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Eco de Maria Reina de la Paz 172 (Noviembre-Diciembre 2003)

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Eco di Maria
Regina della Pace

Español 172



Mensaje del 25 de septiembre de 2003

"Queridos hijos, también hoy os invito a acercaros a mi corazón. Sólo así comprenderéis el don de mi presencia aquí entre vosotros. Deseo guiaros, hijitos, al corazón de mi Hijo Jesús, pero vosotros os resistís y no queréis abrir vuestros corazones a la oración. Os llamo nuevamente, hijitos, no seáis sordos, y comprended que mi invitación es salvación para vosotros. Gracias por haber respondido a mi llamada."

¡No seáis sordos!

Este mensaje es la llamada angustiada de la Madre que no se cansa de llamar una y otra vez a Sus hijos, cuanto más lejanos los siente más desea estrecharlos a Sí, acercarlos a su corazón. En este abrazo comprenderemos el don de su presencia entre nosotros. No son palabras, ni razonamientos, ni adoctrinamientos sino latidos de vida que pasan de Corazón a corazón. Estrechado a Ella nuestro corazón latirá conjuntamente con el Suyo y cuando nuestros latidos se confundan con los Suyos, entonces nosotros comprenderemos. Entenderemos lo infinitamente grande que es el don de su presencia en Medjugorje, el tesoro inestimable de gracia que encierra, y qué perspectivas de salvación se abren para el mundo. El Corazón de María, el Corazón de Jesús, nuestro corazón. Es un encuentro de almas y no de teorías, ni siquiera de doctrinas. Mirar a María, contemplarla, sentirla viva y cercana, llamarla, invocarla, hablar; confiarse a Ella, establecer con Ella una relación de vida real y concreta, sin ficciones, sin reticencias; entregarse a Ella con docilidad, con obediencia, con amor, con confianza.

Deseo guiaros, hijitos, al corazón de mi hijo Jesús. Ésta es la misión de María en la espera del retorno del Hijo. El don de su presencia entre nosotros no es un fin en sí mismo; el fin es guiarnos al corazón de Jesús. Haced lo que Él os diga (Jn 2, 5), nos repetirá aún, y el Corazón Santísimo de Jesús nos hablará de Su Amor. Él, que siendo de condición divina, no codició el ser igual a Dios, sino… que se rebajó a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz (Fil 2, 6-8) nos hará partícipes de Su amor hacia el Padre. Él que tiene sed (Jn 19, 28) de nuestro amor nos habilitará para saber esperar amor de los que nos persiguen, a tener sed de este amor. Ser cristianos significa estar en el Corazón Santísimo de Jesús para vivir en Él y dejarse vivir por él, para ser uno con Él. Pero nosotros nos resistimos y no queremos abrir nuestros corazones a la oración. Así comprometemos la acción de María en nosotros, así no alcanzamos el Corazón de Jesús. Pero María está todavía con nosotros. Yo os invito de nuevo, hijitos, no seáis sordos, y comprended que mi invitación es salvación para vosotros. Nosotros, que afirmamos creer en la autenticidad de la presencia de María en Medjugorje, ¿cómo consideramos estas palabras? Y sin embargo ni siquiera haría falta creer en esta presencia Suya para reconocer el valor salvífico de esta invitación. Fuera de Jesús no hay salvación. Intentemos abrir nuestros corazones a la oración; dejemos orar en nosotros al Espíritu, sin aplastarlo con nuestros formulismos o nuestras palabras. Vivamos la S. Misa. Adoremos a Jesús en el sacramento de la Eucaristía y que nuestra vida sea un altar de Su presencia eucarística. Intentemos alabar a Dios no sólo en la alegría sino también en las adversidades, no sólo en el Tabor sino también en el Camino de la Cruz. Intentemos vivir las Bienaventuranzas (Mt 5, 1-12; Lc 6, 20-26). Éste es un tiempo de gracia, tiempo propicio para un camino de santidad. El rey espera que se llene la sala del banquete preparado para las bodas del hijo (Mt 22, 2-14); María ha preparado para nosotros el vestido nupcial; ¿a qué esperamos para ponérnoslo? Paz y gozo en Jesús y María.

Nuccio Quattrocchi

 

Mensaje del 25 de octubre de 2003

"Queridos hijos, os invito de nuevo a consagraros a mi corazón y al corazón de mi hijo Jesús. Deseo, hijitos, conduciros a todos por el camino de la conversión y de la santidad. Sólo así, a través de vosotros, podemos conducir el máximo número de almas posible por el camino de la salvación. No os demoréis, hijitos, sino decid con todo el corazón: Deseo ayudar a Jesús y a María para que el máximo número de hermanos y hermanas conozcan el camino de la santidad. Así os sentiréis contentos de ser amigos de Jesús. Gracias por haber respondido a mi llamada."

Consagrados a su corazón

No os demoréis, hijitos. Es una dulce llamada cuando quizás lo que mereceríamos es una dura reprobación. Pero María es madre de misericordia y aún nos espera. Os invito nuevamente a consagraros a mi corazón y al corazón de mi hijo Jesús. La consagración que nos pide María termina con el deseo de conducirnos a todos por el camino de la conversión y de la santidad. Para esto hemos sido creados y para esto María nos llama de todas las maneras posibles. Progresar por el camino de la santidad es ya un objetivo tan elevado que nos impulsa a sacrificarlo todo con gozo para alcanzarlo. Pero aquí no se trata sólo de la santidad de unos pocos; está en juego la salvación de muchos: sólo así, a través de vosotros, podemos llevar el máximo número de almas posible por el camino de la salvación. Por esto es necesario (sólo así) dejarse conducir por María por el camino de la conversión y de la santidad para que Jesús y María puedan llevar la salvación al máximo número de almas posible. ¡Jesús y María nos necesitan (a través de vosotros) para salvar las almas! ¡Es una realidad bien conocida por la Iglesia, es historia vivida por muchos santos, pero es también siempre un gran misterio, el misterio impenetrable del Amor de Dios! Tanto en Fátima como en Medjugorje, María invita a la consagración a Su Corazón Inmaculado para la salvación personal y del mundo entero. Hace 15 años exactamente (mensaje del 25.10.1988) nos decía: "…Por esto, hijitos, hoy os invito a la oración dirigida a mi querido hijo Jesús, para que todos vuestros corazones sean suyos (es decir, consagrados al Corazón de Jesús, tal como hoy nos invita). Y además os invito a consagraros a mi Corazón Inmaculado (como hoy). Deseo que os consagréis personalmente, como familias y como parroquias, de modo que todo pertenezca a Dios a través de mis manos…"

Consagrarse al Corazón Inmaculado de María y al Corazón de Jesús significa ofrecerse totalmente, alma y cuerpo, a Jesús y María; vivir de Ellos, con Ellos, por Ellos; perder nuestra imagen para asumir la de Ellos, dejar que todo en nosotros y de nosotros sea visitado y redimido por Ellos. Consagrarse significa ofrecerlo todo para ser completamente y sólo de Dios; significa dejarse elevar con Cristo (Jn 12, 32) cuando el sufrimiento nos aplasta, cuando la soledad nos asusta, cuando la muerte avanza. Significa mirar al Hijo del hombre alzado sobre la Cruz (Jn 3, 14-15) cada vez que la mordedura de la serpiente antigua es para ti veneno de odio, o de orgullo o de desesperación. Consagrarse significa no pertenecerse más a sí mismo sino reservarse para Dios. Ciertamente, no es posible consagrarse contando sólo con nuestras fuerzas; no basta, aunque sea necesaria, sólo nuestra voluntad; no basta ningún otro don humano si no está sostenido por la gracia divina. Pero esta gracia está asegurada por María en persona; es Ella la que nos llama a la consagración, es Su deseo conducirnos por el camino de la santidad. ¿Qué es lo que nos falta? No nos demoremos más. Ayudemos a Jesús y María para que el máximo número de hermanos y hermanas conozcan el camino de la santidad. No es con palabras como se indica el camino de la santidad sino dejándose llenar de Espíritu Santo, viviendo unidos estrechamente, es decir, consagrados, a Jesús y María. Pensemos que entre los hermanos y las hermanas que esperan esta revelación están quizás nuestros cónyuges, nuestros hijos, nuestros seres queridos; y quizás hay también personas que nos son hostiles, que nos han hecho mucho daño y que precisamente por esto necesitan nuestro perdón (Lc 23, 34). Que para unos y para otros nuestra persona sea vehículo de la Misericordia divina y así experimentaremos la alegría de ser amigos de Jesús.

N.Q.

 

 

LOS 25 AÑOS DEL PAPA WOJTYLA

Tiempo de jubileo, tiempo de balances, tiempo de memorias para nuestro Papa que el 16 de octubre celebró el 25º Aniversario de su pontificado. Alguien lo ha definido como el "papa de los récord", y no sin razón, vista la densidad y la variedad de los acontecimientos que han caracterizado su vida y su actividad. Un hombre venido del este para ocupar, de forma inesperada, la cátedra de Pedro y que ha incidido de manera determinante en el destino del mundo con su acción profética, precursora y desde muchos aspectos anticonformista. Las celebraciones quizás hacen aflorar el "culto de la personalidad" y canonizan antes de tiempo a quien en cambio tiene ganas de ser protagonista de su propia historia. Seguramente este coro de consensos y de aplausos es gratificante además de merecido, también por estar compuesto de voces diversas, creyentes y no creyentes, procedentes de todas las latitudes del planeta. Pero cuando los análisis se concentran demasiado en la importancia del rol político y social desarrollado por el Pontífice, se corre el riesgo de perder de vista el núcleo central, de donde mana la energía que mueve al Pontífice en su misión apostólica: la llamada de Cristo. Piensa en ello el Santo Padre al recordarlo en la homilía que lee a los invitados ilustres y a los millares de personas que llegan de todas partes para celebrarlo: "En el Cónclave, a través del Colegio Cardenalicio, Cristo me dijo también a mí, como hace un tiempo a Pedro en el Lago de Genesaret: "Apacienta mis ovejas" (Jn 21, 16). Sentía en mi alma el eco de la pregunta dirigida entonces a Pedro: "¿Me amas? ¿Me amas más que éstos…?"

Sólo en la lógica de la mirada de amor que Cristo le dirigió se puede leer la respuesta radical de Juan Pablo II. Una respuesta que ha querido compartir con millones de hombres recorriendo lo largo y ancho del mundo (102 viajes internacionales y 143 visitas a Italia). Una respuesta que ha documentado con especial amor en sus 14 encíclicas, en las 13 exhortaciones apostólicas, en las 11 constituciones, en las 42 cartas apostólicas, en las audiencias, en las homilías, en los discursos a la gente… Auténticos y verdaderos monumentos de la fe. "Hoy, queridos Hermanos y Hermanas, me es grato compartir con vosotros una experiencia que se prolonga ya desde hace un cuarto de siglo. Cada día tiene lugar en el interior de mi corazón el mismo diálogo entre Jesús y Pedro. En espíritu, fija la mirada benévola de Cristo resucitado. Él, consciente de mi fragilidad humana, me alienta a responder con confianza como Pedro: "Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo" (Jn 21, 17). Y luego me invita a asumir las responsabilidades que Él mismo me ha confiado". En estos 25 años no ha perdido nunca de vista que la Iglesia es la esposa de Cristo, su Cuerpo, su grey. Es un hecho real y no un "párrafo del Catecismo" en el que ocultar juegos de poder e intereses sórdidos (que incluso aún hoy envenenan la pureza de la Esposa). Servir a la Iglesia, en cualquier posición en la que se encuentre, no significa adquirir privilegios y satisfacer las propias ambiciones, sino que supone aceptar la misma suerte de Cristo que escogió dar la vida por sus ovejas.

"El buen pastor ofrece la vida por las ovejas"(Jn 10, 11), continúa el Santo Padre. Mientras Jesús pronunciaba estas palabras, los Apóstoles no sabían que hablaba de sí mismo. Tampoco lo sabía Juan, el apóstol predilecto. Lo comprendió en el Calvario, a los pies de la Cruz, al ver cómo ofrecía silenciosamente la vida por "sus ovejas". No se puede bromear, pues, con el Cuerpo de Cristo. No se le puede manipular a conveniencia propia. Hay que ser conscientes que se puede asumir una responsabilidad tan grande sólo "por Cristo, con Cristo y en Cristo". "Pedro fue especialmente consciente de esto, "testigo de los sufrimientos de Cristo" (1 Pe 5, 1), que decía a los ancianos de la Iglesia: "Apacentad la grey que Dios os confía" (1 Pe 5, 2).Yo tuve esta misma conciencia cuando el Señor me llamó para llevar a cabo la misión de Pedro. Desde el inicio del pontificado, mis pensamientos, mis oraciones y mis acciones han estado animadas por un único deseo: testimoniar que Cristo, el Buen Pastor, está presente y actúa en su Iglesia. Por esto, desde el primer día, no he dejado nunca de exhortar: "¡Abrid de par en par las puertas a Cristo!". ¡Dejaos guiar por Él, confiad en su amor!

Esto es lo que ha dicho en estos años a los jóvenes, a los que ha dedicado muchísimo tiempo y amor. Esto es lo que ha dicho a las mujeres, que por primera vez en la historia de la Iglesia ha rescatado en su dignidad, subrayando de muchas maneras la centralidad del "genio femenino". Lo ha dicho a los gobernantes de las naciones y a los pueblos en guerra, a través de gestos concretos de reconciliación y un imparable compromiso por la paz. Lo ha dicho a las iglesias de distintos credos y confesiones, promoviendo el diálogo ecuménico y la búsqueda de "la unidad en la diversidad". Lo ha dicho a los pobres, a los enfermos, a los marginados, a los menos afortunados, a quien se muere de hambre y a quien vive hambriento. A quien pide sólo esperanza. Lo ha dicho por María y con María, a la que de modo definitivo y total había consagrado su pontificado y a la que con ternura filial continúa susurrando: ¡Totus tuus, Reina de la Paz!

S.C.

 

 

Madre Teresa Beata: el vaso de agua de Jesús

Popular desde siempre, desde siempre amada y admirada. No es fácil escribir sobre ella, especialmente en estos días que coronan su beatificación en que todos hablan y de todo se escribe. Un acontecimiento anunciado, esperado, osaría casi decir, dado por supuesto. Ríos de tinta corren por las páginas de los periódicos de todo el mundo para rendirle homenaje. Es un deber hacerlo, a costa de ser repetitivos. Lo importante es no ser retóricos. La protagonista es la "sierva de los más pequeños", MADRE TERESA DE CALCUTA, la minúscula hermana de origen albanés que acogió con seriedad la petición del Dios crucificado que un día le susurró claramente en el corazón: "Tengo sed…".
Jesús tenía sed de almas y de amor.
Pero sobre todo tenía sed en las almas de los pobres: en las almas y en los cuerpos de los moribundos, de los rechazados, de los miserables. Pocos estaban dispuestos a ofrecerle bebida para aplacar su sed. Había que comprometerse, y sobre todo había que estar en medio de ellos, entrar en sus llagas, las físicas y las morales, sin disgustos ni vacilaciones. Ella lo hizo, Agnes Gonxha Bojaxhiu, que tomó el nombre de Teresa &emdash; como la pequeña de Lisieux &emdash; cuando pronunció sus votos en el Instituto irlandés de la Beata Virgen María, conocido como "las Hermanas de Loreto". Veinte años serenos en una comunidad que pensaba que iba a ser la suya para siempre, pero que no vaciló en abandonar para seguir aquella voz suplicante que no podía quedarse sin ser escuchada. Por medio de locuciones y visiones interiores, Jesús le reveló el deseo de su Corazón de tener "víctimas de amor que irradiaran su amor en las almas". Decidió entonces convertirse ella misma en un vaso de agua para saciar la sed del Sediento. Ya se sabe, un vaso que se ofrezca con agua para beber debe estar limpio, vacío y con la capacidad necesaria. Así era la Madre Teresa. Se dejó limpiar por la oración asidua, vaciar por las renuncias, y se hizo muy capaz del sacrificio. Por esto de su corazón podía manar el agua viva, la única capaz de abrevar las almas y cuyo manantial es sólo la caridad. Comenzó de este modo su viaje a la tierra de los últimos, para atender a quien ya no tenía más derecho que el de morir. De hecho, le gustaba repetir que la pobreza más grande es la de no ser deseado, la de no tener a nadie que se ocupe de ti. Muchísimas mujeres han seguido su camino, por miles, adoptando el nombre de "Misioneras de la Caridad" en la nueva Congregación que la Madre fundó para "aplacar la sed infinita de Jesucristo en la cruz por amor de las almas… trabajando por la salvación y la santificación de los más pobres entre los pobres". La suya fue verdaderamente una "llamada en la llamada".

Muchos la comparan a Francisco, el santo de Asís. Tienen rasgos comunes que nos hacen amarla más que a otros, comenzando por la radicalidad con la que ambos han seguido a Cristo pobre y crucificado, rechazando mediaciones de cualquier tipo y aplicándose a sí mismos lo que Dios había escogido para sí: el abajamiento y el despojamiento total (cfr Fil 2, 7). Les unía la prioridad absoluta que daban a la oración, único recurso en el cansancio cotidiano; la pasión por la Eucaristía, lugar íntimo de encuentro con el Amado; la pasión por los miserables, por los que no son nada y que a sus ojos se convertían en un bien precioso al que servir con cuidado y ternura. Hijos de su tiempo, ambos sabían tejer con desenvoltura relaciones con todos, con los poderosos y con los débiles, permaneciendo siempre los mismos, sin máscaras ni intereses que defender, mientras en su pecho ardían aquellas contagiosas ganas de "sonreir a Dios" y decirle sí completamente, hasta a las peticiones más osadas. Unas ganas que se extendían como una mancha de aceite y más allá de todas las previsiones: 5000 los frailes en el tiempo de Francisco, 4500 las hermanas de Madre Teresa. Lo que les hizo &emdash; a pesar de ellos mismos &emdash; iconos de la "santidad global", era la capacidad de sintetizar en su pequeñez la universalidad del amor de Dios. Por esto el mundo los siente suyos. Decía a este respecto Teresa: "Soy albanesa de sangre, india de ciudadanía. Por lo que respecta a mi fe, soy una religiosa católica. Según mi vocación, pertenezco al mundo. Pero por lo que respecta a mi corazón, pertenezco enteramente al Corazón de Jesús".
Vivía su existencia india envuelta en un sari blanco bordado de azul. Los colores tradicionales de María que ella definía como "la primera Misionera de la Caridad". Y a María, a su Corazón Inmaculado, confiaba su misión, sus hijos y sus hijas. La corona del rosario era casi una prolongación de sus manos y lo rezaba en cada momento libre. En una biografía reciente, nacida de las indagaciones que se llevaron a cabo durante el proceso de beatificación, leemos: "Escondida a los ojos de todos, escondida incluso para aquellos que le estaban más cercanos, su vida interior estuvo marcada por la experiencia de una profunda, dolorosa y permanente sensación de estar separada de Dios, incluso rechazada por Él, junto a un creciente deseo de Él. Llamó a su prueba interior: la oscuridad." Fue, aquella, una prueba de rasgos punzantes, acogida como un singular "don y privilegio".

"Estoy personalmente agradecido a esta mujer valiente, que he sentido siempre cerca de mí", declara Juan Pablo II en su homilía el día de la beatificación de la Madre Teresa. Era una mañana soleada, el 19 de octubre, un domingo en el que desde las primeras horas del alba unas 300.000 personas se reunieron en torno al viejo Papa para asistir a la beatificación más rápida de toda la historia: apenas 6 años después del fallecimiento de la religiosa albanesa. Fuera de todos los esquemas. Pero así lo deseó el Santo Padre, que de hecho había propuesto saltarse este primer escalón para proclamarla santa directamente. Quería hacerlo él y no podía demorarse… No se le consintió, pero sin embargo nada ha impedido a los 2000 desheredados romanos- que ocupaban los puestos de honor en el recinto de San Pedro &emdash; festejar con él a la "pequeña mujer enamorada de Dios", tal como escribía en su homilía. Una homilía que ni siquiera han podido leer por la enfermedad cada vez más penosa, pero que ha subrayado en cada expresión con la fuerza de su mirada magnética y paterna. "De vez en cuando venía a hablarme de sus experiencias al servicio de los valores evangélicos, explica el Papa. Recuerdo, por ejemplo, sus intervenciones a favor de la vida y contra el aborto, también en ocasión de la entrega del Premio Nobel de la paz (Oslo, 10 de diciembre de 1979). Solía decir: "Si oís que alguna mujer no quiere tener a su hijo y desea abortar, intentad convencerla para que me traiga aquel niño. Yo lo amaré, y veré en él el signo del amor de Dios". Nos paramos aquí. Hay aún mucho que decir y recordar. Estamos muy agradecidos a Dios por este gran ejemplo de santidad que nos exhorta a revisar nuestra existencia con una luz más clara y elocuente. La Madre Teresa nos ha vuelto a proponer el camino de Cristo, sin medias tintas u opciones cómodas. Su grandeza reside en su habilidad de dar sin calcular los costos, de dar "hasta que duela", nos sugiere el Papa. No nos protejamos pues detrás de su santidad para admirarla meciéndonos en nuestra quieta existencia. Quizás es oportuno comprender que precisamente quien vive a nuestro lado es aquel pobre que espera de nosotros un sencillo vaso de agua. Como lo hizo ella. Ni más, ni menos.

Stefania Consoli

 

 

 

LOS NUEVOS SANTOS:

"Salvar África con África"

Éste era el lema de Daniel Comboni, el único superviviente de una familia de Limone del Garda (Italia), un hombre que dio vida a mediados del siglo XIX a un nuevo modo de entender el trabajo misionero, sobre todo en tierra africana. Hijo de unos campesinos pobres, se convirtió en el primer Obispo católico de África Central y uno de los misioneros más grandes en la historia de la Iglesia, sólo porque quiso aventurarse al corazón de África &emdash; con África en el corazón.

"Nigricia" (África)

Se enamoró de la "Nigricia", de África, en un periodo en el que la esclavitud, aun estando prohibida oficialmente, continuaba siendo el destino de hombres y mujeres como si fueran animales enjaulados. Se convirtió en una voz que denuncia las plagas en una Europa en pleno Renacimiento. Se conviertió también en un valiente promotor en una Iglesia en la que "muchos pensaban en África como objeto de ocupación, repartición, dominio &emdash; recuerda el card. F. Arinze &emdash; y donde otros soñaban con un África a la que había que ayudar, civilizar, educar. Pero siempre veían a África como objeto, no como sujeto". En 1864, orando en la tumba de san Pedro en Roma, recibió una profunda inspiración de la que nació una propuesta que presentó al Papa Pío IX: el "Plan de regenerar África con África", la carta magna de su compromiso misionero. Este proyecto es el fruto de la pasión de Comboni por un continente que tenía que encontrar en sí mismo la fuerza para renacer. "Su objetivo en la vida, afirma Gabriel Zubeir Wako &emdash; arzobispo de Khartum desde hace más de veinte años- era llevar la salvación a los africanos hasta que fueran capaces de salvarse por sí mismos." Ésta es aún hoy la grandeza del mensaje de D. Comboni: dar a los africanos las condiciones para crecer por sí mismos. "No se ayuda a los demás a respirar respirando en su lugar &emdash; continúa el prelado &emdash; ni nadie puede hacer crecer una planta, sino solamente ofrecer las condiciones para que eso ocurra". Como instrumento de animación misionera crea entonces una revista misionera, la primera en Italia, mientras que su fe inquebrantable en el Señor y en África lo lleva a hacer nacer el Instituto masculino y el Instituto femenino de sus misioneros.

La cruz por amiga y esposa

En el momento en que, recogido en oración, tuvo la intuición del Plan, Daniel advirtió con certeza que ésta es una iniciativa que partía del Corazón traspasado del Crucificado: "Me sentí transportado por el impulso de aquella caridad &emdash; contará más tarde &emdash; salida del costado del Crucificado, para abrazar a toda la familia humana…" Y en esta familia África está también presente , olvidada por muchos, pero no por Cristo, "que murió también por los negros". Es pues el Corazón de Jesús la fuente de salvación para este continente flagelado, como fue flagelado el Cuerpo de Cristo en su momento de Pasión. Por esto Comboni procede inmediatamente a consagrar solemnemente África Central al Sagrado Corazón de Jesús: "La obra de la evangelización de África &emdash; le gusta remarcar &emdash; se conseguirá no porque nosotros los misioneros estemos decididos a vencer o a morir, sino porque la hemos confiado al Corazón de Jesús, que tiene que incendiar África y llenarla de su fuego divino".

El santo de un África que aún pide ayuda

"Comboni empleó los recursos de su rica personalidad y de su sólida espiritualidad para hacer conocer y acoger a Cristo en África, continente que amaba profundamente", afirmó Juan Pablo II en la homilía de la Canonización del Obispo Daniel Comboni, que tuvo lugar el 5 de octubre de 2003. "¿Cómo no volver la mirada, también hoy, con afecto y preocupación a aquellas queridas poblaciones? Tierra rica en recursos humanos y espirituales, África continúa estando marcada por muchas dificultades y problemas". Tiene razón el Papa: los santos han abierto el camino, han enseñado el recorrido pagando a un precio muy caro sus inspiraciones, sufriendo incomprensiones, calumnias, persecuciones, tal como hizo Comboni que, probado por todas partes, dijo: "nada se hace sin la cruz". Sin embargo, todavía hoy se asiste distraídos a dramas que continúan afligiendo el continente africano: guerras incomprensibles, dictaduras inflexibles, multinacionales que chupan la linfa de un cuerpo al que le cuesta permanecer en pie… y luego hambre, enfermedades, pobreza… Ya no es historia. Es la realidad de nuestros días. Mientras que los medios de comunicación continúan impertérritos su hipócrita complicidad del silencio.

"Yo muero, pero mi obra no morirá"

En este punto se hace urgente el mensaje que Comboni, hoy finalmente ya santo, ha dejado a la Iglesia y a los hombres: ha llegado la hora de un compromiso distinto por África, para no "malgastar" las fuerzas y para ayudar verdaderamente al Continente a sacar fuera las mejores energías. "Como combonianos debemos continuar por el camino ya recorrido", afirma el p. Teresino Serra, elegido hace pocos días como guía de los misioneros combonianos. "Hay que corregir los errores del pasado. No basta con enjugar las lágrimas de los que lloran: hay que detener a los que hacen llorar a los pobres. Muchos se contentan con dar las migajas al pobre Lázaro, convencidos de haber hecho algo. Entre éstos se encuentran incluso algunas asociaciones cristianas y algunas secciones de la Iglesia. Hay que levantarse de la mesa del rico Epulón y sentarse en los escalones de los pobres", concluye el comboniano. "El pensamiento del Comboni está integrado en la confianza en que África debe convertirse en protagonista de su historia". El 10 de octubre de 1881, con tan sólo cincuenta años, marcado por la cruz que nunca lo abandonó como fiel y amada esposa, Comboni muere en Khartoum (Sudán), entre su gente, consciente de que su obra misionera no morirá.

Redacción

 

 

 

Somalia - asesinada una misionera laica de valor extraordinario

Annalena Tonelli, 60 años, fue asesinada el 5 de octubre en Somaliland. Hacía 30 años que vivía en el País del Cuerno de África, donde empleó todas sus energías para curar y prevenir las tuberculosis. Además de las curas médicas, había iniciado también escuelas de alfabetización para niños y adultos tuberculosos, cursos de instrucción sanitaria para el personal paramédico, una escuela para niños sordomudos y minusválidos físicos. "Dios me ha dado la capacidad de superar cualquier problema, nunca pensé en retroceder", decía la Tonelli. Las razones del crimen no están claras; podría haber sido realizado por musulmanes extremistas o con el objetivo de un atraco aunque, en efecto, no se sabe muy bien qué iban a sacar los delincuentes con ello. Todos los que la conocieron, la recuerdan como una mujer verdaderamente misionera que vivió su vida al servicio de los pobres. Recientemente había confesado a un amigo: "La gente aquí en Somaliland es toda musulmana. A pesar de esto han comenzado a decir que aunque soy cristiana, seguramente iré al paraíso: para ellos soy una mujer enviada por Dios y esto me honra aunque me siento indigna de la misión que he recibido. Todos saben con la máxima claridad que soy cristiana: de hecho, hasta rezan en voz alta en la mezquita para que yo me haga musulmana".

 

BOSNIA - ¿Cómo ayudarles a caminar con sus piernas?

Continúan nuestras peregrinaciones de caridad entre las distintas bolsas de pobreza de Bosnia heredadas de la guerra fratricida que la destrozaron en los años pasados. Algunos nos critican diciendo que traemos el pescado cuando tendríamos que traer la caña de pescar. A decir verdad, donde es posible, intentamos llevar ayudas que sirvan para iniciar actividades que los haga más autónomos. El año pasado en la población de Komusina (croatas), cerca del Santuario mariano, en la zona serbia de Teslic (en el norte), además de las acostumbradas ayudas, compramos 5 vacas y 60 cerdos, pusimos en marcha un criadero de gallinas y plantamos varios centenares de manzanos y perales. En las 12 poblaciones musulmanas al norte de Nevesinje, también aquí en la zona serbia, al este de Mostar, desde hace algunos años, llevamos pequeñas máquinas y aperos agrícolas, semillas varias, patatas para sembrar y con el próximo viaje llevaremos la cantidad necesaria para la adquisición de 20 vacas y 30 ovejas. Donde logran organizarse asociaciones de mujeres (viudas, prófugas, etc) llevamos telas, lanas, máquinas de coser industriales y familiares, máquinas para elaborar articulos de punto, etc. (especialmente a Sarajevo y a Mostar).

Pero en los campos prófugos, donde esta pobre gente no tiene ni un mínimo de espacio para cualquier pequeña actividad artesanal, y ni siquiera un metro de tierra para plantar una patata, ¿qué se puede hacer? ¿Dejarlos morir de inanición y de hambre? Como mucho, en algún centro de refugiados, intentamos llevar lana, algodón, telas, máquinas de coser, etc… porque todas estas viudas pueden confeccionar bellos centros, zapatillas, chalecos, etc…, que nosotros mismos les compramos. Pero necesitamos la ayuda de alguien para luego vender estos productos manufacturados. Un gran agradecimiento a todos los que en toda Italia y también en el exterior colaboran con nosotros o nos mandan ayudas y donaciones. He oído con placer que la llamada lanzada para que las peregrinaciones que pasasen por Knin dejen en la Caritas local algunas ayudas, ha sido acogida por algunos organizadores.

Además de los indicados en el ECO n.170, añado aquí otro teléfono de Alberto Bonifacio
Centro de Informaciones Medjugorje &emdash; Via S. Alessandro, 26 &emdash; 23855 PESCATE (LC) &emdash; Tel. 0341 &emdash; 368487 &emdash; Fax 0341 &emdash; 368587
Para eventuales ayudas y donativos, enviarlos a: A.R.P.A. Associazione Regina della Pace &emdash; Asociación de voluntariado (misma dirección)
Cuenta corriente postal 46968640 (nuevo número)
Cuenta corriente bancaria n. 98230/Y &emdash; Banca Popolare di Lecho &emdash; Div. Deutsche Bank &emdash; Plaza Garibaldi, 12 &emdash; 23900 LECCO &emdash; ABI3104 &emdash; CAB 22901

 

 

 

¡El Omnipotente ha hecho grandes obras en ella!

No había previsto una maternidad de este género. Ni siquiera podía imaginarla. Ya tenía un esposo, José, un descendiente de la estirpe de David. Se hubiera casado. Quizás hubiera tenido hijos. Quizás no. Sólo una cosa era cierta: todo hubiera ocurrido de un modo muy distinto a como luego ocurrió en la realidad. "El poder del Altísimo te cubrirá con su sombra… concebirás y darás a luz un hijo…" (cf. Lc 1, 35) oyó un día que le anunciaba un misterioso personaje celeste que irrumpió inesperadamente en su vida. "Cómo puede ser esto si no conozco varón…" fue la respuesta perpleja de la joven virgen. Y sin embargo poco después se convirtió en madre porque, a pesar de todo, con un movimiento del corazón se había adherido a la extraña propuesta. No procedente de semen de hombre pues, sino a través de un poder desconocido, se formó en su seno una criatura. Un modo inusual, incomprensible, y sin embargo real. Fue así como, en el año cero, María de Nazaret dio a luz un hijo que llamó Jesús.

Y esto es lo que hizo en Ella el Omnipotente pasando a través de la puerta de su "sí". Ésta es la buena nueva. Dios mandó al mundo al Unigénito, al Mesías, para salvar a los hombres de todos los tiempos. Y lo hizo a través del cuerpo, el corazón, la mente y la libertad de la pequeña María. Un acontecimiento extraordinario que hará que se hable de ella eternamente. Un hecho inaudito y conmovedor que habría hecho temblar hasta las montañas. Pero ciertamente no a María. Porque María estaba sólidamente enraizada en la fe de su pueblo, Israel, que cantaba para Yahvé: "Grandes son las obras del Señor, las contemplan los que lo aman" (Salmo 111) Aquí podría terminar la historia de esta esposa de Dios. Pero hay más. En virtud de la sencillez y de la naturalidad con la que ella acogía toda la novedad traída por Jesús, María no se quedó en ser sólo su Madre: se convirtió, en Él, en Madre de todos los hombres.

También esto hizo en ella el Omnipotente… Su maternidad se prolonga en el tiempo y en el espacio. No sólo su cuerpo, sino también el alma de María comenzó a generar hijos al Padre de la Vida, a través del Espíritu Santo que la hace fecunda continuamente.

Si María es la madre y nosotros somos los hijos, no puede ocurrir otra cosa para nosotros. Visitados cada día por la Gracia, somos el lugar en el que Dios puede continuar la obra de la creación y manifestar visiblemente su vida. Si nos vaciamos de nuestros proyectos, de nuestras expectativas, de nuestros deseos. Si permitimos que Dios Padre nos sorprenda con sus propuestas, al Espíritu Santo que utilice nuestras facultades y a Jesús que nazca a través de nuestros gestos, palabras y maneras de hacer, nos convertimos en "transparencia" de la Trinidad, templos vivos del Dios vivo, padres de Dios. Es lo que hizo María. Su grandeza, para ella que era pequeña, fue la de dejar hacer a Dios, de permitirle que la utilizase sin condicionar ni siquiera sus acciones o sus intenciones. Por esto tuvo que despojarse de todo lo que podía ser un obstáculo. Así, con humildad. Sin pretensiones, y en la fe.

Aprendamos de ella. Comportémonos como hijos que imitan a la madre. No nos preocupemos en pensar qué hacemos, o cómo lo hacemos… Entreguémonos sencillamente a Dios, como una esposa se entrega al esposo esperando que en ella se derrame la vida. Una vida nueva que pueda desplegarse pronto en toda su belleza, en toda su originalidad. Así Dios no dejará de manifestar su poder creador y su paternidad a través de las pequeñas cosas cotidianas. El Señor hará posible lo imposible. Pero no sin nosotros. Porque nos quiere madres de su Jesús que todavía hoy quiere nacer entre los hombres. Como lo hizo María, que en aquella noche en Belén generó el Verbo del Padre, y lo entregó a todos de buena voluntad.

Stefania Consoli

 

 

 

Cita

"La Biblia nos convence del hecho que no se puede no recurrir a lo que es femenino. Algo análogo ocurre en la economía salvífica de Dios, de la que no podemos olvidar el misterio de la "mujer": "virgen-madre-esposa", escribe el papa. El Rosario es un instrumento útil para orar tanto para el teólogo como para el hombre de la calle. Es una oración popular pero profundamente teológica, porque encierra en sí el plan de Dios sobre nosotros. En resumen, en el Rosario, como diría el gran teólogo Hans Urs von Baltasar, reside el viático "para llegar a Dios".

Card. D. Tettamanzi

 

 

Uganda: Orden de matar a los misioneros

El líder rebelde, un loco visionario pagado por el gobierno de Sudan, que desde hace al menos dos décadas combate contra los pueblos del Norte de Uganda, raptando a sus niños para que combatan contra su propio pueblo, ha dado recientemente la orden a los suyos de "destruir las misiones católicas, matar a los sacerdotes y misioneros a sangre fría, y golpear hasta la sangre a las hermanas". Según fuentes fiables, el 90% de los rebeldes fueron previamente raptados, y durante los últimos veinte años doce combonianos (entre ellos una hermana) han sido asesinados en distintas circunstancias en Uganda. Los misioneros, preocupados, invocan las solidaridad de la nación entera, así como de la comunidad internacional. (agencia Misna)

 

Cómo María nos habla del Rosario

(Segunda parte)

A las llamadas proféticas de la Reina de la Paz hace eco puntualmente el Magisterio inspirado del Papa que, con una gran fuerza, exhorta a la Iglesia a renovar la oración del Rosario para implorar al mundo los grandes dones de la paz "al comienzo de un milenio que ve cada día en todas las partes del mundo nuevas situaciones de sangre y de violencia" (Rosarium Virginis Mariae n.6) y de la comunión en la familia "célula de la sociedad, cada vez más atacada por fuerzas disgregadoras, a nivel ideológico y práctico" (íbid).
No es una casualidad que María se dirija de modo especial a los sacerdotes, exhortándoles con fuerza a comprometerse resueltamente contra el mal que parece extenderse imparable incluso entre los hijos de la Iglesia, mediante una práctica más convencida del Rosario y un apostolado más vigoroso de esta oración entre el pueblo de Dios: "Queridos hijos, os exhorto a invitar a todos a la oración del Rosario. Con el Rosario venceréis todos los obstáculos que satanás en este momento quiere infligir a la Iglesia Católica. Todos vosotros, sacerdotes, rezad el Rosario, dejad tiempo para el Rosario. Gracias por haber respondido a mi llamada". (Mens. 25.06.85)
Una llamada particularmente acuciante y apremiante es la que María reserva a sus "queridos hijos" que han emprendido un camino de consagración especial a su Corazón Inmaculado, para suscitar el compromiso activo y generoso en este tiempo de movilización radical de los hijos de la luz en el enfrentamiento decisivo entre "la estirpe de la mujer" (Ap 13) y "el dragón" (ibídem).

Del mismo modo en la aparición anual a Mirjana: "Queridos hijos, hoy como nunca antes necesito vuestras oraciones. Nunca como ahora os ruego que agarréis el Rosario. ¡Agarradlo fuerte! Yo ruego muchísimo al Padre por vosotros…" (Mens. extraord.18.03.92) y, también: "…Invito de un modo especial a todos los que se han consagrado a mi Corazón Inmaculado a ser ejemplo para los demás. Invito a todos los sacerdotes y a los religiosos y religiosas a rezar el Rosario y enseñar a los demás a orar. Hijitos, el Rosario me es particularmente querido. Por medio del Rosario abridles vuestro corazón y yo puedo ayudaros…" (Mens.25.08.97).
¿Pero de dónde nace este extraordinario poder espiritual que, tanto en el Magisterio inspirado del Papa y en las palabras proféticas de la Madre Dios, brota misteriosamente de la sencillísima oración del Rosario? ¿Cuál es el sentido profundo de tan numerosas, reiteradas y apremiantes llamadas a practicar la oración del Rosario, que la Reina de la Paz hoy dirige incansablemente a sus hijos? Nos parece que la explicación hay que buscarla en la inconmensurable potencia de gracia que brota del misterio pascual de Cristo, que se ofrece hoy de modo especial a los hombres a través de la presencia de María en el mundo. De hecho, la corriente ardiente de amor divino que mana del ofrecimiento de Jesús al Padre, se hace hoy extraordinariamente presente, activa y eficaz a través de la mediación materna del Corazón Inmaculado.Y se actualiza perfectamente en los corazones de cada uno de nosotros que, dócil a la llamada de María, decida implicarse plenamente, con el alma, la mente y el corazón, en la contemplación de los misterios salvíficos de la vida, muerte y resurrección de Cristo. Todo ello para conformarse plenamente a Él, uniéndose a su ofrecimiento pascual por la salvación del mundo, en comunión íntima y vital con el Corazón Inmaculado de la Madre: "Testimoniad con vuestra vida. Sacrificad vuestras vidas por la salvación del mundo. Por esto, hijitos, no tengáis miedo. Si oráis, satanás no puede agarraros ni mínimamente porque sois hijos de Dios y Él tiene su mirada sobre vosotros. ¡Orad! Que la corona del Rosario esté siempre en vuestras manos como signo para satanás de que me pertenecéis…" (Mens. 25.02.88).

Ésta es la verdad profunda de la llamada espiritual que María nos dirige, como lo hizo ya en el pasado en Fátima y Lourdes a pocos elegidos, y hoy en Medj. a multitudes de hijos. El Rosario es de hecho el medio privilegiado que María nos ofrece hoy para que nuestras almas se abran para acoger en plenitud el don del amor puro de Dios. Aquel Amor sacrificado que resplandece en la nueva Jerusalén, iluminada eternamente por la luz increada del Cordero Inmolado, que hace que realmente nos "revistamos de Cristo" (Rm 13, 14). Aquella luz que une en un solo cuerpo a los ciudadanos de la Iglesia celeste y que en este tiempo se quiere comunicar plenamente a todo el universo para que al final todo sea recapitulado en Cristo. Éste es el fuego de amor divino capaz de liquidar definitivamente en el mundo cualquier poder de satanás y de sus acólitos, de liberar a los hijos de "todo luto y afán", el auténtico "río de agua viva…que mana del trono de Dios y del Cordero" (Ap 22,1), que hace florecer árboles y frutos de vida nueva, capaces de sanar desde la raíz nuestras enfermedades mortales y las heridas profundas de nuestros corazones. El único amor de calidad que nos da la paz auténtica y la alegría celestial, transfigurándonos y elevándonos a los nuevos cielos y a la tierra nueva del abrazo eterno con la vida del Padre. Éste es el gran don que la Reina de la Paz reserva en el Corazón para sus hijos, que deciden ofrecer con libertad y amor un "sí" incondicional a su llamada materna.

Giuseppe Ferraro

 

 

 

¿Qué oración rezamos?

del p. Tomislav Vlasic

La Virgen en Medjugorje nos ha invitado a la oración. Pero ¿qué es, en realidad, la oración? La oración debe nacer de un amor libre que nos impulsa a buscar a Dios, no de una obligación exterior. De hecho es una contradicción pensar que alguien nos obliga a ser libres. La oración nace de la escucha interior del amor de Dios. Ésta no mira conseguir cosas o encontrar soluciones. Eso lo hará Dios por nosotros. La oración está concebida sólo para sentir la presencia de Dios que, por medio de Jesucristo, nos lleva al Padre. Una presencia que perfecciona nuestra vida, que nos sana y nos hace resurgir, que nos hace crecer cada día y dar fruto.
¿Conocemos este tipo de oración? ¿Tenemos tiempo para esta oración? Son interrogantes fundamentales. Podemos rezar tres Rosarios al día &emdash; tal como ha pedido la Virgen &emdash; y quedarnos sin saber qué es lo que hemos hecho. ¡Probablemente ni siquiera hemos entrado en la oración! Sería mejor quedarse delante de Dios y decir: "María, ayúdame a entrar en relación con Dios Trino y Uno. Ora con todos los ángeles y santos. Yo me abro para escuchar a Dios y para dar nuevos pasos en el camino…".
¿Tenemos el espacio y el tiempo para que Dios venga a nosotros? Si nos ocupamos de todo lo demás y no tenemos tiempo para Dios, somos como hombres muy ricos que se preocupan de ganar mucho dinero y mueren porque se olvidan de ocuparse de su propia salud. Corremos el riesgo de morir en la religión si no permitimos que la Omnipotencia de Dios nos transforme, si descuidamos nuestra profundidad, si no deseamos que Dios ilumine los misterios de nuestra vida y nos dé respuestas para las preguntas más profundas; si no tenemos tiempo y espacio para que todo nuestro ser sea elevado con el deseo de que se cumplan las promesas de Dios… En este caso nuestra oración no tiene ningún valor. Dios bajó entre los hombres, pero los hombres no le reconocieron. Él quiere continuar bajando entre sus hijos, aparecerse, ser el Dios-con-nosotros. Pero si no tenemos espacio, si no tenemos tiempo para este Dios, tampoco podemos vivir su encarnación en nosotros.

Para vivir la oración con esta apertura a Jesucristo en el Espíritu Santo, debemos liberarnos de algunas cosas. Ante todo del egoísmo. Luego de las falsas motivaciones; de las oraciones egocéntricas, del amor puramente humano que envuelve continuamente a las personas pero no se eleva. Atención: este tipo de amor es una trampa porque está hecho de compasión. Quien se compadece se sumerge en el sufrimiento del otro y no lo ayuda. El Amor de Dios, por el contrario, eleva. Jesús no se paró en el camino cuando los apóstoles no querían seguir adelante. No se detuvo cuando Pedro quiso impedirle que fuera a morir… Jesús vivía siempre con la mirada dirigida hacia el Padre. Ayudaba a todos pero no se dejaba implicar en los miedos o en las patologías humanas.

Nuestra oración a menudo consiste en repetir continuamente: "¡dame, dame… necesito!" ¿Pero cuándo comenzaremos a contemplar a Dios? ¿Cuándo nos daremos cuenta de que Dios vive para nosotros? ¿Cuando comenzará todo nuestro ser a sentir en sí mismo la circulación de la Vida divina? En estos tiempos en los que María está presente en Medj., Dios da gracias especiales y llama a los que están dispuestos a abrirse a Él. Luego el Espíritu Santo desarrolla en la originalidad de cada uno cada don de gracia. Muchas personas se han acostumbrado a tener sacerdotes que ocupan el lugar del Espíritu Santo. ¡Es demasiado cómodo! Cada uno debe descubrir en sí mismo al Espíritu Santo. María nos ha invitado muchas veces a ser obedientes al Espíritu de Dios, a estar a la escucha. El paso de lo imposible a lo posible en nuestra vida tiene lugar en esta apertura al Espíritu. Y así, mientras nosotros nos dormimos preocupados &emdash; como José cuando pensaba en el embarazo de María &emdash; ¡el Señor nos habla en el sueño!

No es una equivocación pedir. No es equivocado pedir por los demás. Lo equivocado es quedarse fuera del contacto con el Espíritu Santo. Es equivocado no saber elevarse a Dios. Nuestra incapacidad de vivir con Dios bloquea nuestra oración, y ésta no fluye. Si queremos avanzar por el camino de la oración, debemos quitar de nosotros muchos obstáculos. Satanás intenta de todas las maneras bloquear nuestra oración, nos desvía, nos atemoriza, alimenta en nosotros las preocupaciones. Pero el secreto para no dejarnos atrapar en estos mecanismos está en abandonar todo a Dios y dejar que Él nos guíe.

Ninguna forma nos salva. Tenemos que llegar a vivir nuestra relación con Dios con libertad. No tenemos que "decir" las oraciones, debemos vivir la oración.

Hoy nosotros los cristianos vivimos la oración del mismo modo que vivimos el sueño y las relaciones entre nosotros: no tenemos tiempo de dormir, no tenemos tiempo de estar unos con otros… No tenemos, en definitiva, tiempo para estar con Dios. Es como si dijésemos: "¡Señor, no tengo tiempo para escucharte, ahora tengo que recitar mi Rosario!" ¡No tengo tiempo de acoger tu Espíritu… Quizás cuando esté de vacaciones encontraré un momento para ti!" Naturalmente, con esto no quiero decir que no haya que rezar el Rosario; al contrario: es una oración importantísima. Sólo que debemos rezarlo intentando estar interiormente con el Señor, y no de forma mecánica y superficial.

Hagámonos una última pregunta: ¿tenemos tiempo para renacer? La conversión es saber organizar la propia vida para que dentro de nosotros comience la Vida de Dios, la vida nueva. Muchas veces la oración tiene formas que cansan. Entonces hay que saber ser creativos. Hay muchas maneras de orar… Oración es saber reposar en Dios. Oración es sumergirse en la naturaleza con amor porque Dios nos la ha dado. Oración es saber admirar una flor porque Dios la ha plantado para ti. ¡Dios te sonríe por todas partes y tú pasas y no ves nada, no captas nada! Si no logramos cambiar nuestro modo de orar, si nos hacemos dependientes de las formas no podemos avanzar por nuestro camino. Nos quedamos estáticos.

Aprendamos a estar delante de Dios. Encontremos el tiempo para entrar en una relación viva con Dios, ya sea como individuos, como grupos o como comunidad. Debemos liberarnos de las esclavitudes. Nuestra vida en todas sus dimensiones debe reencontrar su relación con Dios. Entonces nos daremos cuenta de cómo el poder del Espíritu Santo fluirá en todas las circunstancias de nuestra existencia: en el trabajo, en casa, de vacaciones. Se nos dará en todas partes y nos acompañará siempre, para convertirnos en criaturas siempre más libres y felices.

p. Tomislav Vlasic

 

 

En recuerdo del p. Slavko

"La oración es estar con Jesús"

El mes de Noviembre recuerda a todos los amigos de Medjugorje una figura muy amada: p. Slavko Barbaric (fallecido el 24 de noviembre de 2000). Él, durante todos los años en que sirvió a la parroquia, nos recordó algunos puntos importantes para nuestra vida con Dios, que quiero recordar aquí reflejando algunos fragmentos significativos de sus numerosos escritos espirituales. Por ejemplo, así hablaba él de la oración:"Nuestra oración puede ser verdaderamente atea, sin Dios. Esto sucede cuando en la oración buscamos lo que nos puede ser útil, pero no buscamos a Dios y su voluntad…Si nuestra oración se detiene en las peticiones, entonces es atea, porque no busca a Dios sino sólo sus dones. Dios no quiere estar con nosotros sólo cuando le necesitamos, sino que quiere quedarse siempre con nosotros". Partiendo pues de esta visión profunda y auténtica de la oración, así se expresaba respecto del Rosario: "Rezar un Rosario no significa rezar sólo 150 Ave Marías, sino que rezar el Rosario significa buscar en cada misterio un impulso concreto de vida. Cuando se dice: Contemplemos la Anunciación del Señor, debemos tomarnos un tiempo y contemplar, buscar qué significa para mí hoy la voluntad del Señor. Si no oramos de este modo, corremos el riesgo de que nuestra oración se convierta sólo en oración de los labios". ¡Qué actual es esta enseñanza que nos ha sido dada también por el Papa en su Carta Apostólica sobre el Rosario!
La Santa Misa y la Adoración eran el otro pilar de su vida espiritual. Él nos invitaba a menudo a vivir ambos momentos con el corazón. A propósito de la Adoración escribía así: "La Adoración es algo especial. Si dedico tiempo a Jesús adorándolo en el Santísimo, le busco presente en el Sacramento. Si Lo adoro, quiere decir que lo busco sobre todo a Él. Adorar significa estar con Jesús porque Él ha decidido estar con nosotros". En resumen, el P. Slavko nos enseña que, para entrar cada vez más en la profundidad de la oración, sólo hay una clave: el amor que nos impulsa a estar con Jesús y María que nos nutren para que podamos llevar la paz divina allá donde estemos, aquella paz que el P. Slavko anunció durante toda su vida.

Manuel Reato

 

 

 

El obispo de Sudáfrica

"Medjugorje es un desafío para la fe"

Mons. Gerard Ndlovu, obispo en reposo de la diócesis sudafricana de Umzimklu, estuvo en Medj. durante las dos primeras semanas del mes de julio y participó en el 8º seminario internacional de sacerdotes. Éstas son sus impresiones: "Hace algún tiempo, alguien me dijo que en Medj. la Virgen se aparece todos los días. Me llené de curiosidad y decidí venir a ver. La devoción y la fe en la Virgen son a veces muy débiles o incluso inexistentes. Algunos piensan que es imposible que la Virgen tenga tiempo de aparecerse todos los días. Pienso que éste es un gran desafío para nuestra fe, si creemos que en el plan universal de la Salvación no hay nada sorprendente, que todo ha sido, es, y estará siempre inserto en el plano de la Salvación.

Personalmente no tengo problemas para creerlo. Se podría aparecer siempre, si sabemos que María está siempre con nosotros, en todas partes. Nosotros no la vemos, pero Dios puede hacer de tal modo que sea vista. Es por esto que creo que se la puede ver todos los días. Considero que el desafío de Medj. está en sintonía plena con la enseñanza de la Iglesia y con la formación teológica que hemos recibido como sacerdotes. Estoy convencido que el auténtico desafío consiste precisamente en poner en práctica en nuestra vida lo que ya hemos aprendido, en despertar lo que ya llevamos en el corazón y en la mente y en meditar sobre nuestra vida. Me ha llamado mucho la atención el espíritu de oración y de devoción que domina aquí. He participado en el seminario para sacerdotes y me ha impresionado el espíritu de fraternidad que reina entre los presbíteros procedentes de los distintos países. Se veía que los sacerdotes estaban sedientos de amor y de verdad. A todos los que me pidan que les hable de Medj. les responderé sencillamente: "¡Id y experimentad vosotros mismos!"
(de Press Bulletin)

 

 

P. Jozo: "¡El Podbrdo no está vacío!"

La Virgen, nuestra Madre y Madre de la Iglesia, no nos ha llamado a una montaña vacía. No, no está vacía. En estos 22 años Ella ha llenado de Gracia la colina de las apariciones y la montaña del Krizevac, y con esta gracia ha abrazado a todos los peregrinos. Explicaré un episodio que testimonia esta verdad. Una señora de mi parroquia, paralizada desde hace 15 años, el 1 de agosto dijo a su marido: "Vayamos a Medjugorje". Él respondió: "Es casi mediodía, no podemos porque hace demasiado calor. En tus condiciones…" Pero ella insistía: "¡Tenemos que ir!" Y él: "Pero hay 30.000 jóvenes en Medjugorje (se estaba desarrollando el festival), está todo ocupado, ¿dónde encontraremos un poco de sombra?" Pero ella repetía: "¡Tenemos que ir!". "Nuestro coche no tiene aire acondicionado: te morirás de calor en el coche", intentaba convencerla… "¡No, tenemos que ir!". Finalmente el hombre consintió, tomó a su mujer, la sentó en el coche y la llevó a Medjugorje, al Podbrdo. Comenzaron a orar subiendo poco a poco. Ella tenía los pies paralizados e insensibles, igual que las manos: insensibles, cerradas y encogidas. Su marido tenía que ayudarla. Entre el 1er y 2º misterios de gozo, la mujer dijo haber oído una voz: "Ya no necesitas las muletas…". Y enseguida, después, se dio cuenta de que comenzaba a volver la vida a su espalda y a todo su cuerpo.
De repente, empezó a sentir nuevamente las piernas, los pies… Intentó tocarse… Vio sus manos y vio que los dedos se abrían ante sus ojos. ¡Un auténtico "shock"! Le habían hecho muchas operaciones, pero los médicos ya habían decidido acabar con las intervenciones porque la mujer empeoraba cada vez más. Y así se quedó paralizada durante 15 años. Cuando le mostró al marido lo que le estaba sucediendo se pusieron ambos a llorar y continuaron subiendo la pendiente de la colina cargando con las muletas. Al bajar del Podbrdo, sintió en el corazón un deseo: "Tengo que confesarme, lavarlo todo, dejarlo todo". Al entrar en el confesionario no pudo silenciar aquella extraordinaria sanación y se la explicó al sacerdote; pero él le corto en seco: "Reza tu penitencia y vete en paz…" "Padre, sabe, yo estaba muy grave y ahora estoy sanada…" "Sí, sí, vete en paz". No consiguió transmitir su alegría… En su corazón se representó el sufrimiento. Al día siguiente fue al hospital. La doctora musulmana, al verla caminar, le preguntó: "¿Dónde has estado? ¿En qué clínica?" "En el Podbrdo". "¿Dónde está el Podbrdo?" "En Medjugorje". El médico empezó a llorar. Luego se añadieron los otros médicos y fisioterapeutas que en aquellos años la habían seguido. "¡Es un milagro!", decían… ¡Podía realizar todos los movimientos como las personas sanas! Hablaron de ello muchos periódicos, sobre todo musulmanes, refiriendo una entrevista con la primera doctora que la visitó. Pusieron como titular: "La Virgen en Medjugorje ha sanado a una mujer…". Pero los periódicos católicos no han escrito nada… Mi pregunta es; ¿por qué estas cosas dan miedo a muchos sacerdotes, a muchos Obispos? ¿Por qué no somos humildes y no observamos los frutos?

(de una grabación)

 

 

 

Mensaje extraordinario a Mirijana

 A lo largo de la aparición mensual a Mirijana, en la que la Virgen acostumbra a orar con la vidente a favor de "los que todavía no han encontrado el amor de Dios", María dio un mensaje para todos nosotros. No es su costumbre hacerlo en esta cita dedicada casi exclusivamente a la oración, pero esta vez ha considerado importante darnos sus palabras. "Queridos hijos, entregadme completamente vuestro corazón. Dejadme traeros a mi Hijo, que os da la paz y el gozo auténticos. No os dejéis engañar por las falsas luces que os rodean y que se os ofrecen. No dejéis que satanás os domine con una falsa paz y una falsa alegría. ¡Venid a mí, yo estoy con vosotros!" (2 de octubre de 2003). El tono angustiado de su invitación iba también acompañado de una tristeza evidente que se expresaba hasta con lágrimas.

 

 

NOSOTROS DEL ECO

Muchas personas, escondidas y fieles, trabajan tras las páginas de nuestra publicación, sencilla en la forma, pero llena del amor con la que cada uno lleva a cabo su servicio. Un compromiso las más de las veces gratuito que nace de un deseo profundo de hacerse instrumentos de María por el bien de las almas. Es bello dar voz también a estos colaboradores, para que compartan con todos nosotros todo lo que reciben de Dios en su vida personal y cómo Él los acompaña en su compromiso por el Eco.

 

Georgina, traductora del Eco en español:

"Madre en la gracia de Dios"

Ser madre por primera vez es algo muy difícil de compartir pues te trasciende del todo. Te introduce verdaderamente en una nueva dimensión de la vida, que durante los meses de embarazo creías poder imaginar, pero que en la realidad tiene poco que ver con lo que habías imaginado. Durante los meses en que esperábamos a Ana María, nos la imaginábamos sobre todo muy tierna, y efectivamente, al verla nacida y creciendo, es una ternura. Uno la tendría entre los brazos y se quedaría contemplándola todo el día, olvidándose del tiempo y de otros quehaceres. Esto muchas veces no es posible, pero esos ratitos que la tengo en los brazos, le pido a Dios que grabe esa imagen en mi alma, que ella reciba a través de mi cariño y mi abrazo todo el amor que Dios me da y que Dios le da a ella también directamente. Pido a Dios que sea un buen canal de recepción de Su Amor, a la Virgen que me enseñe a cuidarla y a amarla, y que supla todo aquello a lo que yo no llego. Mi gran ocupación es que no le falte nunca el cariño y que así su alma pueda, sin obstáculos, volar libremente hacia Dios. San Juan de la Cruz acaba un poema diciendo "pues en amar es todo mi ejercicio". Una madre cristiana comprende estas palabras, pues respecto de sus hijos "amar es todo su ejercicio".
Se crea un vínculo muy bello y muy fuerte entre una madre y su hijo. El otro día una persona me dijo, "pues ves, como amas tú a Ana María, no es ni una enésima parte del amor que Dios te tiene, nos tiene a cada uno de nosotros". Puede que ya hubiera oído esto antes, pero así, dicho en vivo, me dejó de lo más sorprendida, al principio casi ofendida, pues pensé ¡con lo que la quiero! Pero después, haciéndome una reflexión, comprendí que nuestro corazón es pequeño para comprender el gran amor de Dios, que supera y con creces toda la entrega de una buena madre hacia su hijo. Y luego añadió: "Así podrás comprender también cómo sufre Dios con nosotros, que nos ama como un padre y una madre". Con apenas tres meses, y por gracia de Dios, puedo de momento sólo intuir lo que es sufrir por un hijo. Puede que sean pequeños los sufrimientos de mi hijita, pero para un corazón de madre recién estrenado se hacen enormes. El dolor, luchar por dar lo mejor a tu hija, es maduración humana y espiritual, y a través de la lucha Dios se hace muy presente en nuestra vida. Le pido a Dios la gracia de sobrellevar las pruebas que traiga la vida siempre muy unida a Él, para pasarlas con dignidad y en su amor, que donde se hizo más palpable fue en la cruz.
Es necesario, por grande que sea el amor de una madre hacia sus hijos, trascender el plano humano y mirar a Dios, porque en realidad, si es capaz de amar es porque Dios la ha amado a ella primero y es justo, necesario y beneficioso para el alma corresponder a ese amor de Dios, sabiendo además que la primera beneficiada será mi hija, Ana María. Cuando Dios te bendice con un hijo, te pone inmediatamente en la escuela de su amor, ya que la relación con ella es de amor y de entrega, pero todo ese amor que destilas por primera vez, toda esa apertura en tu interior al nuevo ser vale la pena aprovecharla y entregársela a Dios, ponerla en sus manos para que Él la modele a su gusto y la eleve de lo natural a lo divino. Entonces…¡qué privilegiados nuestros hijos, pues reciben no sólo el amor de una madre, sino el amor de una madre que se lo ha entregado a Dios! Reciben pues un amor más puro, donde el Señor suple todas las carencias que una madre, por buena que sea, puede tener. Es muy bello vivir con esta fe. Durante los meses de gestación esta certeza fue para mí también un gran consuelo. Si me hallaba de repente en un lugar que no deseaba, o yo misma estaba cansada, le pedía ardientemente a la Virgen, con todo mi corazón: "Protege a mi hijita, cúbrela con tu mano y con tu canto dulce de todas nuestras miserias humanas… Todo, para que sea muy tuya". De hecho, desde el momento en que fue concebida, nosotros, sus papás, pedimos que fuera muy del Señor. Y efectivamente la sentimos suya; ahora la responsabilidad es nuestra para que a lo largo de esta vida, vaya creciendo ese vínculo con el Padre, y que un día pueda regresar felizmente a Su Morada.

Georgina Trias (Madrid)

 

 

Robert Prendushi: traductor del Eco albanés

"Los carteros de María"

Querido director…

ahora que el Eco está volando a la otra orilla del Adriático y por el mundo (me imagino siempre este vuelo que a nosotros los albaneses nos recuerda el "vuelo" sobre el Adriático &emdash; desde Scutari a Genazzano &emdash; de la Virgen del Buen Consejo para huir de los turcos en 1467), acabada la traducción y la corrección por fax con la tipografía, intercambio dos palabras contigo. Del 3 al 6 de septiembre he estado en Albania y por suerte pude llevarme conmigo una fotocopiadora &emdash; usada pero con muchos cartuchos &emdash; destinada a una zona montañosa para fotocopiar nuestro periódico (naturalmente, se usará también para el oratorio y para otros servicios). Me la regaló don César. Hace un año pude mandar 43 figuritas de plástico para un pesebre completo de estatuas de yeso, destinado a don Antonio (en albanés Ndoc) cerca de la catedral, un gran sacerdote que se ocupa allí del Eco. Trabaja con los jóvenes, muchos de ellos carteros del periódico.
Por lo que he podido constatar personalmente a través de los "postiëret e Zojës" (así se llama en Albania a los "carteros de la Virgen"), todo va bien. El Eco de María (alguno lo llama "el periódico de la Virgen") gusta y es útil también para los sacerdotes. Lo único que apena a los lectores es no poder mandar donativos. La situación económica es desastrosa. Albania es el África de Europa. Hay mucho paro y las "buenas" pensiones no superan los 60 euros al mes. En particular, la comunidad católica es pobre. A través de Giulana, una de los "carteros", conocí a Rosa, que me contó una historieta que me dio la idea del recorrido de nuestro periódico y del modo en que trabajan los carteros. "Pasaba por delante de la tienda de Lucía" cuenta la mujer, "como la gente no tiene mucho dinero, Lucía no tiene mucho trabajo. "¿Qué estás haciendo?" &emdash; le pregunté. "¿No lo ves? ¡Nada!", respondió. "Yo te doy trabajo… Lee y me lo agradecerás".
Tras dos semanas pasé "por casualidad" por delante del negocio de Lucía, saludando desde fuera, pero ella me hizo una señal para que entrara, aunque esta vez tenía dos clientes. "Gracias, Rosa" me dijo. He leído con mucho placer aquel periódico. ¿Podría tener otro número? Y si no te pido demasiado, hay dos amigas que lo han pedido para sus familias…"
He tenido la suerte de asistir concretamente a la acción de los carteros de la Virgen. Incluso yo mismo he hecho esta experiencia… Al volver del cementerio donde había orado por mis padres desaparecidos vi un nuevo edificio con una cruz encima. Entré, y después de haber conversado con dos religiosas, me pidieron copias del Eco… A veces también pasa esto.

Robert Prendushi (Ancona)

 

 

Los lectores escriben…

Drande Qyrsaqi de Albania &emdash; Leo con mucho placer y devoción vuestro periódico. Además de ser una devota hija de María tengo muchos recuerdos de aquel lugar santo: los momentos más bellos de mi vida han sido precisamente los pasados en Medjugorje. Formo parte de la "Legión de María Inmaculada" de Shkoder. Nosotros los fieles albaneses en general somos pobres para contribuir con donativos. Os pido que aceptéis de nuestra parte agradecimiento sincero por los mensajes y por todo el rico material espiritual, fuente de fe y de vida para nosotros los católicos albaneses. Que el Señor os ayude en vuestro precioso trabajo. Un saludo cordial de mi parte y de tantos otros lectores albaneses y un gran reconocimiento a la redacción por su dedicación.

Gj. Gurashi de Scutari (Albania) &emdash; Deseo expresar con todo el corazón mi admiración y mi reconocimiento por el precioso trabajo que hacéis vosotros de la redacción del Eco de María. Éste no es sólo mi reconocimiento sino también el de muchos otros lectores albaneses del Eco. Los mensajes y las noticias de aquella tierra bendita nos dan la esperanza para un mundo mejor. Desde 1994 el Eco de María viene a nuestras casas y "habla" con nosotros en nuestra lengua. Conservo casi todos los números. Vuestra prestigiosa publicación la leemos también en grupos y luego se distribuye también a los que no la tienen. Deseo y rezo para que la Reina de la Paz con su amor maternal os proteja y os ayude en vuestra preciosa labor.

Ciro Bozzetti de Benevento (Italia) &emdash; Os escribo en nombre de todos nosotros presos de la cárcel de Benevento. Somos una treintena que asiste dos veces por semana al catecismo, y una cuarentena del grupo "neocatecumenal". La revista "Eco de María" ha gustado mucho, ha tenido mucho éxito, sobre todo entre los más infieles. El mensaje de María verdaderamente nos está haciendo madurar más. Os pido humildemente que respondáis a nuestra llamada. Os saludamos en nombre de todos nosotros. Que el Señor os bendiga. Os suplicamos que nos respondáis. ¡Viva María, abajo el diablo!

Julie A. Omeike de Nigeria &emdash; Vuestro Eco me ha tocado profundamente. Hace que me sienta todavía más cerca de María que es mi Madre y un modelo a imitar. Continuad con vuestro precioso trabajo porque nos es de gran ayuda.

Jorge Luis Lovio Caballero &emdash; Queridos hermanos en Cristo, os agradezco de corazón haberme enviado el Eco, que he leído con placer y he difundido entre mis hermanos de fe católica esta publicación sobre los mensajes de la Reina de la Paz, madre de Dios y madre nuestra. Deseo de corazón continuar recibiendo el magnífico boletín, os agradezco por vuestra generosidad.

Sergio León de La Habana (Cuba) &emdash; Queridísimos hermanos, recibo puntualmente vuestra publicación con los mensajes de la Reina de la Paz, que se difunden en nuestra amada patria. Casi por todas partes se ven en las casas imágenes de María de Medjugorje. El Eco de María lo llevamos siempre a las comunidades del interior del país durante nuestras misiones de caridad y de evangelización. Los mensajes de la Virgen, las noticias y los testimonios de vuestra revista nos llegan oportunamente y con un espíritu de caridad muy cristiano. Aunque no tenemos dinero para ayudaros, consideramos que un buen modo de hacerlo es colaborando en la difusión de los mensajes de nuestra Madre que son actuales, eclesiales y llenos de paz. Agradeciéndoos siempre y deseándoos todo bien para vuestra publicación y para vuestra vida personal, vuestro servidor.

Anna Lambino de Nueva York (USA) &emdash; Nunca como en este periodo he esperado con tanta ansia vuestro periódico porque me faltaba el oxígeno que me llega de las lecturas y meditaciones. ¡Gracias de corazón! Os pido una oración por mi familia, y os saludo en Jesús y María, agradeciéndoos vuestro trabajo, vuestro corazón abierto a todo lo que puede ayudarnos. Que Dios os bendiga y la Mamá Celeste os acaricie uno por uno.

Carlo Dimaggio de Nueva York (USA) - Escribo para agradeceros a todos vosotros el periódico que nos hacéis llegar a nuestra misión. Que la Virgen pueda sosteneros y guiaros siempre. Desde hace varios años está presente regularmente en las páginas del Eco con una reflexión sobre la vida espiritual y sobre todo lo que la Virgen le ha enseñado a través de las locuciones interiores. Quien ha conocido sólo ahora el "fenómeno Medjugorje" probablemente no sabe qué es lo que ocurrió en los inicios de los años ’80 a esta jovencita que había pensado en todo, excepto en ser conocida por la gran misión que el cielo le iba a confiar. Retomemos algunos rasgos de su biografía de un libro italiano que explica con una amplia documentación e imágenes las vicisitudes de la población herzegovina (Medjugorje, cortina de luz &emdash; Pietro Jacopini, Edizioni Martín).

 

 

La historia de Jelena

Jelena Vasilj, nacida el 14 de mayo de 1972, vivía con su familia en una casa a los pies del monte Krizevac. Tenía sólo 10 años y medio cuando oyó por primera vez la voz de la Virgen en su corazón. Poco antes había dirigido a Dios una oración "¡Oh Señor, qué feliz y agradecida sería si pudiese creer sólo en ti, si pudiese encontrarte y reconocerte!". El 15 de diciembre de 1982 Jelena estaba en la escuela, y cuando le preguntó a una compañera, "¿qué hora es?", sintió que le respondía una voz que procedía de su corazón: "son las diez y veinte". Luego, preguntándose intencionadamente, oyó la misma voz que le aconsejaba que desistiera… El interlocutor misterioso le reveló que era un ángel y la exhortó a continuar orando cada día. Después de diez días en que la voz del ángel continuaba invitándola a la oración, oyó claramente la voz de la Virgen que le decía: "No pretendo desvelar los secretos a través de ti (n.d.r. como a los demás videntes), sino guiarte por el camino de la consagración". Jelena comenzó a orar con más fervor y en torno a ella se reunieron algunas amigas que siguieron su ejemplo.
En junio del año siguiente se formó el "grupo de oración", asistido espiritualmente por el p. Tomislav Vlasic y guiado por la "Gospa" a través de las indicaciones que daba a Jelena y a su amiga Marijana (también ella había recibido el don de las locuciones en la pascua de aquel mismo año). Poco a poco la S. Virgen les enseñó a meditar la Biblia, a rezar el Santo Rosario meditando los misterios y dictó a Jelena nuevas oraciones de consagración a su Corazón Inmaculado y al Sagrado Corazón de Jesús. Más adelante la joven comenzó no sólo a oír a la Virgen "con voz dulce y clarísima", sino también a verla con los ojos cerrados. "¿Por qué eres tan bella?" le pregunté un día. "Porque amo. Si queréis ser bellos, ¡amad!", fue la respuesta. Desde noviembre de 1985 el don de Jelena se amplió. Desde entonces comenzó a oír también la voz de Jesús, que se manifestaba sólo para guiar la oración cuando el grupo estaba reunido. El don de las locuciones se interrumpió cuando Jelena se fue a los Estados Unidos para seguir algunos cursos de teología, que continuó en Austria y concluyó en Roma donde luego se licenció. Recientemente ha terminado su licenciatura con una tesis sobre San Agustín. El 24 de agosto de 2002 se casó en Medjugorje con Maximiliano Valente y el 9 de mayo de 2003 tuvo su primer hijo, Juan Pablo.

Oración de Consagración al Corazón Inmaculado de María

(dictada a Jelena por la Virgen)

Oh Corazón Inmaculado de María,

ardiente de bondad,

muestra tu amor hacia nosotros.

Que la llama de tu corazón, oh María,

baje sobre todos los hombres.

Nosotros te amamos mucho.

Imprime en nuestros corazones el amor verdadero,

para que tengamos un deseo continuo de ti.

Oh María, humilde y mansa de corazón,

acuérdate de nosotros cuando estemos en el pecado.

Tú sabes que todos los hombres pecan.

Danos, por medio

de tu Corazón Inmaculado

la salud espiritual.

Haz que podamos contemplar siempre

la bondad de tu corazón materno

y que nos convirtamos por medio

de la llama de tu Corazón. Amén.

 

 

Oración de Consagración al Sagrado Corazón de Jesús

(dictada a Jelena por la Virgen)

Jesús, sabemos que tú eres misericordioso

y que has ofrecido tu corazón por nosotros.

Está coronado por las espinas

y por nuestros pecados.

Sabemos que tú ruegas constantemente

para que no nos perdamos.

Jesús, acuérdate de nosotros

cuando estemos en el pecado.

Por medio de tu corazón

haz que todos los hombres se amen.

Que el odio entre los hombres desaparezca.

Muéstranos tu amor.

Todos nosotros te amamos y deseamos

que tú nos protejas con tu corazón de pastor

y nos liberes de todos los pecados.

¡Jesús, entra en todos los corazones!

Llama, llama a la puerta de nuestro corazón.

Sé paciente y no desistas nunca.

Nosotros todavía estamos cerrados

porque no hemos comprendido tu amor.

Llama continuamente.

Haz, oh Buen Jesús, que te abramos nuestros corazones

al menos en el momento en que recordamos

tu Pasión sufrida por nosotros. Amén.

1 de noviembre de 2003

Solemnidad de Todos los Santos

 


 

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