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Eco de Maria Reina de la Paz 170 (Julio-Agosto 2003)

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Eco di Maria
Regina della Pace

Español 170



Mensaje del 25 de mayo de 2003

"Queridos hijos, también hoy os invito a la oración. Renovad vuestra oración personal y en particular orad al Espíritu Santo para que os ayude a orar con el corazón. Intercedo por todos vosotros, hijitos, y os invito a todos a la conversión. Si vosotros os convertís, alrededor vuestro todos serán renovados, y la oración será alegría para todos ellos. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!

Nuestra conversión también renueva a los demás

El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca; convertíos y creed en el evangelio (Mc 1, 15) es el anuncio de Jesús en Galilea. Con la venida de Jesús al mundo verdaderamente todo se ha cumplido (Jn 19, 30), la salvación tan largamente esperada por el pueblo elegido está allí, suspendida entre la tierra y el cielo, al alcance de todos los que la deseen obtener elevando la mirada hacia Aquel que traspasaron (Jn 19, 37). La reconciliación entre Dios y el hombre, entre el Creador y su criatura ya no es sólo una esperanza sino un hecho consumado en Cristo Jesús. No hay nada más que esperar, todo se ha cumplido; sólo falta nuestra disponibilidad para entrar en el reino que se ha preparado para nosotros (Mt 25, 34). La puerta es Jesús: Yo soy la puerta; si uno entra a través de Mí será salvado (Jn 10, 9). La puerta es estrecha y angosto el camino pero conduce a la vida (Mt 7, 14). Fuera de Jesús no hay salvación, no hay vida. María nos guía en este camino, nos invita a todos a la conversión. El camino de conversión es camino de adhesión a Dios en Cristo y por tanto supone conformarse al Hijo, a Jesús; es pues un camino que no puede quedar encerrado en el tiempo ni en un código, ni en una serie de reglas, o normas éticas o religiosas. Es un camino surgido de la vida, sostenido por los sacramentos y en particular por la confesión, que de hecho se llama también sacramento de la conversión, obrado por la gracia que nos viene del Espíritu Santo (Catecismo de la Iglesia Católica, nn.1423, 1989).
Renovemos nuestra oración personal -tal como nos invita María- y oremos en particular al Espíritu Santo para que nos ayude a rezar con el corazón. Nuestra oración personal es esencial porque expresa nuestra relación personal con Dios; por eso es necesario que ésta sea verdadera, viva, sincera, profunda, para que nuestra relación con Él sea también viva y salvífica. Debe ser vehículo de nuestros sentimientos filiales, que permita que nos llegue la savia vital (Jn 15, 4-5). Hay que orar con el corazón, tal como María nos repite a menudo. No es algo fácil y de hecho, María nos invita, en la vigilia de Pentecostés, a invocar la ayuda del Espíritu. María intercede por todos nosotros y por lo tanto, si acogemos Su invitación, podemos estar seguros de que Ella nos obtendrá esta gracia que nos pide que imploremos al Espíritu.

Si os convertís, también todos los que están a vuestro alrededor serán renovados. Testimoniar con la vida y no con las palabras. Si Jesús está vivo en nosotros, Su Presencia la advierten las personas que entran en contacto con nosotros, Su Amor alcanza a quien está a nuestro alrededor, mucho más auténtica y eficazmente que muchos bellos discursos sobre Dios y sobre la fe. Jesús en nuestro interior nos renueva no sólo a nosotros sino a todos aquellos que están a nuestro alrededor. Habría que tener presente esta enseñanza cuando nos planteamos el problema de la formación cristiana de nuestros hijos, cuando hacemos catequesis, cuando queremos evangelizar, pero también en cualquier instante de nuestra jornada, para no escandalizar sino dar testimonio. Nuestra conversión renueva a quien está a nuestro alrededor y la oración será alegría para todos ellos. Os he dicho esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestro gozo sea pleno. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como Yo os he amado (Jn 15, 11-12). Nadie está excluido de este gozo. Que nadie piense que no puede gozar. No hay sufrimiento, no hay dificultad, no hay culpa que pueda excluirnos de este gozo, si nuestra voluntad está orientada rectamente. ¡Hermano, hermana, toma conciencia de tu realeza, entra en el Reino preparado para ti! Paz y gozo en Jesús y María. Nuccio Quattrocchi

 

 

Mensaje del 25 de junio de 2003

"Queridos hijos, con gran alegría también hoy os invito a vivir mis mensajes. Estoy con vosotros y os agradezco porque en vuestras vidas habéis puesto en práctica lo que os digo. Os invito a vivir aún más mis mensajes con entusiasmo renovado y alegría. Que la oración forme parte de vuestra vida cotidiana. Gracias por haber respondido a mi llamada."

¡Vivid mis mensajes!

Con gran alegría os invito a vivir mis mensajes, nos dice María, por eso es oportuno recordar la esencia de los mensajes que Ella ha dado en Medjugorje. María ha venido a enseñarnos el abandono en Dios y el camino que nos indica se recorre, como en un andén ferroviario, por las vías de la oración y del ayuno. Es una vía muy definida, pero toda por construir, porque se construye mientras se la va recorriendo. Lo que hace falta es nuestra disponibilidad, nuestra adhesión libre y responsable al proyecto, nuestra participación en su realización, aunque nosotros no seamos los artífices principales. El abandono en Dios es el camino de la santidad, y sólo el Espíritu Santo nos puede permitir recorrerlo. Por esto el agradecimiento de María, estoy con vosotros y os agradezco porque en vuestras vidas habéis puesto en práctica lo que os digo, nos conmueve y nos llena de gozo. El camino es más arduo y duro de lo que se pueda imaginar y no siempre se está satisfecho, ni se tiene siempre conciencia clara del camino que se ha recorrido. Pero hoy María nos felicita; ¿qué más puede importarnos? El abandono también es esto: dejarse llevar por el Espíritu sin pararse a hacer balances, sin establecer comparaciones ni con uno mismo ni con los demás. ¿No es ésta una de las enseñanzas de la parábola de los viñadores (Mt 20, 1-16)?

Abandonarse a Dios, es decir, entrar en Su reposo con confianza absoluta, incondicional, extrema y concreta; abandonarse para experimentar, día tras día, la dulzura del yugo de Jesús y la ligereza de la carga cuando se lleva junto a Él (Mt 11, 28-30). Abandonarse para conocer y gustar el Amor de Dios, para descubrir que el consuelo en Jesús es mucho más que encontrar en Él la solución de alguno de nuestros problemas, grandes o pequeños. Es sacar de Él el agua viva que apaga cualquier sed (Jn 4, 14), que resuelve en la Vida cualquier problema de la vida. Abandonarse a Dios es acoger Su voluntad, reconocer que coincide con Su misericordia, buscar y encontrar en ella nuestra paz. Hágase Tu voluntad, oh Padre, en el cielo como en la tierra. El fruto del abandono es la inhabitación del Espíritu. Así el Espíritu ora por nosotros, habla por nosotros, da testimonio por nosotros, actúa por nosotros. A nosotros sólo nos queda repetir con María (Lc 1, 38), con Jesús (Lc 22, 42b) nuestro He aquí, nuestro Fiat. Pero para que nuestras respuestas estén modeladas por las de Jesús y de María hay que progresar en la oración y en el ayuno, tal como María nos ha pedido muchas veces. Oración es contacto vivo con Dios, estar en Su presencia, vivir en comunión con Él, como los Apóstoles, como los primeros discípulos, como nuestro Papa, como los Santos de todos los tiempos. No basta con repetir fórmulas pero tampoco es suficiente elevar un pensamiento personal a Dios, fuera de la comunión eclesial, fuera de un contexto de vida en gracia de Dios. Que la oración forme parte de vuestra vida cotidiana, nos exhorta María; ¿como prescindir en nuestra jornada de la Santa Misa?

Ayuno y sobriedad de vida, sobriedad en la alimentación, en el tenor de la propia existencia, en el lenguaje, en el juicio, en el consumo de cualquier género de cosas. Ayuno y abstinencia de cualquier abuso, de cualquier atropello, de cualquier prevaricacion, de cualquier contemplación de nosotros mismos; y tener hambre y sed de justicia, aligerar el corazón de cualquier escoria que vela la Luz. Ayuno es desatar las cadenas injustas, compartir el pan con el que tiene hambre, acoger a los pobres, a los que no tienen techo, vestir al desnudo (Is 58, 6-7). Vivamos los mensajes de María; demos testimonio de ellos con nuestra vida, con nuevo entusiasmo y nuevo gozo; éste es el camino. María ya ve los frutos y también nosotros captamos los signos de la obra que Ella está realizando en nosotros y a través de nosotros. ¡Sí, Padre, totalmente tuyos en Jesús y María!

N.Q.

 

Las "joyas" del Papa Wojtila

Podría haber celebrado sus notables 25 años de Pontificado con un documento solemne, una síntesis de su magisterio, una encíclica de especial hondura o sobre los problemas acuciantes de hoy; sin embargo el Santo Padre nos ha abierto su corazón y nos ha hecho conocer sus riquezas: su profunda piedad eucarística, la devoción a María Santísima, su alma de poeta y contemplativo. Para nosotros es difícil adentrarnos en el pensamiento poético del Papa, sobre todo por la notable diferencia cultural; en cambio es más fácil comprender su espiritualidad eucarística y mariana. El Papa Wojtila tiene la formación sólida de esos sacerdotes "intemporales", con una destacada referencia cristológica del propio ser sacerdote y pastor "en persona Christi", y como "alter Christus" siente mucho el misterio de Jesús, sacerdote y víctima, y su vínculo con la B. V. María, su Madre y Corredentora.

En la encíclica "Ecclesia de Eucaristía", el Papa parte de su recuerdo vivo de la Santa Misa celebrada en el Cenáculo, en Jerusalén, durante el Año del Jubileo y se abre a un gran asombro ante el "Misterio de la fe", es decir, el misterio de la cruz y de la resurrección (Misterio Pascual), que es también el misterio de la Iglesia que vive de la Eucaristía - "Misterio Eucarístico" - que actualiza la salvación realizada por Jesucristo. Es este asombro el que el Santo Padre querría comunicar a todos los creyentes, como una forma concreta de contemplación del rostro de Cristo, indicada en el documento conclusivo del Jubileo; contemplación en compañía y con los ojos de María, tal como nos ha enseñado proponiéndonos a todos el rezo del Santo Rosario y proclamando el "Año del Rosario". El Papa recuerda sus celebraciones eucarísticas cuando era un joven sacerdote en Polonia, como Sumo Pontífice en San Pedro y luego en las montañas, en los estadios o en las plazas de las Capitales. Ha tenido siempre la impresión de celebrar "en el altar del mundo", con un aire "universal", casi "cósmico".

"La Eucaristía une el cielo y la tierra. Abarca e impregna toda la creación. El Hijo de Dios se ha hecho hombre, para reconducir todo lo creado, en un supremo acto de alabanza, a Aquél que lo hizo de la nada. De este modo, Él, el sumo y eterno Sacerdote, entrando en el santuario eterno mediante la sangre de su Cruz, devuelve al Creador y Padre toda la creación redimida. Lo hace a través del ministerio sacerdotal de la Iglesia y para gloria de la Santísima Trinidad. Verdaderamente, éste es el mysterium fidei que se realiza en la Eucaristía: el mundo nacido de las manos de Dios creador retorna a Él redimido por Cristo". (Ecclesia de Eucaristia n.8). Es de esperar que las palabras del Papa hagan renacer en el corazón de todos, especialmente de los sacerdotes, una nueva y "primorosa atención" hacia el Misterio Eucarístico, tal como la encíclica "Rosarium Virginis Mariae"suscitó un nuevo amor a la Virgen Santa y al rezo del Santo Rosario. Leer este documento es como entrar en el corazón del Santo Padre, en su modo de orar, de sentir su relación personal con Jesús y su dulce Madre. Más que por hacer muchas especulaciones, el Papa parece preocupado por recomendar el Santo Rosario, como un buen padre de familia, y de explicar a los hijos más perplejos las razones de esta preocupación: la Virgen no quita el sitio a Jesús; el Rosario es una oración de carácter fuertemente cristológico, además de mariano; que no obstaculiza la liturgia, sino que la completa.

Prueba de ello es la aproximación original y creativa que el Papa hace de esta oración. Con los nuevos "misterios de la luz", el Rosario sale del rango un poco despreciado de la "piedad popular", para convertirse en la mística oración de los "pobres", que con el Rosario van al encuentro y se unen con amor a Jesús y María. Y a diferencia de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, que ha topado con muchas resistencias, hasta llegar al cisma de Lefebvre, nadie ha protestado por la reforma del Rosario; así el Papa ha solicitado a todos, pastores y fieles, a retomar, revitalizar, enriquecer esta oración al alcance de todos. Han salido muchas publicaciones que dicen que la palabra del Santo Padre, hombre de Dios e hijo predilecto de la Santa Virgen, encuentra eco sobre todo entre la gente sencilla y da fruto en sus corazones. Si es difícil seguirle cuando emprende el vuelo del águila hacia el Sol, por otro lado es fácil seguirlo cuando enseña el camino de la oración de los humildes. ¡Gracias Padre Santo! Don Nicolino Mori

 

En la escuela de María, mujer "eucarística"

El capítulo que el Papa Juan Pablo II ha dedicado a la Virgen en su Encíclica sobre la Eucaristía es tan bello y verdadero que no podemos evitar publicarlo íntegramente en beneficio de todos aquellos que no tendrán nunca la oportunidad de leer el documento del Magisterio. La mirada sobre María, "mujer eucarística", nos invita a seguir su modelo y a hacer de nosotros mismos "Eucaristías vivientes" para quedar unidos a Jesús como lo estuvo su Madre, de modo que también nuestra vida se convierta "toda en un Magnificat".

"Si queremos descubrir en toda su riqueza la relación íntima que une Iglesia y Eucaristía, no podemos olvidar a María, Madre y modelo de la Iglesia. En la Carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, presentando a la Santísima Virgen como Maestra en la contemplación del rostro de Cristo, he incluido entre los misterios de la luz también la institución de la Eucaristía. Efectivamente, María puede guiarnos hacia este Santísimo Sacramento porque tiene una relación profunda con él. A primera vista, el Evangelio no habla de este tema. En el relato de la institución, la tarde del Jueves Santo, no se menciona a María. Se sabe, sin embargo, que estaba junto con los Apóstoles, " concordes en la oración " (cf. Hch 1, 14), en la primera comunidad reunida después de la Ascensión en espera de Pentecostés. Esta presencia suya no pudo faltar ciertamente en las celebraciones eucarísticas de los fieles de la primera generación cristiana, asiduos " en la fracción del pan " (Hch 2, 42). Pero, más allá de su participación en el Banquete eucarístico, la relación de María con la Eucaristía se puede delinear indirectamente a partir de su actitud interior. María es mujer " eucarística " con toda su vida. La Iglesia, tomando a María como modelo, ha de imitarla también en su relación con este santísimo Misterio.

Mysterium fidei! Puesto que la Eucaristía es misterio de fe, que supera de tal manera nuestro entendimiento que nos obliga al más puro abandono a la palabra de Dios, nadie como María puede ser apoyo y guía en una actitud como ésta. Repetir el gesto de Cristo en la Última Cena, en cumplimiento de su mandato: " ¡Haced esto en conmemoración mía! ", se convierte al mismo tiempo en aceptación de la invitación de María a obedecerle sin titubeos: " Haced lo que él os diga " (Jn 2, 5). Con la solicitud materna que muestra en las bodas de Caná, María parece decirnos: " no dudéis, fiaros de la Palabra de mi Hijo. Él, que fue capaz de transformar el agua en vino, es igualmente capaz de hacer del pan y del vino su cuerpo y su sangre, entregando a los creyentes en este misterio la memoria viva de su Pascua, para hacerse así "pan de vida" .

En cierto sentido, María ha practicado su fe eucarística antes incluso de que ésta fuera instituida, por el hecho mismo de haber ofrecido su seno virginal para la encarnación del Verbo de Dios. La Eucaristía, mientras remite a la pasión y la resurrección, está al mismo tiempo en continuidad con la Encarnación. María concibió en la anunciación al Hijo divino, incluso en la realidad física de su cuerpo y su sangre, anticipando en sí lo que en cierta medida se realiza sacramentalmente en todo creyente que recibe, en las especies del pan y del vino, el cuerpo y la sangre del Señor. Hay, pues, una analogía profunda entre el fiat pronunciado por María a las palabras del Ángel y el amén que cada fiel pronuncia cuando recibe el cuerpo del Señor. A María se le pidió creer que quien concibió " por obra del Espíritu Santo " era el " Hijo de Dios " (cf. Lc 1, 30.35). En continuidad con la fe de la Virgen, en el Misterio eucarístico se nos pide creer que el mismo Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María, se hace presente con todo su ser humano-divino en las especies del pan y del vino. " Feliz la que ha creído " (Lc 1, 45): María ha anticipado también en el misterio de la Encarnación la fe eucarística de la Iglesia. Cuando, en la Visitación, lleva en su seno el Verbo hecho carne, se convierte de algún modo en " tabernáculo " -el primer " tabernáculo " de la historia- donde el Hijo de Dios, todavía invisible a los ojos de los hombres, se ofrece a la adoración de Isabel, como " irradiando " su luz a través de los ojos y la voz de María. Y la mirada embelesada de María al contemplar el rostro de Cristo recién nacido y al estrecharlo en sus brazos, ¿no es acaso el inigualable modelo de amor en el que ha de inspirarse cada comunión eucarística?

María, con toda su vida junto a Cristo y no solamente en el Calvario, hizo suya la dimensión sacrificial de la Eucaristía. Cuando llevó al niño Jesús al templo de Jerusalén " para presentarle al Señor " (Lc 2, 22), oyó anunciar al anciano Simeón que aquel niño sería " señal de contradicción " y también que una " espada " traspasaría su propia alma (cf. Lc 2, 34.35). Se preanunciaba así el drama del Hijo crucificado y, en cierto modo, se prefiguraba el " stabat Mater " de la Virgen al pie de la Cruz. Preparándose día a día para el Calvario, María vive una especie de " Eucaristía anticipada " se podría decir, una " comunión espiritual " de deseo y ofrecimiento, que culminará en la unión con el Hijo en la pasión y se manifestará después, en el período postpascual, en su participación en la celebración eucarística, presidida por los Apóstoles, como " memorial " de la pasión. ¿Cómo imaginar los sentimientos de María al escuchar de la boca de Pedro, Juan, Santiago y los otros Apóstoles, las palabras de la Última Cena: " Éste es mi cuerpo que es entregado por vosotros " (Lc 22, 19)? Aquel cuerpo entregado como sacrificio y presente en los signos sacramentales, ¡era el mismo cuerpo concebido en su seno! Recibir la Eucaristía debía significar para María como si acogiera de nuevo en su seno el corazón que había latido al unísono con el suyo y revivir lo que había experimentado en primera persona al pie de la Cruz.

" Haced esto en recuerdo mío " (Lc 22, 19). En el " memorial " del Calvario está presente todo lo que Cristo ha llevado a cabo en su pasión y muerte. Por tanto, no falta lo que Cristo ha realizado también con su Madre para beneficio nuestro. En efecto, le confía al discípulo predilecto y, en él, le entrega a cada uno de nosotros: " !He aquí a tu hijo¡ ". Igualmente dice también a todos nosotros: " ¡He aquí a tu madre! " (cf. Jn 19, 26.27). Vivir en la Eucaristía el memorial de la muerte de Cristo implica también recibir continuamente este don. Significa tomar con nosotros -a ejemplo de Juan- a quien una vez nos fue entregada como Madre. Significa asumir, al mismo tiempo, el compromiso de conformarnos a Cristo, aprendiendo de su Madre y dejándonos acompañar por ella. María está presente con la Iglesia, y como Madre de la Iglesia, en todas nuestras celebraciones eucarísticas. Así como Iglesia y Eucaristía son un binomio inseparable, lo mismo se puede decir del binomio María y Eucaristía. Por eso, el recuerdo de María en el celebración eucarística es unánime, ya desde la antigüedad, en las Iglesias de Oriente y Occidente.

En la Eucaristía, la Iglesia se une plenamente a Cristo y a su sacrificio, haciendo suyo el espíritu de María. Es una verdad que se puede profundizar releyendo el Magnificat en perspectiva eucarística. La Eucaristía, en efecto, como el canto de María, es ante todo alabanza y acción de gracias. Cuando María exclama " mi alma engrandece al Señor, mi espíritu exulta en Dios, mi Salvador ", lleva a Jesús en su seno. Alaba al Padre " por " Jesús, pero también lo alaba " en " Jesús y " con " Jesús. Esto es precisamente la verdadera " actitud eucarística ". Al mismo tiempo, María rememora las maravillas que Dios ha hecho en la historia de la salvación, según la promesa hecha a nuestros padres (cf. Lc 1, 55), anunciando la que supera a todas ellas, la encarnación redentora. En el Magnificat, en fin, está presente la tensión escatológica de la Eucaristía. Cada vez que el Hijo de Dios se presenta bajo la " pobreza " de las especies sacramentales, pan y vino, se pone en el mundo el germen de la nueva historia, en la que se " derriba del trono a los poderosos " y se " enaltece a los humildes " (cf. Lc 1, 52). María canta el " cielo nuevo " y la " tierra nueva " que se anticipan en la Eucaristía y, en cierto sentido, deja entrever su 'diseño' programático. Puesto que el Magnificat expresa la espiritualidad de María, nada nos ayuda a vivir mejor el Misterio eucarístico que esta espiritualidad. ¡La Eucaristía se nos ha dado para que nuestra vida sea, como la de María, toda ella un magnificat!

Juan Pablo II

 

 

Nueva luz en los países que el ateísmo había oscurecido

Ucrania: el Rosario ha sido un arma poderosa

Si en Ucrania se tuviese que erigir un monumento dedicado a quien ha salvaguardado la fe cristiana durante la sangrienta persecución comunista, habría que representar a "una mujer anciana con el Rosario en las manos". Lo escribe el Obispo Markijan Trofimiak que confiesa: "No puedo imaginar a mi madre sin el Rosario en las manos, no puedo imaginarme a los fieles de aquella época sin Rosario… Mejor dicho, no puedo imaginarme el renacimiento de nuestra Iglesia en Ucrania sin Rosario". Hoy no son sólo las mujeres ancianas las que rezan el Rosario. La generación de los "hijos de los mártires" ha comprendido, en su propia piel, el valor de la Corona. Sí, en Ucrania se toca con la mano la fuerza del Rosario. Escribe sor Emilia Vandyc que las "Ave Marías" transformaron los gulag en santuarios, en "monasterios" de oración. Y el sacerdote Zenovij Koltun, que sobrevivió a la persecución, afirma: "El rezo común del Rosario era siempre la fuente de la vida espiritual. Un pequeño cordón atado, que nadie podía reconocer ni denunciar, lo llevaba siempre conmigo, en la calle y al trabajo. Mi hermano con un simple lápiz o un bolígrafo hacía Rosarios cortando papel".

Albania: Hija de la Resurrección

Juan Pablo II ha ligado indisolublemente Albania a la verdad de la Resurrección. Por esto, el 25 de abril de hace diez años, escogió precisamente el Domingo in Albis para la peregrinación histórica durante la cual ordenó nuevos Obispos, sucesores de los que murieron en la persecución.

Afganistán: Vuelve la Eucaristía

Kabul - Por primera vez desde hace casi 10 años se celebró una Misa cerca de la embajada italiana abierta recientemente en Kabul. Soldados católicos de las tropas italianas, francesas y británicas, periodistas extranjeros y personal perteneciente a las embajadas italianas y francesas participaron en la liturgia el pasado 27 de enero, que tuvo lugar en el jardín de la embajada italiana.

¡… Pero persisten algunas sombras!

Diócesis de Kazakhstan: La dura reacción de Alexis II

El Patriarcado ortodoxo de Moscú reaccionó con dureza ante la decisión de elevar al rango de diócesis las dos administraciones apostólicas de Kazakhstan, subrayando que eso significa "de hecho la renuncia al diálogo" ecuménico con la Iglesia rusa y "a la elaboración conjunta de iniciativas constructivas". El Patriarcado considera inaceptable la decisión tomada por el Vaticano. El Patriarcado subraya la necesidad de considerar Kazakhstan parte de su territorio canónico y juzga este último paso realizado desde Roma "otro golpe serio infligido a todas las relaciones entre las Iglesias ortodoxa y católica". El mandatario de la Iglesia rusa sostiene además que la decisión del Papa se ha tomado "sin consultar a nadie" de la jerarquía ortodoxa.

El Papa: Más misioneros expertos y enamorados de Dios

Entre las esperanzas del Papa, los "nuevos evangelizadores" tendrán que seleccionarse entre las "personas que sean expertas y enamoradas de Dios" porque, subrayó, recordando las enseñanzas de Pablo VI, "el mundo reclama evangelizadores que nos hablen de un Dios que conozcan y que les resulte familiar, como si viesen al Invisible". (de: varias Agencias de Prensa)

 

Cita

"Contemplar transforma. Orar nos transfigura en imagen del Señor. El hombre se convierte en aquello que contempla con los ojos del corazón. El hombre se transfigura en lo que ora".

P. Ermes Ronchi

 

Santa Inés de Praga, De reina a oveja pobre y mansa

En una época en la que impera el deseo de dominar a los otros por ambición, por sed de poder, por ventaja económica o incluso por un exceso de egoísmo narcisista, es útil hacer memoria de quien, en el pasado, coronó la propia vida con una santidad merecida precisamente por la capacidad de abajarse, de ponerse en el último lugar, de convertirse en servidor de los hermanos. Un mérito aún mayor si el punto de partida es "de alta condición social", como el de los santos que procedían de familias nobles o incluso de la realeza, que prometían abolengo y honores a quien permanecía en las augustas moradas paternas. La elección de la pobreza y del servicio humilde que hacen estos personajes no hace más que demostrar cómo cada vocación procede de Dios, quien da al alma escogida las gracias necesarias para renunciar a sí misma y seguir libremente a aquel que "derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes" (cfr. Lc 1, 52).

Recorriendo la vida de una santa franciscana - Inés de Praga (1211-1282) - podemos comprender con más claridad los secretos de un corazón que se despoja de los vestidos de reina para revestirse de los de esposa del Rey del Universo: paños viles a los ojos humanos pero preciosísimos a los ojos de Dios, por estar entretejidos de virtud, oración, sacrificio y sobre todo de caridad. Será otra santa quien nos la presente, también ella de origen noble, Clara de Asís, que tuvo el gozo de acoger en su comunidad de Clarisas a la princesa bohemia y hacia la que alimentó un amor y una estima muy especiales. "A la veneradísima señora en Cristo y hermana más digna de amor que todas las criaturas mortales, Inés, hermana del ilustre Rey de Bohemia, pero ahora sobre todo hermana y esposa del sumo Rey de los cielos, Clara, humildísima e indigna esclava de Cristo y sierva de las mujeres pobres, te desea gozo en el autor de la salvación y todo lo mejor que pueda desearse".

Con estas palabras cargadas de amoroso respeto pero también de amistad fraterna, santa Clara de Asís se dirigía en una carta a Inés de Praga, abadesa del monasterio que ella misma había fundado en la capital bohemia. Inés era hija del Rey de aquella región, en un tiempo en que las mujeres de alto rango se casaban con un marido que no habían elegido. También ella había sido prometida como esposa desde la más tierna edad al príncipe de Polonia, pero su futuro marido murió antes y la promesa fue, naturalmente, anulada.

La joven fue entonces enviada a Viena para prepararse a las nuevas nupcias establecidas por su padre y para recibir una educación digna de una princesa; pero fue precisamente allí donde conoció la vida que un hombre italiano, Francisco de Asís, estaba llevando y proponiendo a hombres y mujeres que aceptaban seguir al "Cristo pobre y crucificado". La noble joven comenzó por hacer convivir en el castillo austriaco dos estilos de vida que comenzaban a ser estridentes: la mundanidad de la corte con la participación cotidiana en la Santa Misa, en la oración, en la limosna, con la visita a los pobres y los enfermos… Resultan pertinentes a este respecto las palabras que más tarde escribirá Santa Clara: "Mi gozo nace de ver que, mientras podíais más que otros gozar de la fastuosidad, de los honores y de las dignidades mundanas, y también acceder con una gloria maravillosa a nupcias legítimas con el ilustre Emperador, habéis rechazado todas estas cosas, y habéis preferido con toda el alma y toda la entrega del corazón abrazar la santísima pobreza y las privaciones del cuerpo, para entregaros a un Esposo de origen aún más noble, al Señor Jesucristo, quien custodiará siempre inmaculada e intacta vuestra virginidad". Cuando por motivos políticos también las segundas nupcias se anularon, Inés volvió a Praga para someterse una vez más a la voluntad de su padre. Tras una enésima propuesta de matrimonio - esta vez por parte del Emperador romano - Inés escribió al Papa para comunicarle el deseo de consagrarse el único Esposo verdadero, Jesucristo. El Pontífice consintió en ayudar a proteger su decisión, de manera que ni reyes ni emperadores interpretasen su rechazo como una ofensa.

Tenía veintiún años cuando traspasó la puerta de clausura de las Clarisas y allí permaneció viviendo una vida austera y densa de oración y de amor por los pobres y los que sufren, que eran los que finalmente la unían al Esposo que había siempre deseado íntimamente. Es lo que pone de manifiesto Clara en su cuarta carta a la "hermana princesa": "Escribo hoy a vuestra caridad, y me alegro contigo - continúa Clara - y contigo gozo en la alegría del espíritu, oh esposa de Cristo, pues tú, despojándote de todas las riquezas y vanidades del mundo, te has unido maravillosamente como esposa al Cordero inmaculado, que quita los pecados del mundo". Se adivinan las palabras de la Madre Clara que se dirige a ella acercándola al Cordero (cfr. Ap 7, 14). Inés, de hecho, vivió desde la infancia la vida de ofrecimiento al Cordero, permaneciendo dócil y obediente a las órdenes de su padre y renegando de su propia voluntad. La fuerza del Cordero Inmolado era en ella más fuerte que los poderosos gobernantes y sus intereses, más fuerte que la política, más fuerte que las riquezas. La fuerza y el deseo de entrega lo superaba todo.

Con esta fuerza consiguió, aun permaneciendo en su morada claustral, parar una guerra que amenazaba a su país, fruto de discordias profundas entre "dos reyes", su padre y su hermano. Los llamó cerca suyo y con la paz y la mansedumbre propias de un cordero, consiguió reconciliarlos. En ella vivía el Cordero inmolado, tal como estaba ya escrito en su nombre (en latín Agnus - cordero). Clara conocía estas virtudes suyas y las animaba y sostenía: Y puesto que esta visión de Él es esplendor de la gloria eterna, claridad de la luz perenne y espejo sin mancha, lleva cada día tu alma, oh reina, oh esposa de Jesucristo, a este espejo y contempla en él continuamente tu rostro… En este espejo resplandecen la bendita pobreza, la santa humildad y la inefable caridad; y esto tú lo podrás contemplar, con la gracia de Dios, difundido en toda la superficie del espejo… Sólo una cosa es necesaria: pertenecer únicamente a Aquél al que te has ofrecido como víctima santa y agradable.

Stefania Consoli

 

 

En la vigilia de la Fiesta

El sol apenas había amanecido entre las colinas de piedra y ya muchos pies las estaban surcando, ágiles, silenciosos, atentos donde se posaban para no comprometer el ya precario equilibrio de quien estaba subiendo. Es la vigilia de un gran día en Medjugorje, el 25 de junio, fiesta grande para todos los que han creído en la venida de la Reina del Cielo entre sus hijos. En la mañana del 24 varios centenares de peregrinos ya se agrupaban devotamente silenciosos flanqueando el Podbrdo, lugar en el que hace exactamente 22 años María se manifestaba a unos niños que estaban allí por casualidad, con un bulto entre los brazos que contenía al pequeño Jesús. Es el día en el que la Iglesia celebra a San Juan Bautista, el precursor, aquel que siempre precedió a los grandes acontecimientos para hacerse eco, anuncio y exultación de ellos. Así pues, también en Medjugorje Dios ha querido confiar a Juan la misión de anunciar un gran acontecimiento: la venida de María a este mundo necesitado de paz. Era el 24 la fecha en la que María apareció por primera vez pero luego fue ella la que pidió que fuese el 25 el día de la celebración, como para confirmar las palabras de la Escritura: "He aquí que mando mi mensajero delante de ti, que preparará por delante tu camino" (Lc 7, 27).

Alguno sube solo, otros en grupo. Las avemarías se alternan en las diversas lenguas, quedas y profundas, llenas de esperas y de esperanzas. Ha venido gente de todas partes del mundo para festejar a la Madre y para sentirse a su vez festejados por Ella con aquellos abrazos que sólo María sabe dar a quien se abandona confiado a Ella. La Virgen abraza nuestro corazón, nuestras heridas, los sufrimientos, los gozos y las preocupaciones... Nos abraza en todo lo que somos porque somos suyos, porque nos recibió de parte de su propio Hijo a los pies de la Cruz y desde entonces no ha faltado nunca a su cita con nosotros, hijos necesitados de ternura y de redención. Cuando uno se detiene en contemplación silenciosa en el lugar de las apariciones, tiene la impresión de percibir la respiración de la Santísima Virgen. Es como si la colina fuese su mismo seno, encinta, con la curva maternal, dispuesto a generar a Jesús en todo aquel que esté dispuesto a acogerlo.

Demasiadas veces llegamos a Medjugorje llenos de peticiones, de programas, de intenciones... No es así como nos quiere María. Ella sabe lo que necesitamos. A nosotros nos basta con su Jesús, que es plenitud, que es salvación, sabiduría infinita que sabe como reordenar nuestras vidas según el plan amoroso del Padre. Esto es lo que mi alma deseaba gritar a todos aquellos rostros que en aquella cálida mañana de junio se cruzaban con mi mirada: "¡hermanos, hermanas, liberaos de todos los pesos! ¡Dejad de lado cualquier petición, cualquier afán, liberaos también de esas oraciones que os parecen buenas. Abríos sencillamente a María, entrad en su Corazón donde habita la vida de Dios y recibiréis toda la plenitud! ¡Todo lo demás os será dado!" S.C.

La marcha de la paz

En la vigilia del 22° aniversario de las apariciones de la Virgen, tuvo lugar la undécima "Marcha de la Paz". Saliendo del convento franciscano de Humac, cerca de 3000 peregrinos se encaminaron hacia Medjugorje en las primeras horas del día. La marcha de la paz es una idea que nació en el corazón de los peregrinos y de los amigos de Medj. en los días más duros de la guerra en 1992. Aunque los años de la guerra quedan a nuestras espaldas, en sus mensajes la Virgen nos recuerda también las "guerras en nuestros corazones". Esta marcha de oración de 13 km es una respuesta a la inquietud, a la violencia y al odio y un estímulo para la paz y la reconciliación. La marcha fue guiada por fray Ljubo Kurtovic.

La celebración en la Parroquia

En los últimos 22 años los mensajes de paz de la Virgen se han difundido por todas partes a través de los peregrinos, haciendo de Medjugorje la parroquia del mundo. Una confirmación de ello es la presencia de más de 80 000 fieles que han venido en peregrinación a Medjugorje con motivo del 22° aniversario. Hacer una lista de los países de procedencia de los que han venido al encuentro de la Reina de la Paz sería imposible: estaban representados los 5 continentes. Excepcionalmente numerosos han sido los peregrinos locales, muchos de los cuales han venido caminando al encuentro de la Reina de la Paz. Por la multiplicidad de los grupos lingüísticos, en las mañanas del 24 y del 25 de junio las Santas Misas se celebraron en 16 lenguas. En la Santa Misa vespertina del día del aniversario, celebrada por fray Miro Sego, participaron cerca de 35 000 fieles. Concelebraron 180 sacerdotes procedentes de una veintena de países.

Aparición anual a la vidente Ivanka

La vidente Ivanka Ivankovic tuvo su acostumbrada aparición anual el 25 de junio de 2003. Durante la aparición, que tuvo lugar en su casa en presencia de su marido y sus tres hijos, la Virgen le confió el siguiente mensaje: "Queridos hijos, no tengáis miedo, yo estoy siempre con vosotros. Abrid vuestro corazón para que en él entren el amor y la paz. Orad por la paz, la paz, la paz." La Virgen estaba gozosa y habló un buen rato de su vida a Ivanka.

La muerte del Padre L. Rupcic el día del aniversario

Había escrito mucho sobre Medj., defendiendo con ricas y doctas motivaciones la extraordinaria presencia de la Madre de Dios en la tierra de Herzegovina, de tal modo que Dios le ha honrado llamándolo el mismo día del Aniversario de las apariciones, un pequeño gesto de delicadeza, elocuente a los ojos de quien está dispuesto a leerlo a la luz de estos acontecimientos de gracia. Profesor en la facultad de teología, había traducido el Nuevo Testamento de su lengua original al croata. También nosotros del Eco hemos bebido de sus escritos y continuaremos haciéndolo porque dan con gran claridad y valentía argumentaciones óptimas en defensa y apoyo de toda la realidad ligada a Medj.

(de: Press Bulletin)

 

 

Visitados por el Magnificat

"¿A qué debo que la Madre de mi Señor venga a mí?" Son las palabras con las que Santa Isabel acogía a la joven María que, encinta de su Jesús, había ido a visitar a su pariente anciana. Pero quizás con esto también quería decir: "¿A qué debo que la Llena de gracia, es decir, la Portadora de la Gracia que llena su seno, entre en mi casa y se quede para compartirla conmigo?". Palabras antiguas pero también nuevas, porque también nosotros, visitados cotidianamente en Medjugorje por la Virgen de Nazaret, podríamos pronunciarlas gracias al privilegio que tenemos de acogerla y de aceptar los dones que ella nos trae.

"Éste es un tiempo de gracia…" nos repite incansablemente María en sus mensajes. Y quizás también quiere decir: Éste es el tiempo en el que os traigo a Jesús vivo, dispensador de todas las gracias: acogedlo, acogedme, como en aquel tiempo nos acogió Isabel. Entonces también de vuestro interior brotará un canto que magnificará al Señor, porque os daréis cuenta de las "grandes cosas" que Él ha realizado en vuestra vida (cfr Lc 1, 49): de cómo muchas veces Dios ha "desplegado la potencia de su brazo" para levantaros de vuestras caídas; de cómo ha "dispersado los pensamientos de los soberbios" que querían aplastaros y humillaros; de cómo os ha "colmado con el Bien" cada vez que teníais sed de amor, de justicia, de verdad, de equidad… De cómo ha rescatado vuestros derechos haciendo caer "del trono a los poderosos", al ver en vosotros "la humildad de sus siervos"… ¡Cómo no sentir como verdaderas estas palabras que María susurra a nuestro corazón cada vez que nos abrimos a Ella en la oración y nos ponemos a su escucha! ¡Cómo no exultar por la vida nueva que entra en nosotros cuando acogemos a María en nuestras jornadas hechas de elementos sencillos, aparentemente insignificantes, pero llenas de intimidad y confidencia!

En María Dios "contempló la humildad" de quien supo hacerse "su sierva", es decir, dispuesta al servicio y a la entrega de sí. También nosotros atraemos la mirada del Omnipotente que se enternece al vernos empeñados en acabar con nuestro orgullo e intentar acabar con los estrechos límites de nuestro egoísmo para ponernos al servicio de los hermanos. Quien nos encuentre no podrá más que exclamar "bienaventurados vosotros que habéis creído en el cumplimiento de las palabras del Señor" (cf Lc 1, 45) y habéis sido llenados por la Gracia que a través de vosotros quiere comunicarse al mundo. ¡Gracias porque no la retenéis para vosotros mismos sino que nos la dais para que nuestras vidas se conviertan en un Magnificat! Stefania Consoli

 

 

¿Pero por qué María viene a nosotros?

Al cumplirse el 22º año de presencia de la Reina de la Paz entre nosotros en Medjugorje, creo que es importante hacernos una pregunta fundamental: ¿cuál es el objetivo de esta presencia suya tan larga? Sólo si lo comprendemos, de hecho, podremos comprender el camino que Ella nos propone.

María es Madre y usa una pedagogía materna. En los primeros años de las apariciones imperaba la curiosidad y la atención de todos estaba dirigida a buscar milagros más externos, pero la Virgen misma nos puso en guardia ante esta actitud que, en el fondo, nos distraía del camino espiritual profundo al que Ella nos quería conducir. Creo que el objetivo de las apariciones de Medjugorje es ayudarnos a poner a Dios en el centro de nuestra vida, en una palabra, convertirnos a Él. Si entendemos esto, descubriremos también que Medj. es sobre todo un camino hacia Dios que hay que vivir, más que una realidad exterior. La Parroquia de Medj., las apariciones, los videntes… tienen el único objetivo de hacernos entrar en una relación de amistad con Jesús, que se desarrolla a través de los Sacramentos y a través de la Iglesia.

Una de las dificultades mayores que me he encontrado al presentar Medjugorje a los Sacerdotes ha sido ésta: muchos de ellos temen que esta experiencia se convierta, de algún modo, en algo "paralelo" a la Iglesia; ¡nada más equivocado! Los mensajes de María, de hecho, nos invitan a integrarnos activamente en el camino de nuestras Parroquias (mens. 31/10/1985), porque sólo en la Comunidad Cristiana encontramos la Eucaristía que, tal como nos enseña el Concilio, es "fuente y culmen" de la vida eclesial, pero también de nuestro camino espiritual personal. Si en lugar de hablar tanto sobre Medjugorje intentamos recorrer el camino indicado por María y lo testimoniamos con nuestra vida, muchos problemas en la acogida de este fenómeno desaparecerán. Los frutos dan un testimonio más eficaz que las palabras y la Virgen desea que nosotros seamos testigos vivos de su presencia (mens. 20/9/1985).

Aunque han pasado 22 años, el peligro de la dispersión amenaza siempre y entonces Dios nos educa a través de las circunstancias de la vida cotidiana de Medjugorje que han cambiado muchísimo. Por ejemplo, las apariciones hoy tienen lugar en las casas privadas de los videntes y los peregrinos sólo pueden asistir muy raramente. Muchos se decepcionan por esto, pero yo creo que forma parte de un plan preciso de María que quiere enseñarnos que todos la tenemos que acoger en nuestro corazón más que verla con nuestros ojos. La vidente Vicka ha dicho que, si nosotros abrimos el corazón en el momento de la aparición, la Virgen viene a nosotros de una manera especial allá donde estemos (no sólo en Medj, sino también en casa), nosotros sólo debemos acogerla en nuestro corazón.

La oración entonces se convierte cada vez más en la experiencia fundamental que el peregrino tiene en Medjugorje, y esto es lo que la Virgen desea. ¿Por qué? Porque sólo si cada uno de los peregrinos encuentra profundamente a Dios en la oración, guiado por María, podrá convertirse en la vida de cada día en testimonio verdadero de la presencia de la Reina de la Paz. La Virgen, por lo tanto, en estos años nos ha llevado a vivir más en profundidad sus mensajes en nuestro corazón y continúa impulsándonos a buscarla en lo cotidiano, en lo normal. Si Ella vive en nuestros corazones, podrá servirse de nosotros como instrumentos y nos guiará cada vez más hacia Dios. Así, también la Iglesia podrá acoger plenamente la gracia de la presencia de María y renovarse cada vez más en el amor a Dios.

Manuel Reato

 

El grupo de oración: lugar de nacimiento de la vida trinitaria

Continuamos con la publicación del testimonio del p. Tomislav sobre cómo debería ser un grupo de oración, según las sugerencias dictadas por la Virgen a Jelena y Marijana Vasilj destinadas al grupo que Ella guiaba en Medjugorje.

(2ª ENTREGA)

La Iglesia parroquial

En el Krizevac el alma no siente pesadez, sino que se abre, vuela. La experiencia de ofrecernos junto a Jesús es la experiencia de la elevación al Padre y de la entrada en una relación viva con Él. El horizonte entonces se abre en todas las direcciones y el alma respira libremente la fe, la esperanza, el amor, experimenta la Resurrección. Partiendo de esta experiencia los discípulos se encaminaron con María Santísima hacia el Cenáculo donde descendió el Espíritu Santo (Hch 2), formándose de este modo la primera comunidad cristiana. Lo mismo ocurre con cada uno de nosotros. En la Iglesia somos guiados por el Espíritu Santo y encaminados a la plenitud.

"Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podíes con ellos. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa, pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros." (Jn 16, 12-14) En la Iglesia, los cristianos participan de la vida trinitaria, viven en comunión, escuchan la Palabra de Dios, participan de los sacramentos para convertirse en un pueblo de redimidos. "Queridos hijos, Dios desea haceros santos, por esto a través de mí os invita al abandono total. ¡Que la santa Misa sea vida para vosotros! Intentad comprender que la Iglesia es la casa de Dios, el lugar donde yo os reúno y deseo mostraros el camino que conduce a Dios. ¡Venid y orad! No miréis a los demás y no los critiquéis. Que vuestra vida, por el contrario, sea un testimonio del camino de la santidad. Las iglesias son dignas de respeto y consagradas, porque Dios - que se hizo hombre - está dentro de ellas día y noche. Por esto, queridos hijitos, creed, y orad para que el Padre os acreciente la fe, y luego pedid lo que necesitéis. Estoy con vosotros y me gozo con vuestra conversión. Os protejo con mi manto materno. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada! Los fieles ofrecen el sacrificio de alabanza y se encaminan seguros y abandonados a la bondad de Dios (Mt 6, 24-34).

El vértice de la vida de Dios

El pueblo sale de la iglesia bendiciendo a Dios, bendiciéndolo todo y a todos, vuelve a casa y a la vida cotidiana. Continúa caminando interiormente, avanzando hacia Dios. La vida en Dios no conoce situaciones estancadas, sino que está implicada en el movimiento perpetuo de la creación, redención y santificación, es decir, en la acción del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. En este movimiento entran todos aquellos que desean caminar en la oración. Si una persona, un grupo, un movimiento se paran, acaban en una situación de estancamiento, se aposentan, pierden su fecundidad. De aquí viene la muerte para el alma, que puede darse aunque permanezcan los ritos y las devociones. Volver a casa significa también partir hacia la propia misión. "Queridos hijos, os invito al abandono total a Dios. Orad, hijitos, para que satanás no os vapulee como ramas al viento. Sed fuertes en Dios. Deseo que a través de vosotros el mundo conozca al Dios de la alegría. Testimoniad con vuestra vida la alegría divina. No os angustiéis ni preocupéis. Dios os ayudará y os mostrará el camino. Deseo que améis a todos, buenos y malos, con mi amor. Sólo así el amor se impondrá en el mundo (mens. del 25/5/1988) Quien va por el camino de la oración, necesita partir de nuevo continuamente. La Virgen expresa muy bien este concepto en el mismo mensaje del 25/5/1988: "(…) Hijitos, vosotros sois míos: yo os amo, y deseo que os abandonéis a mí, para que yo pueda conduciros a Dios. Orad incesantemente, para que satanás no pueda aprovecharse de vosotros. Orad, para que comprendáis que sois míos. Os bendigo con la bendición de la alegría. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!"

Segundo esquema orientativo

Este esquema lo encontramos en la experiencia del grupo de oración, que guiaban Jelena y Marijana Vasilj. Las dos tuvieron locuciones interiores, a través de las cuales la Virgen hablaba y mostraba el camino hacia Dios, explicando cómo abrirse al Espíritu Santo. Al final también Jesús habló y todo se concluía en la relación con el Padre. Este esquema es idéntico al primero que hemos visto encima, expresa además sólo los elementos concretos del recorrido del grupo durante los encuentros de oración. Elemento de unión fundamental entre estos dos esquemas es María Inmaculada que con su ternura materna, abierta al Espíritu Santo, conduce las almas a Jesús para que sean elevadas al Padre.

Los elementos fundamentales del camino de este grupo de oración, tal como fueron presentados por la Virgen a las dos jovencitas, es el recorrido de la celebración eucarística, sea en la forma, sea en la dinámica de la redención, sea en la vida cotidiana. Por esto a la forma del camino del grupo y a su dinámica podemos darle el nombre de "Eucaristía viviente" tanto más en la medida que se refiere siempre a la celebración de la Eucaristía, que es fuente, culmen y sostén de toda dinámica espiritual.

Decidir

Antes de entrar a formar parte de un grupo o de formar uno, hay que decidir. ¿Decidir qué? Decidirse por la vida plena, madura, íntegra, que se alcanza únicamente en Dios. Hay que decidirse por ser santos, de otro modo no se alcanza la plenitud de vida. Ésta es la llamada de todos los cristianos (cf Exhortación apostólica "Christifideles laici" de Juan Pablo II). Sin esta decisión fundamental, uno se une simplemente a un grupo, a una forma. De esta falta de decisión nace también una pertenencia equivocada al grupo, a la Iglesia y falta el progreso en el camino. Tal como refiere Jelena Vasilj, la Virgen buscaba personas dispuestas a seguir un camino hacia Dios, confiándose completamente a su Corazón Inmaculado. Dio un tiempo de un mes a las personas para orar y reflexionar sobre esta petición. Después, no formó el grupo enseguida sino que se limitó a indicar las cosas esenciales para que un cristiano pueda avanzar en su camino: oración, ayuno, confesión, santa Misa y vida fraterna. La Virgen subrayó particularmente el amor universal de Dios (Lc 6, 12-38). De dos breves mensajes se puede captar qué pretendía la Virgen para conducir al grupo a través de la oración: "(…)La oración es el coloquio con Dios. En cada oración debéis oír la voz de Dios. Sin oración no podéis vivir. La oración es vida" (mens. del 30/9/1984). "(…)La oración sirve porque después tenéis claridad. Orar significa conocer la felicidad. Orar os sirve para aprender a llorar, a florecer (…)" (mens. del 22/11/1984).

En otro mensaje, la Virgen aclara la dinámica de la participación de las personas en la oración, la participación de Dios, de la Virgen y de los Santos. La falta de decisión, de participación y de fidelidad dinámica en el camino hacia Dios, esteriliza el amor de Dios y lo limita. En cambio, la respuesta plena del participante lo une al amor de Dios, y permite a Dios desarrollar el plan que Él tiene para él. Leemos en el mensaje: "¿Habéis robado algo alguna vez? ¿Quizás os ha pasado? La conciencia os ha tormentado, pero habéis multiplicado vuestras justificaciones y habéis dicho: "No. ¡No quiero reconocerlo!"¡Cómo os queman los pecados! ¡Qué ardor tienen vuestros pecados! Cuando un hombre mata a otro, el pecado le quema, pero no quiere humillarse. Del mismo modo yo ardo en el amor, ardo enteramente en el amor. Pero nadie lo quiere, nadie, nadie, nadie. Yo ardo enteramente en este amor, pero nadie lo quiere.

Y así me quema, porque nadie lo quiere, sufro porque ni siquiera vosotros lo queréis (…) mi ardor no acabará hasta que os convirtáis. Arderé hasta que comprendáis que soy vuestra Madre. Soy la Madre y lo seré. Os mostraré verdaderamente que lo soy (…)" (mens. del 22/11/1984). No añado otros mensajes que son parte del camino del grupo. Los cristianos reciben demasiados mensajes e impulsos. Lo que sirve es decidirse continuamente, paso a paso, para entrar en la relación total con Dios, implicando todos los niveles del alma y de la existencia entera. Con la base de esta decisión, tanto individualmente como en el grupo, se pueden recorrer todas las etapas del camino hacia Dios y se alcanza la meta.

(2. continúa)

 

Ayudas en Croacia: ¡cuántas necesidades!

La guerra acabó hace casi ocho años y Croacia se prepara para entrar en Europa: ¡nunca hubiéramos imaginado encontrar situaciones de pobreza tan graves! Habiéndose suspendido temporalmente las ayudas a Bosnia por problemas que surgieron entre los Ministerios de Sarajevo, los responsables de la oficina Medjugorje-Mir de Spalato, que nos obtiene las autorizaciones para las aduanas, nos propusieron esta vez llevar ayudas a Croacia, concretamente a Knin y a Vukovar. Somos más de 500 voluntarios, procedentes de varias partes de Italia, con 16 furgonetas y un pequeño autocar. A poco más de 100 kilómetros de Spalato llegamos a Knin, donde el Padre Petar Klaric', responsable de Caritas, nos celebra la Santa Misa, nos lleva a su gran almacén y nos habla de la situación. De 12000 habitantes, cerca de 10000 deben ser ayudados por Caritas porque son muy pocas las personas que tienen un trabajo. Dice que desde Knin, justo delante de Caritas, ven pasar muchos autocares de peregrinos que se dirigen a Medjugorje: si cada peregrino llevase algún kilo de alimentos (arroz, azúcar, aceite, etc.) y el autocar hiciese una parada breve, sería una gran ayuda para sus pobres. Aquí dejamos 7 furgonetas: 6 para Knin y una para Ugljane, en una comunidad croata de Sor Elvira, en el camino que desde Knin va a Medjugorje, adonde llega este grupo en la misma tarde. Así vacíos, también las furgonetas pueden entrar en Bosnia Herzegovina sin problemas.

Con las otras 9 furgonetas, en cambio, iniciamos un camino de casi 600 kilómetros: subiendo hacia Zagabria y luego al este hacia Eslavonia, hasta Vukovar, en el Danubio. Es de noche. Al día siguiente, con el Padre Zlatko Spehar, padre guardián de los franciscanos y responsable de Caritas, descargamos las ayudas y visitamos el gran cementerio atravesando la ex ciudad fantasma, ahora parcialmente reconstruida. Mientras el Padre Zlatko nos habla, quedamos fascinados de su caballerosidad, su afabilidad y su premura; luego descubriremos que él es príncipe heredero del antiguo reino de Croacia y de Bosnia. Vukovar, antes de 1991, era una ciudad floreciente de casi 50 000 habitantes, con ricas industrias que daban trabajo a todos. En agosto de 1991 el ejército serbo-yugoslavo, con el apoyo de los mercenarios cétnicos de Arkan, destruyó la ciudad con un encarnizamiento loco y diabólico, defendida por unos pocos miles de valientes hombres armados, sobre todo croatas. Fue una horrible carnicería por ambas partes. Se calculan en 7500 los muertos de la ciudad bajo los bombardeos y en las masacres horrendas e inenarrables del 18.11.1991, cuando cayó Vukovar, con todos sus heridos, enfermeros y médicos del hospital. Y se habla de cerca de 15000 muertos entre los serbios, la mayoría muy jóvenes enviados a la derrota, con la pérdida de 250 carros armados y 25 aviones, un tercio del potencial militar del ejército serbio. Hoy todavía no se han encontrado todas las fosas comunes, también porque todo el entorno de la ciudad, en decenas de kilómetros, está abundantemente minado: aquellas tierras que eran fertilísimas, ahora no pueden cultivarse. No hay dinero para sacar las minas. Todas las industrias están destruidas y de los 24 000 habitantes actuales, la mitad de los cuales son serbios, sólo 1000 consiguen trabajar un poco. Los problemas de supervivencia son enormes, sea por la pobreza, como por la difícil convivencia, donde el odio y la venganza se imponen. En la iglesia de los santos Felipe y Santiago, habilitada con la cobertura del techo, celebramos la S. Misa con muchos niños del Decanato, reunidos para una grata manifestación. Tras la visita al nuevo centro juvenil, desde donde pudimos admirar el Danubio, reemprendimos el viaje y, tras 460 kilómetros, llegamos a Medjugorje, donde transformamos en oración todo lo que habíamos sentido, visto y vivido.

Bonifacio Alberto-Centro Informazioni Medjugorje - Via S. Alessandro, 26 - 23855 PESCATE (LC) - Tel 0341 - 368487 - Fax 0341-368587

Eventuales ayudas y donativos enviarlos a: A.R.P.A. Associazione Regina della Pace - Associazione di volontariato (la misma dirección)

- cuenta corriente postal n. 17473224 - cuenta corriente bancaria n. 98230/Y Banca Popolare di Lecco - Div. Deutsche Bank - Piazza Garibaldi, 12 - 23900 LECCO - ABI 3104 - CAB 22901

"Para los autocares de peregrinos que quieran dejar alguna ayuda en CARITAS de KNIN, al pasar por delante, he aquí los teléfonos:

Padre Petar Klaric': convento 00385-22-661770

móvil 00385-91-2109997
tel. Caritas 00385-22-664846
fax Caritas 00385-22-660046

 

 

La Virgen peregrina continúa sus misiones

Mons. Dominique Rey, Obispo de Tolone, bendijo el pasado primero de mayo en el santuario de Cotignac (Francia) 108 estatuas de 90 cm y 50 estatuas de 45 cm que representaban a la Virgen peregrina, "Nuestra Señora de Francia, Reina de la Paz".

Las imágenes de María se enviaron en misión a varias parroquias para que de familia en familia se organizasen vigilias de oración y de evangelización entorno a Aquella que nos lleva a Cristo. Es la primera vez que se envían a Francia tantas estatuas de una vez, y esto se ha realizado bajo la doble protección de José y de María, ya sea porque el santuario de Cotignac es uno de los rarísimos lugares del mundo donde José y María se aparecieron juntos, hace algunas décadas, ya sea porque la bendición tuvo lugar el día de la fiesta de San José, al comienzo del mes de María y en el corazón del año dedicado al santo Rosario. El Obispo pidió a los delegados de cada parroquia que volviesen el año siguiente para testimoniar los frutos de estas peregrinaciones. ¿Y si esta magnífica iniciativa se imitase en otras diócesis, en Francia y otros lugares? La asociación "Notre-Dame de France", que puede suministrar las estatuas gratuitamente gracias a muchos benefactores, está a disposición de Obispos y sacerdotes que deseen lanzar iniciativas similares…

Dirigirse a: Notre-Dame de France
48, avenue de Paris
91410 Dourdan (Francia)
Tel: 0033.1.42501965 Fax: 0033.1.42506835
E-mail: olivier@mariedenazareth.com

Se ha cumplido el tiempo del parto también para ella y, como todas las madres que han esperado ilusionadamente abrazar a su propio hijo, también Jelena vive con intensidad los primeros momentos de vida de la criatura que Dios le ha confiado. También esta vez Jelena ha querido compartir con los lectores del Eco sus sentimientos, íntimos y profundos, que se convierten en oración en el momento en el que su hijo recuerda la presencia del "Dios con nosotros", del Emanuel, que se hace niño para poder ser acogido en los brazos de una mujer.

 

En mi hijo contemplo a Jesús

de Jelena Vasilj

Hemos recibido con una gran alegría el don inmenso que el Señor nos dio el pasado 9 de mayo: nuestro pequeño Juan Pablo al que, afectuosamente llamamos Juanito. De su llegada verdaderamente no podíamos anticipar nada, ni los dolores (del parto) ni las alegrías que esta criatura nos iba a traer. Por esto, ahora, en su presencia, vivimos inmersos en el asombro y el temor. Pero también nos damos cuenta que la humanidad vive este misterio desde la creación del mundo; por eso, sintiéndonos parte de ella, nos sentimos aún más unidos a toda la familia humana y acogemos confiadamente la responsabilidad de padres. Dios nos invita a cooperar con Él en la creación de una persona que existirá para siempre, una persona que Él ha amado antes de nosotros y que ha adquirido con su sangre, por lo que la persona es verdaderamente suya. Nosotros nos hemos convertido en sus custodios en el momento de la concepción, por eso la debemos cuidar y proteger pero nunca poseer.

A este respecto me vienen a la mente las palabras que Jesús mismo dijo: "quien acoge a uno de estos más pequeños, a mí me acoge". También nosotros en este tiempo nos sentimos en la gruta de Belén, rodeados por el silencio y la soledad de la noche, con el niño Jesús entre los brazos lo contemplamos en su esplendor. Penetrados por el sentimiento de gratitud y un ligero temor - pero no de miedo - decimos: "¡Gracias Jesús, bienvenido entre nosotros! Tu presencia nos humaniza y espiritualiza, sobre todo porque nos pides que te contemplemos, impidiéndonos así que las preocupaciones materiales nos atrapen, como por ejemplo el mantenimiento de un orden perfecto en casa que tú ni siquiera notas: a ti te basta con estar entre los brazos de mamá y papá. Gracias porque tú desmontas todos esos castillos de falsas imágenes que llevamos dentro: tú no necesitas padres-profesores, a ti te basta con escuchar nuestras voces. Gracias por la gran libertad interior que nos das: ahora ya no tenemos tiempo de estar delante del espejo y hacernos bien la raya, porque tú tienes prisa por ser amado. Gracias porque tú humanizas el mundo: nunca me había pasado estar en un supermercado y ver que todos quieren hablar conmigo porque les conmueve tu presencia. Gracias porque nos haces vivir vigilias nocturnas - que antes hacía en oración - donde mejor se advierte la presencia de Dios. Gracias porque nos permites desarrollar nuestro apostolado: el pobre que hay que cuidar y vestir tantas veces al día eres tú. Gracias, pues, Jesús que hoy vienes entre nosotros en la forma de un precioso niño. El gran Dostojevski escribió que la belleza salvará al mundo. Yo sólo digo: los niños pueden salvar el mundo de su egoísmo.

 

Los lectores escriben

Monica Rougier de Argentina -

Clare Packer de Australia - Recibo desde hace muchos años una decena de copias para los amigos del grupo de oración. Es un gozo para nosotros leer vuestro preciosísimo Eco. Queridos amigos de Eco, estoy muy contenta de recibir la publicación que a menudo llega en los momentos más duros que me toca vivir; recibirlo supone obtener el impulso necesario para seguir adelante en la vida.

Patricia Mattos Gutiérrez de La Paz, Bolivia -

Hna Franca Airoldi de Chile -

Giorgio Sernani de Buenos Aires, Argentina -

Tilly Vissers de Nueva Zelanda - Muchas gracias por vuestro maravilloso periódico que nos da tanta luz. Cada lectura es una bendición.

Merle Taljaard de Sudáfrica - Tras una operación en el corazón tuve un sueño en el que daba el Eco italiano a personas italianas. Luego, para mi sorpresa, encontré dos copias del Eco en italiano entre las copias que normalmente recibo en inglés. ¡Se las di a dos fieles italianos de la parroquia que se quedaron encantados! ¡Mandádmelas regularmente! Doy gracias por este "Pan del Cielo", y sabed que lo leen también muchos protestantes con provecho.

Lucilla Martínez Agudelo de Ibagu, Colombia -

Rosa Adriano de Australia - El Eco de María es como una guía espiritual; las enseñanzas de María me ayudan mucho. Lo espero con gozo y lo leo no una, sino muchas veces, sacando siempre provecho.

P. Giuseppe di Prinzio, SDB de Japón - Agradezco de todo corazón el envío del ECO que me ayuda mucho a crecer en el amor hacia la Virgen y para prepararme las homilías. Que el Señor y la Virgen os bendigan.

P. Saulius Bytautas, de Lituania - Mis saludos más afectuosos a todos los colaboradores del Eco. ¡El Señor, que es amor, os bendiga y proteja!

Antonella Tagliaro, de Verona (Italia) - Os escribo para entrar a formar parte de la gran familia del Eco de María. Volví de Medjugorje hace 15 días y siento muy fuerte el deseo de permanecer unida a aquel oasis de paz, también gracias a vosotros. Conocía ya desde hace tiempo vuestro periódico, pero sólo he tenido alguna copia esporádicamente. Ahora que he "crecido espiritualmente" deseo recibirlo siempre y no esporádicamente..."

Obinna C. Anah de Nigeria - Recibo el Eco desde hace dos años, y no sólo me ayuda sino que desde que lo leo, he cambiado. Gracias. Os doy las gracias también porque sé que me recordáis cada primer sábado. ¡Que Dios os bendiga!

Emile Tognizi de Benin, Africa - En nombre de nuestra parroquia y en particular de nuestros niños y catecúmenos, os agradezco de corazón por vuestro periódico y por todo el bien que hacéis. Estamos muy contentos. Que el Señor os bendiga y os compense con el céntuplo.

Agnes Okovi de Uganda - Agradezco de corazón el Eco que me llega desde hace un año. Me resulta una gran ayuda espiritual, pues en cada edición hay siempre algo que me sirve personalmente para mi camino espiritual, y estoy convencido que procede de "mi Madre", de "Nuestra Madre".

Gj. Gurashi de Scutari (Albania) - Deseo expresar con todo el corazón mi admiración y mi reconocimiento por todo el precioso trabajo que hacéis vosotros de la redacción del Eco de María. Éste no es sólo mi reconocimiento sino también el de muchos otros lectores albaneses del Eco. Los mensajes y las noticias de aquella tierra bendita nos dan esperanza para un mundo mejor. Desde 1944 el Eco de María viene a nuestras casas y "habla" con nosotros en nuestra lengua. Conservo casi todos los números. Vuestra prestigiosa publicación la leemos también en grupo y luego la distribuimos a los que no la tienen. Deseo y oro a la Reina de la Paz para que con su amor materno os proteja y os ayude en vuestra preciosa labor.

 

¡¡¡ GRACIAS POR VUESTRAS DONACIONES!!!

Deseamos expresaros nuestra inmensa gratitud por todos los donativos que nos enviáis y que nos permiten continuar con el trabajo de imprenta y distribución del Eco. Grandes y pequeñas sumas de dinero de todas partes del mundo sostienen nuestro trabajo; para ellos las gracias de nuestra parte y de todos los lectores. Pero la providencia se sirve también de las oraciones silenciosas de muchos que, no pudiendo enviar donativos, dan su tiempo y su oración para implorar gracia y bendición para cada actividad nuestra editorial. La oración es siempre una moneda muy preciosa a los ojos de Dios. Por tanto, un agradecimiento también a ellos y que la Reina de la Paz habite siempre en vuestro corazón.

Personal del Eco de María

 

 

 


 

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