos – el Amor
hecho niño, pequeño hasta el punto de
entrar en cada uno de nosotros y trasfor-
marnos en su cuna , en su cabaña, en su
templo y tabernáculo para poder ser real-
mente el Emmanuel.
En este tiempo santo, en la esperanza
brota una certeza: en Navidad nace el
Amor. Sin duda. Pero nosotros podremos
acogerlo sólo si, como pastores, escucha-
mos el anuncio. Podremos amarlo si, como
María, nos dejamos implicar; incluso des-
baratando nuestros proyectos. Sabremos
custodiarlo si, como José, dejamos de lado
la regla, para oír al Espíritu. Sabremos ado-
rarlo si, como los Magos, aceptamos aban-
donar nuestros reinos para inclinarnos ante
su pobreza.
Él entonces entrará en nuestra vida y
hará en ella su morada. Nosotros hallare-
mos paz y tranquilidad, con la seguridad de
ser amados por el mismo Amor, que no nos
abandona, no nos traiciona, no nos chanta-
jea, sino que nos repite siempre: “El Señor
tu Dios en medio de ti, es un salvador
potente. Exultará de alegría por ti, te reno-
vará con su amor, se alegrará por ti con
gritos de júbilo, como en los días de fiesta”
(Sof 3,17).
Stefania Consoli
El amor se hace niño
La virginidad consagrada,
un nido fecundo
“El Señor escogió a Jacob,
Israel como posesión suya”
En el fundamento de esta elección
radical por la virginidad consagrada al
Señor, está siempre la iniciativa de Dios,
su llamada.
Por parte del Señor hay una
propuesta de amor, una invitación que
atrae. Él escoge a los que quiere ( Lc 6, 13)
y luego se deja escoger en la libertad.
La virginidad consagrada está siempre
en función del amor esponsal entre Dios-
Espos y la persona virgen-esposa. Según la
lógica de esta tierra, no hay razones para
ser virgen, las motivaciones para la virgini-
dad son todas celestiales. Es la respuesta
generosa de quien se ha encantado por la
persona de Jesucristo y quiere formar parte
de su obra de salvación.
Quien responde a la llamada es intro-
ducido en el pensamiento de Dios. Dios
mismo llena cada vez más a esta persona, y
le revela su plan de amor que, siendo un
plan universal, comienza a realizarse en los
individuos particulares que se han puesto a
su total disposición: “Los que ha escogido,
también los ha predestinado para ser sus
hijos adoptivos...”.
Ésta es la voluntad de Dios; que todos
seamos sus hijos. Pero hay que generar
estos hijos en Dios y para Dios. La misión
de los “elegidos” va en esta dirección.
Ellos son los “predestinados” para transmi-
tir y difundir a todos el maravilloso pro-
yecto del Padre de hacer que cada hombre
vuelva a su seno paterno.
Al igual que las parejas con
su amor recíproco conciben y
generan la vida terrena, así las
vírgenes, en unión con el
Esposo celeste, concibe y
genera la vida divina y eterna.
Como ocurre esto, lo vemos en
María que, después de su con-
sentimiento, fecundada por el
Espíritu Santo, se convierte en
Madre de Dios.
Para comprender el senti-
do profundo y la fecundidad
de la virginidad consagrada
es necesario hacer referencia a María y a
los acontecimientos de su vida.
Dios la
llama y le promete la fecundidad en condi-
ciones especiales. Ella responde: “¿Pero
cómo puede ser esto?”.
También nosotros
nos lo preguntamos y se lo preguntan los
que nos rodean. La respuesta, para María y
para cada alma llamada a la obra del Señor,
nos la da el ángel enviado por Dios: “El
Espíritu Santo bajará sobre ti, y el poder
del Altísimo te cubrirá con su sombra”
(Lc
1, 35).
Cuando Dios comienza una obra, es Él
mismo es que asegura su cumplimiento, su
fecundidad. El ángel continúa y dice a
María que ese Fruto no será suyo, sino que
será Hijo de Dios (cfr Lc 1, 35). María está
completamente al servicio de Dios, de sus
planes y proyectos, a menudo inexplicables
a nuestros ojos. Ella genera al Hijo de Dios,
lo presenta y lo ofrece a Dios con la con-
ciencia plena de que no le pertenece. Lo
mismo vale para una persona virgen: lleva
en sí una fecundidad misteriosa que sólo su
Autor ve y conoce en profundidad.
Como toda renuncia y sacrificio,
tampoco la virginidad puede
ser un fin en sí mismo.
Es el
medio para abrirse a los bienes
mayores, más deseados y ama-
dos. Nos lleva a pertenecer al
Señor con toda nuestra existencia
y la integridad de nuestra perso-
na, consagrándole todas las
facultades y potencias, sabiendo
que en sus manos no quedarán ni
inútiles ni estériles, sino que por
el contrario, se desarrollan plena-
mente.
Sólo Dios sabe cuántos niños
abortados, víctimas de la violencia, maltrata-
dos y no deseados han encontrado madres en
las vírgenes consagradas. Cuántos han sido
acogidos por su oración y ofrecimiento, aco-
gidos y acompañados en su camino hacia la
eternidad. Éste es el proyecto de Dios mise-
ricordioso y justo, que tiene sus medios infi-
nitos para alcanzar a todos los hombres de
todos los tiempos, todas las situaciones, para
ofrecer un nido preparado por Él, lleno de
calor y de su amor. Por allí pasa su poder sal-
vífico y lleva a la plenitud.
Fecundo es quien transmite y hace
que se conozca a Dios como fuente y
amante de la vida.
Fecundo es quien hace
que los demás se enamoren de Dios, Quien
“no impone nada al alma, ni siquiera su
amor. Nos busca continuamente pero no
nos obliga. Nos ama pero no nos oprime.
Nos desea, pero no nos posee. Nos deja
libres de elegir y de comprender, en el fon-
do de nuestra alma, dónde está la vida”
Sólo desde la perspectiva de Dios
todo se ve mejor, también la fecundidad
de un seno virginal consagrado a Él.
Sor Ana Simic
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En la vida
de la Inmaculada
del P. Tomislav Vlasic
La consagración al Corazón
Inmaculado de María resuena en toda la
espiritualidad mariana, sobre todo en este
último siglo. ¿Pero qué significa realmente
consagrarse a María? Quiere decir entrar en
su Corazón Inmaculado, del cual depende
también nuestra pureza. Es como si nos
encontráramos en el seno materno.
Nosotros los cristianos, de hecho,
hemos acogido la vida inmacu-
lada e incorruptible en el
sacramento del Bautismo, y
todavía hoy conservamos
esa gracia. Es ya una reali-
dad dentro de nosotros pero
también es una promesa: el
germen de un estado inma-
culado todavía por alcanzar.
Cada bautizado, al igual que la
Iglesia, está llamado a alcanzar
lo que María ha alcanzado para lle-
gar a su misma unión mística con Dios a
través de una donación completa.
María recibió esa gracia desde su
concepción, pero de manera misteriosa
participó activamente en la eficacia hasta el
final de su existencia terrena.
Lo que podemos captar de su vida – a
través de las palabras del Evangelio y de la
experiencia de los santos- son sus virtudes,
que coinciden perfectamente con los frutos
del Espíritu Santo. En ellas se expresa muy
bien la respuesta de María, que se ha eleva-
do en la unión con Dios para vivir la pre-
sencia del Espíritu Santo. Una presencia
que continuamente “fecunda” su seno y su
alma (como hizo en el momento de la
Anunciación) para generar a todos los
miembros del Cuerpo Místico de Cristo.
La consagración al Corazón
Inmaculado, además de ser una oración
(dicha de un modo u otro) es pues la entrada
en las virtudes de María. Así nuestra alma se
trasforma en un regazo capaz de acoger al
Espíritu Santo, para a su vez ser fecundada.
María es inmaculada en vistas a la
muerte y resurrección de Jesús. Ella
pudo recibir esta gracia y colaborar de lle-
no, elevándose continuamente y uniéndose
a su Hijo, hasta alcanzar la máxima unión
en la pasión y la resurrección. Ésta es la
actitud fundamental que debiéramos vivir
nosotros en todos los sacramentos.
El punto de partida para seguir la vida
inmaculada es por tanto nuestra disponibi-
lidad a estar unidos a Cristo a través de
María; porque su ser inmaculada es un don
de Dios para todos nosotros, no sólo para
Ella. Dios se lo ha confiado para que María
sea madre nuestra, una madre que lleva a
sus hijos en el seno y en el corazón.
San Pablo, en la carta a los Efesios
escribe: “En él nos ha escogido antes de la
creación del mundo, para ser santos e
inmaculados a su presencia en la cari-
dad”
(Ef 1,4).En definitiva, el Apóstol
habla de ser inmaculados y de incorrupti-
bilidad en vistas de la santidad, por lo que
nuestra santidad presupone este estado,
sembrado en nosotros por el Bautismo pero
todavía en desarrollo. Pero ¿qué es lo que
lo alimenta en nosotros y qué es lo que lo
frena?
Lo alimenta toda aquella comida que
Jesús ha dejado en la Iglesia, de manera
especial la participación de la Eucaristía y
de la Palabra de Dios. Pero el discurso no
acaba aquí, porque es necesario compren-
der el término “participar en la Palabra de
Dios”. La Palabra divina, de hecho, tiene
toda la potencia como para cambiar nuestra
vida. La Eucaristía tiene toda la potencia de
saciar los profundos deseos del hombre.
Pero no basta con acogerlas, hay que entrar
en su dinamismo.
Los obstáculos son muchos. Sería
mejor decir que éstos constituyen los ele-
mentos de una verdadera batalla con-
tra el demonio, contra todo el mal
presente en el universo. Sería
muy fácil elevarse a Dios cada
uno por su cuenta. En reali-
dad nosotros cargamos con
las generaciones pasadas,
con las consecuencias del
pecado original. De aquí nace
la batalla, pero también la cer-
tidumbre de que llegaremos a
lo que María ha alcanzado. Ya no
individualmente, sino juntos, como
Iglesia. En caso contrario la vida trinita-
ria sería una contradicción. Nosotros sabe-
mos de hecho que la vida divina en las
Personas de la Santísima Trinidad se expre-
sa con un continuo ofrecerse la una para la
otra. De igual manera podemos nosotros
también entrar en la vida de Dios donándo-
nos en todo a todos. He aquí por qué la bata-
lla se hace siempre más amplia y no nos es
concedido cerrarnos en nosotros mismos.
Partamos de este punto para exami-
nar nuestra jornada. ¿Qué hacemos al
levantarnos? Nos lavamos y preparamos
para afrontar mejor nuestro día. En la vida
espiritual rige la misma ley. Hay que desper-
tarse, pero en Dios, en el Espíritu Santo.
¿Cómo se despertaría hoy María? Se desper-
taría toda para Dios; se elevaría toda a Dios.
La oración de la mañana debería ayu-
darnos a despertar para contemplar el rostro
de Dios: mirarlo, sentirlo, palparlo.
Naturalmente con la fe, la esperanza y el
amor. Con este despertar del alma podremos
afrontar bien la jornada para cumplir nues-
tros deberes, nuestra misión. Por la tarde
estaremos listos para sumergirnos de nuevo
en Dios, para eliminar todo lo que nos ha
apesadumbrado, y preparar así la noche don-
de encontraremos a Dios en el sueño.
El Magnificat es una excelente conclu-
sión de nuestra jornada. Si nos esforzamos
en vivir la vida inmaculada de modo conti-
nuado, crecen en nosotros la alegría y la ala-
banza. Y quien está atento a la gracia del día
y la relación con Dios con breves oraciones,
por la tarde recogerá los frutos de la alaban-
za y su alma espontáneamente exclamará:
“¡El alma magnifica al Señor!”. No como
una recitación compuesta por otros, sino
como un cántico que nace del corazón cada
vez más puro e inmaculado. *
Peregrinos de oración
y de caridad
El año pasado escribí en el Eco que
también los autocares de peregrinos pueden
ayudar a los refugiados, al menos a aque-
llos más cercanos a Medjugorje: el que está
cerca de Capljina y el que está cerca de
Grude. Algunos amigos me llamaron para
tener los teléfonos y las indicaciones nece-
sarias, luego compraron en los supermerca-
dos cercanos a Medjugorje (carne, pollos,
leche, huevos, queso, atún..., fruta, verdu-
ra..., detergentes...) y los llevaron a las
barracas de Tasovcici (387 refugiados de
los cuales 104 son menores de 17 años), al
viejo ex manicomio de Domanovici (170
refugiados de los cuales 46 son ancianos
que residen en una especie de enfermería),
a Dubrava de Grude, y también a barracas
aisladas y sin agua con 87 refugiados (de
los cuales 7 son niños y 5 jóvenes) que a
menudo no tienen más que una sopa de ver-
duras para comer... y a veces ni siquiera
eso. En estos tres campos de refugiados hay
croatas católicos de Bosnia central
En Mostar, ciudad cercana, hay otras
necesidades. En la parte croata señalo: el
Centro para discapacitados “Nuestra fami-
lia” con las Hermanas Siervas del Niño
Jesús, la residencia de ancianos, el comedor
popular, las ancianas solas y enfermas aco-
gidas por las Religiosas de San Vicente. En
la parte musulmana (más dejada y más
pobre): el orfanato “Egipto” con 50 niños,
la residencia de ancianos, el Centro
Merhamet con ambulatorio para los pobres.
En nuestra próxima peregrinación de
caridad volvemos al norte de Bosnia donde,
hacinadas en muchos centros de refugiados,
viven (o sobreviven) miles de viudas y
huérfanos de Srebrenica y de otras ciudades
donde hace diez años masacraron a decenas
de miles de hombres.
Estamos recibiendo donativos también
para los tres casos que señalamos en el
n.182 del ECO: residencia de ancianos de
Stup/Sarajevo; Paolo Gozzo – Rumanía;
Iglesia de Jasenovac.
Agradecemos de corazón a todos los
bienhechores y esperamos que el flujo con-
tinúe aún para poder dar a estos tres desti-
nos una ayuda sustancial y posiblemente
definitiva.
Quedo siempre a vuestra disposición
para más información sobre todas estas rea-
lidades. A pesar de los compromisos y las
distancias, os indico que puedo ponerme a
vuestra disposición para encuentros de sen-
sibilización.
Alberto Bonifacio
Alberto Bonifacio – Centro Información
Medjugorje
– Via S. Alessandro, 26 –
23855 PESCATE (LC) –
Tel. 0341-368487 – fax 0341-368587 – e-
mail: b.arpa@libero.it
Para eventuales ayudas y donativos enviar-
los a: A.R.PA. Associazione Regina della
Pace Onlus (misma dirección):
* cuenta corriente postal n. 46968640
N
OTICIAS DE LA
T
IERRA
B
ENDITA
Sacerdotes para la Comunidad
El 30 de octubre Mons. Bruno Forte, arzo-
bispo de Chieti-Vasto ordenó a los dos primeros
sacerdotes de la Comunidad “Reina de la Paz,
completamente tuyos – a Jesús por María” fun-
dada en 1997 por el p. Tomislav Vlasic. A los
dos nuevos presbíteros los mejores deseos de un
ministerio santo al servicio de la Iglesia y de los
hermanos.
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Los niños en peregrinación
a Medjugorje
Es ya el tercer año que se realiza la pere-
grinación de familias con niños a
Medjugorje, idea nacida del gran corazón de
la “abuela Clotti”, inicialmente en agradeci-
miento a la Virgen María por la sanación de
una nieta suya, pero que enseguida el
Espíritu Santo ha extendido, involucrando
en esta experiencia de gracia a muchos
niños con sus familias.
Un centenar son los participantes, de los
cuales 50 son niños de 1 a 15 años de edad,
que salieron de Milán con dos autobuses el
día de la Visitación.
Acompañados por 2 sacerdotes, el pro-
grama estaba hecho a la medida de los
pequeños, para dar espacio al encuentro con
el amor de Jesús, a través de la Madre María
y la amistad.
Un largo viaje, acompañado por juegos,
oraciones y cánticos y con una pausa para el
habitual chapuzón en el mar de
Croacia…¡una especie de bautismo!
A la llegada a Medjugorje, las chicas de
la Comunidad “Cenáculo” nos acogieron
con un espectáculo sobre el tema de las apa-
riciones y el día 2 del mes todos los niños
estaban alrededor de Mirjana, la vidente,
para asistir a la aparición extraordinaria ,
preparándose con dos horas de oraciones y
cánticos. Naturalmente no ha faltado la
subida a los montes, y justo sobre el
Podbrdo, parando frente a la estatua, un pro-
fundo silencio unió en el Corazón
Inmaculado de la Madre a sus hijos con el
Cielo, entre ellos y con toda la creación.
En su sencillez, los niños han acogido el
gran regalo que encierra Medjugorje, en pri-
mer lugar con sus vivos deseos de volver
cada año, y luego manifestando abiertamen-
te sus TESTIMONIOS:
Así escribió con su ordenador Rosa, una
niña autista:
“Digo Virgen estaba. Yo unida con María
estaba sus brazos, estaba con Ella, amada.
Tierna hija era…Estoy feliz de haberos
conocido, con fe se hacen amigos más
deprisa. María nos ama si los corazones
están abiertos”.
Pedro, 10 años:
“Hemos hecho el Vía Crucis en el Krizevac
con los pies descalzos para hacer un sacrifi-
cio por las almas del Purgatorio”.
Felipe, de 9 años:
“Cuando se apareció la Virgen sentía mi
corazón abrirse y algo fresco y ligero que
pasaba por los pulmones y llegaba al cora-
zón”.
Juan, de 10 años:
“¡Oyendo las oraciones de los niños más
pequeños he pensado que los pequeños son
los más grandes!”.
Lucas, de 11 años:
“Cada chico de la Comunidad “Cenáculo”
me ha dado un poco de alegría, de felicidad,
de amor, que me han llenado el corazón.
Esta felicidad junto con la alegría pienso
que la he dado a las personas tristes y des-
consoladas, mientras que el amor lo he dado
a las personas excluidas y rechazadas por
los demás. Desde hace varios años vengo a
Medjugorje, y el momento más bonito es el
de la aparición de la Virgen a Mirjana.
Muchas gracias a todas las personas que me
han ayudado en los momentos de tristeza de
esta peregrinación.”
Pablo , de 7 años:
“Es la segunda vez que vengo y he sentido a
Jesús en el corazón, que me llamaba y así
también sé que María me quiere mucho”.
Emanuel, de 9 años:
“La Virgen tiene el corazón de oro, igual
que el de Jesús. Ellos quieren que en el rei-
no haya paz y amor. Cristo se ha sacrificado
por nosotros, y nosotros por Él debemos
poner paz en el mundo”!
Pedro, de 12 años:
“Tu, mamá, me has dicho que de
Medjugorje todos vuelven con algo en el
corazón. Yo vuelvo con ganas de regresar”.
Andrés , de 9 años:
“Para mí el momento más bonito ha sido
haber ido a recitar donde los niños huérfa-
nos porque los hemos hecho felices.”
Francisco , de 11 años:
“Para mí en cambio cuando estábamos
todos reunidos en silencio en el Podbrdo.
Sentía un gran amor y una gran paz.”
Jorge , de 12 años:
“Se llega con el corazón un poco triste y se
regresa con el corazón más armonioso”.
Samuel, de 8 años:
“María, te amo con todo mi corazón. Amén”
Teresa, de 7 años:
“Hace ya algunos años que vengo a
Medjugorje y cada vez mi corazón esta lle-
no de alegría”.
Juan , de 12 años:
“Aconsejo a todos esta experiencia y espero
poder participar también el próximo año”.
Elena Ricci
¡Qué potencia la bendición!
El 2 de octubre una gran multitud presen-
ció la aparición a Mirjana, a la que la Virgen
dio el siguiente mensaje: “Vengo a vosotros
como Madre. Os traigo a mi Hijo, la paz y el
amor. Purificad vuestros corazones y tomad
a mi Hijo con vosotros. Dad a los demás la
verdadera paz y la felicidad”.
A estas pala-
bras, Mirjana añadió: “La Gospa nos bendijo
a cada uno de nosotros y también a los artí-
culos religiosos que teníamos. Luego insistió
nuevamente en la importancia de la bendi-
ción de un sacerdote”.
Hay varios tipos de bendición; no hay
que confundirse. Cuando un sacerdote ben-
dice (o un obispo, un cardenal o el Papa), es
Jesús mismo que bendice
a través de la
ordenación sacerdotal. Entonces es Cristo
que derrama en nosotros su santidad divina.
Toma de lo suyo para hacernos partícipes a
nosotros. Esta bendición es una gracia
inmensa y no depende de la santidad del
sacerdote. Si el alma que la recibe está
abierta y recogida, entonces Jesús abre el
tesoro de Su Corazón y lo derrama con
abundancia, según la disponibilidad de esta
alma y de su fe. Las almas humildes son
las que más reciben.
Como la bendición llega al alma directa-
mente, a menudo la inteligencia no es cons-
ciente de esta efusión que supera sus facul-
tades; por esto a menudo nos distraemos y
corremos el riesgo de perder el regalo que se
nos hace. Es una grave pérdida, porque el
alma cuando está recogida se encuentra
enriquecida, fortificada, protegida y satisfe-
cha de toda bendición; y el fruto más bello
es que el alma puede unirse a Dios más ínti-
mamente. Los frutos de la bendición son
tales que pertenecen ya a la eternidad, y dan
al alma una belleza especial. Como ocurre
con todos los dones de Dios, cuanto más
celo se pone al dar o recibir la bendición,
tanto más eficaz es ésta.
En Medjugorje la Virgen ha dicho: “¡Si
los sacerdotes supieran lo que dan cuando
bendicen, bendecirían día y noche!”. Y tam-
bién: “La bendición del sacerdote es más
grande que la mía”
(mensajes privados a
Marija sin fecha),
porque el sacerdote ha
recibido el sacramento del Orden.
También los laicos pueden bendecir y
la Iglesia recomienda a los padres, por ejem-
plo, que bendigan a sus hijos todos los días.
La Virgen pide que los niños sean bendecidos
por la mañana y por la noche (mensaje sin
fecha de los años ’80).
¡Pero también los
niños pueden bendecir a sus padres!
La
potencia de tal bendición depende mucho del
que la da, por esto la bendición de María es
particularmente fuerte. Si una madre terrena
puede bendecir a su hijo, ¡tanto más puede
hacerlo nuestra Madre celeste!
En Medjugorje la Gospa da su bendi-
ción a todos los presentes después de haber
saludado diciendo: “Alabado sea Jesucristo,
mis queridos hijos” y antes de rezar por
nosotros con las manos extendidas. Un día
le pregunté a Marija por qué la Gospa nos
daba a veces su “bendición de alegría”, otras
su “bendición materna”, otras su “bendición
solemne”, etc… y la diferencia qué había
entre estas bendiciones. Marija me respon-
dió: “La Gospa no lo ha explicado…”,
¡debemos pues recibir el don con confianza
y gratitud y nuestra Madre celeste hará el
resto según nuestras necesidades!
Sor Emmanuel
(Enfants de Medjugorje)
Sacerdotes en Medjugorje:
Un papel importante y delicado
Mons. Issam John Darwish, Eparca de
la Iglesia Católica Melquita de Austria y
Nueva Zelanda, vino en peregrinación pri-
vada a Medjugorje, tal como él mismo cuen-
ta: “El día antes de partir tuve un encuentro
con el Papa, a quien pedí que bendijera al
grupo de peregrinos que iba a acompañar.
Con una sonrisa llena de bondad el Santo
Padre dijo: “Que Dios os proteja y bendiga”.
María juega un importante papel en la vida
de la Iglesia bizantina; nos lleva a Jesús y
profundiza nuestra fe.
El número de peregrinos que viene a
Medjugorje es un signo de Dios. La atmós-
fera de oración es muy profunda. Creo que
Medj. es un lugar de espera y hace una pre-
gunta a todos nosotros: ¿Cómo profundizar
en la fe? La oración ante la Cruz, la
Adoración, la Eucaristía dan a los peregri-
nos una espiritualidad profunda. Pero para
que haya frutos auténticos pienso que el
papel de los Sacerdotes es muy importante.
Su misión es la de ayudar a las personas a ir
más allá de los signos y a encontrar en los
Sacramentos lo que buscan. No es necesario
ver a la Virgen: ¡podemos verla con los ojos
interiores, con los ojos de la fe! Escribiré un
opúsculo de mis impresiones sobre
Medjugorje. Animaré a los fieles a venir en
peregrinación, a vivir algún día de oración y
de conversación interior. Animaré también a
los sacerdotes a que vengan con ellos. Pero
tengo un deseo en el corazón: que
Medjugorje se abra a los vecinos: a los orto-
doxos y a los musulmanes, que se convierta
en un centro de diálogo con ellos”.
7
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para toda la Iglesia. Recemos todos unidos
por Australia y su pueblo, antiguo y nuevo,
de modo que pueda responder con el cora-
zón abierto al amor y a la gracia que Dios
Padre quiere darle.
Beverley K. Drabsch
Villanova M., 1 de noviembre de 2005
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Que nos bendiga Dios Omnipotente,
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Amén
La Reina de la Paz
y Australia
La Virgen siempre ha demostrado un
amor especial hacia sus hijos. En el extremo
norte de Australia vive una remota
comunidad aborígen llamada Port
Keats que cuenta con cerca de 3000
almas. La gente es pobre, mal ubica-
da en casas demasiado pequeñas y
humildes, padece enfermedades cró-
nicas y escasa sanidad. Algunos
miembros de la Comunidad Católica
Aborigen San Martín de Porres, junto
con su Capellán, P. David Tremble, y
otro Hermano de la comunidad reli-
giosa de los Misioneros del Amor de
Dios, desde hacía tiempo esperaban
llegar a ese lugar para encontrarse con
la comunidad católica. Por varios motivos
ajenos a ellos, la misión quedó en varias
ocasiones bloqueada. El Padre David expli-
ca cómo el camino se ha abierto gracias a
la oración
, y cómo sentimientos de rivali-
dad y rencor han desaparecido por completo
dejando lugar a la paz y a la reconciliación.
“Después de tres salidas fallidas – la
carretera había sido cerrada por ceremonias
locales, funerales y lucha entre bandas de
jóvenes rivales- el grupo de la comunidad
San Martin, con base en Darwin, por fin
recibió la autorización. ¡Era el 8 de septiem-
bre, día en que la Iglesia celebra el naci-
miento de María!”
En Medjugorje, la Gospa nos recuerda
constantemente la importancia de la oración y
del ayuno, especialmente en preparación a
determinadas fiestas. Ella, Mediadora de las
Gracias, después recompensa los sacrificios
de sus hijos con abundancia de gracias y ben-
diciones. “Cada retraso incitaba a rezar y ayu-
nar más intensamente por esta misión”, con-
tinúa el Padre David, “incluso cuando el vie-
jo autobús quedó averiado tras recorrer los
primeros 100 kms. Bastó una simple repara-
ción, y nos pusimos de nuevo en camino.
A nuestra llegada, tras 7 horas de viaje,
nos comunicaron que durante las primeras
horas del domingo una banda de jóvenes del
pueblo se estaba armando con cadenas y
barras de hierro para atacar a otra banda
rival. Algunas mujeres de la comunidad
católica supieron esta noticia mientras ora-
ban. De improviso, tres de estos jóvenes vie-
ron a una mujer con los brazos extendidos
en gesto de súplica- un poco como la Virgen
de la Medalla Milagrosa. Estupefactos por
esta bella visión en el cielo oscuro, abando-
naron las armas de hierro y de lobos que
eran, se volvieron mansos como corderos
.
Convencieron a los demás hombres de hacer
lo mismo.
Durante las siguientes tardes de la
misión, estos tres jóvenes, muy tímidos,
como es típico entre la gente aborigen , han
sorprendido a todos dando testimonio en
público de este hecho. Y, todavía más sor-
prendente, la última tarde de nuestros
encuentros, dedicada al Espíritu Santo,
muchos miembros de la otra banda llegaron
pidiendo oraciones de sanación y de libera-
ción. No olvidaré nunca el privilegio de
haber visto en las miradas de muchos hom-
bres, mujeres y niños una apertura al amor
de Dios que viene para sanar”.
Australia, conocida también como la Gran
Tierra del Sur del Espíritu Santo, ha sido
escogida para hospedar la próxima Jornada
Mundial de la Juventud (en Sydney, en
2008), una oportunidad de crecer en gracia
Las apariciones
de la Virgen
en Ruanda,
en una película
La Obra de Derecho
Pontificio “Ayuda a la
Iglesia Sufriente
” (ACS)
está subvencionando un
proyecto para la realización de una película
sobre Kibeho – meta de peregrinaciones en
Ruanda – y las apariciones de la Virgen
María en el país africano.
“Aún sin ser Kibeho un santuario muy
conocido en el mundo, es el único lugar de
peregrinación en Africa en el que ha habido
apariciones de la Virgen reconocidas por la
Iglesia. Podría pues compararse a
Guadalupe, Lourdes o Fátima”, ha afirma-
do el jueves Christine du Coudray, respon-
sable de la sección africana de ACS, de
vuelta de un viaje a Ruanda.
“Nuestra Señora de los Dolores se apa-
reció allí entre 1981 y 1983 y los que la vie-
ron están vivos y tienen ya más de 40 años
de edad, ha recordado. La película que ACS
está financiando “será un regalo para la
Iglesia necesitada de Ruanda, donde hasta
hoy la violencia ha sido protagonista de la
vida cotidiana, ha constatado. “A pesar de
la crueldad que domina el país”, du
Coudray ha añadido que, “Kibeho es un
lugar de oración y reconciliación. Éste es
un mensaje para África y para el mundo”.
En presencia de todos los Obispos de
Ruanda, del Nuncio Apostólico, de las
autoridades civiles y de numerosos sacer-
dotes, religiosos y fieles, hace poco mas de
dos años, el Prefecto de la Congregación
para la Evangelización de los Pueblos, el
Card. Crescenzio Sepe, consagró en
Kibeho el santuario mariano dedicado a
Nuestra Señora de los Dolores.
El lugar, donde desde 1981 la Virgen
María se ha aparecido en varias ocasiones,
es meta de peregrinaciones nacionales, pero
también internacionales. En base a lo que
dicen los videntes, la Virgen se apareció y
se ha presentado en lengua local como
Nyina wa Jambo”,– “Madre del Verbo” -
, invitando a la conversión , a la oración y
al ayuno. En sólo una ocasión ha mostrado
imágenes fuertes: un río de sangre, perso-
nas que se mataban y cadáveres abandona-
dos sin que nadie los enterrara.
En los años sucesivos la terrible visión
ha sido relacionada con el genocidio que
convulsionó a Ruanda desde 1994 a 1995, y
que ha visto en Kibeho uno de los escena-
rios más sangrientos.
Según los responsables de ACS para
África, en este momento “lo que la Iglesia
de Ruanda necesita más es ayuda para la
formación de sacerdotes, religiosos y cate-
quistas laicos, así como para la construc-
ción de edificios eclesiales y, especialmen-
te, una nueva catedral para las peregrina-
ciones a Kibeho”.
(ZENIT)
Los lectores escriben
P. Lino Gallina, Kenya: Muchas gra-
cias por el regalo del ECO que nos llega
como una bendición. A través del Eco
muchos han tenido la posibilidad de cono-
cer a maría, su amor por cada uno de noso-
tros, y el plan de Dios por cada uno. Por
esto os agradezco en nombre de todos los
que lo leen. María está en el trabajo de aquí,
porque también los pacientes del hospital
de Wamba me piden copias del Eco. Si fue-
se posible, me gustaría recibir más copias.
En nombre de estos hijos de Dios, agradez-
co e invoco la bendición de Dios sobre
todos vosotros.
Rina, Roma: La primera vez que leí el
ECO fue hace tres años. Desde entonces se
ha convertido en un compañero y una ayu-
da en la fe especialmente en los momentos
de dificultad. Os lo agradezco de corazón y
rezo para que podáis llevar adelante esta
misión que es ayuda a tantas personas.
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