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Eco de Maria Reina de la Paz 164 (Julio-Agosto 2002)

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Eco di Maria
Regina della Pace

Español 164




Mensaje de María del 25 de mayo de 2002

"Queridos hijos, hoy os invito a poner la oración en el primer lugar en vuestra vida. Orad y que la oración, hijitos, sea para vosotros un gozo. Yo estoy con vosotros e intercedo por todos vosotros, y vosotros, hijitos, sed portadores gozosos de mis mensajes. Que vuestra vida conmigo sea un gozo. Gracias por haber respondido a mi llamada."

Que vuestra vida conmigo sea un gozo

Ya otras veces María ha vinculado la oración con la alegría como aspectos que proceden de una misma realidad. A la oración corresponde el primer lugar, pero unida estrechamente a ella está la alegría. Si la oración no lleva a la alegría hay que dudar de la calidad de nuestra oración. Si ésta es comunión con Dios, si es abandono en el Espíritu que realiza esta comunión - el cual al tiempo que suscita en nosotros la palabra, nos abre a la comprensión de la Palabra - entonces tiene que producir necesariamente gozo, un gran gozo, incalculable. El gran gozo de sentirse amados por Dios, de sentirse acogidos a pesar de nuestros límites, nuestras indignidades, nuestro mismo pecado; el gozo incalculable de sentir al Cristo vivo en nosotros y nosotros en Él (Jn 14,20). Nace así el deseo de orar más, y sobre todo, de orar mejor, es decir, de dejarse invadir cada vez más plenamente por el Espíritu para que la experiencia de Dios sea menos fugaz, menos efímera, y en cambio cada vez más envolvente. Entonces surge espontáneamente poner la oración en el primer lugar en nuestra vida porque ésta cambia la calidad de nuestra vida. Ya en el Antiguo Testamento el salmista afirmaba: "Se alegrarán los que se acogen a ti, gritarán alborozados por siempre; tú los protegerás, en ti disfrutarán los que aman tu nombre" (Sal 5, 12) y también "Me enseñarás el camino de la vida, me hartarás de gozo en tu presencia, de dicha perpetua a tu derecha" (Sal 15,11).
Nuestra experiencia de gozo es mucho mayor ahora que Dios no es sólo Aquel que nos protege y nos indica el camino sino el Cristo, el Dios en el hombre, Aquel que busca un lugar en nuestra alma, en nuestro corazón. Dios está tan cerca de mí que ya no puedo alejarme de Él sin ofender al Cristo. Cae la distancia entre el Creador y la criatura y con ella cae el miedo, y se abre paso a la alegría. María tiene un papel único en este encuentro entre Dios y el hombre, y lleva a cabo su misión en el transcurrir de los días: yo estoy con vosotros e intercedo por todos vosotros y pide nuestra respuesta, nuestra colaboración: sed portadores gozosos de mis mensajes. Su presencia no puede producir más que gozo y este gozo lo debemos comunicar primero con nuestra vida, más que con nuestras palabras. Que vuestra vida conmigo sea un gozo: ¿es que acaso podría ser de otro modo? Cada miedo es una concesión al tentador, a aquel que nos induce a desconfiar de Ella y de Dios.
María nos lleva a Jesús, nos permite, con Su intercesión, tener experiencia del amor de Jesús, de ese amor que ninguna eventualidad humana puede ofuscar, ni ninguna potestad, ni muerte ni vida puede quitarnos (Rm 8, 35-39) porque el amor de Cristo ha vencido a la muerte, cualquier muerte. Viviendo unidos a Ella, será nuestra vida la que dé razón de nuestra esperanza (1 Pe 3, 15). Unidos a Ella significa vivir como Ella, en la humildad, en lo escondido, en el abandono completo y confiado en Dios; significa vivir la voluntad de Dios sin tergiversar, sin preocuparse por comprenderlo todo, sin tener dudas. A nosotros esto no nos es posible si contamos sólo con nuestras fuerzas o capacidades; pero María nos asegura constantemente que está con nosotros, que intercede por nosotros; nosotros sólo tenemos que dar nuestro "". Démoslo con sinceridad, con alegría; Ella nos ayudará, nos obtendrá de Dios las gracias necesarias y el Espíritu hará todo el resto. Paz y gozo en Jesús y María.
Nuccio Quattrocchi

 

Mensaje de María del 25 de junio de 2002

"Queridos hijos, hoy oro por vosotros y con vosotros para que el Espíritu Santo os ayude y aumente vuestra fe, para que aceptéis aún más los mensajes que os doy aquí, en este lugar santo. Hijitos, comprended que éste es un tiempo de gracia para cada uno de vosotros, y conmigo, vosotros estáis seguros. Quiero conduciros a todos por el camino de la santidad. Vivid mis mensajes y poned en vida cada palabra que os doy. Son preciosas para vosotros porque vienen del cielo. Gracias por haber respondido a mi llamada."

Palabras que vienen del Cielo

Si tuviéramos fe como un grano de mostaza podríamos arrancar árboles y montes de la tierra y plantarlos en el mar (Lc 17,6; Mc 11,23). ¿Qué llegaríamos a realizar si tuviésemos una mayor fe en los mensajes de María? Oro por vosotros y con vosotros para que el Espíritu Santo os ayude y aumente vuestra fe para que aceptéis aún más, es decir, con una mayor profundidad, los mensajes que os doy en este lugar santo. Ciertamente son innegables los frutos de la nueva evangelización que María está realizando con Su presencia en Medjugorje, pero evidentemente aún no son suficientes y esto explica la duración excepcional de Su presencia en este lugar santo. Si la floración aún no es completa la responsabilidad es únicamente nuestra y de la dureza de nuestros corazones. Nos viene a la mente el llanto de Jesús sobre Jerusalén; que no nos ocurra también a nosotros que no reconocemos el tiempo en el que somos visitados (Lc 19, 44b).
Además, y María nos lo repite a menudo, éste es un tiempo de gracia y esta vez nos asegura que con Ella estamos seguros; es decir, haciendo lo que Ella nos pide que hagamos utilizaremos bien este tiempo favorable. ¿Pero hasta cuándo tendremos esta oportunidad? ¿Hasta cuándo los cielos estarán abiertos y descenderán sobre nosotros las preciosas palabras de María? Apenas Isabel oyó el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno y ella se llenó del Espíritu Santo (Lc 1, 41). También nosotros debemos sentir cómo exulta algo en nuestra alma al oír las palabras de María: no una emoción pasajera sino que en nosotros debe tener lugar una auténtica efusión del Espíritu para cambiarnos radicalmente, y esto depende de nuestra disponibilidad a Su acción. Por esto Sus palabras son preciosas, infinitamente más preciosas que cualquier otra cosa en el mundo; vivamos Sus mensajes y se cumplirá el milagro.
María está con nosotros, ora por nosotros y con nosotros; unámonos a Su oración, hagamos nuestra Su oración por nosotros y encontraremos un lugar en el Corazón de Dios y Él podrá vivir en nosotros. María viene para esto, para conducirnos por el camino de la santidad. No se trata de añadir alguna oración a nuestras prácticas religiosas; no se trata de dar algo de lo que poseemos; debemos dar lo que somos, debemos entregarnos por completo, abandonarnos a Ella con confianza, como un niño en el regazo materno (Sal 130,2). Pongamos en práctica en nuestra vida cada palabra que Ella nos da, es decir, vivamos todo lo que Ella nos dice; no se trata de repetir fórmulas sino de vivir según Sus enseñanzas. Sus preciosas palabras no están hechas de palabras de nuestro alfabeto. Cada palabra Suya está hecha de carne y de sangre, y de Espíritu; la Palabra que Ella nos trae es Cristo Jesús. ¡Ella nos pide que vivamos a Jesús! N.Q.
Los mensajeros de la Virgen
Jesús asignó a sus discípulos la misión de ir por el mundo a anunciar la buena nueva. Todos tenían que realizar esa misión del mismo modo. Éste es el encargo, pero también la obligación de los cristianos. Si alguien realiza con evidencia esta misión, son los sacerdotes, personas consagradas a Dios que tienen la facultad de anunciar. Los sacerdotes son los representantes de Jesús en la Iglesia y en el mundo. Por esto es importante tener sacerdotes, porque de este modo tenemos al Cristo presente entre los hombres. El futuro sin Jesús es imposible. Sin los sacerdotes mirar a Jesús significa cerrar las puertas que atraviesan aquellos hombres a los que Jesús ha dado la facultad de anunciar y de impartir los sacramentos. Cristo necesita hombres, sacerdotes que sean sus mensajeros disponibles en el mundo. Así como María se convirtió en la mensajera de Dios y la portadora de la esperanza, también nosotros tenemos que serlo, y los sacerdotes de una forma especial.
A Medjugorje llegan sacerdotes de todas partes del mundo. Llegan con sus fieles a este santuario para buscar un auténtico mensaje cristiano. En la mayor parte de los casos estos sacerdotes son los guías de los grupos de oración en sus países, comunidades que han surgido sobre las bases de Medjugorje. Por lo tanto, los sacerdotes se ponen al servicio de la difusión de los mensajes de la Virgen. Se convierten en mensajeros de la Virgen y sus representantes. Es interesante darse cuenta de que a Medjugorje los sacerdotes llegan imperceptible y humildemente, igual que María. Muchos han recibido precisamente aquí su vocación y ahora vienen para dar gracias a Dios por el don de la llamada a servir a Dios de manera especial. Prácticamente no hay diócesis o países en el mundo en los que no haya un sacerdote que haya entrado en la esencia de Medj. A veces, estos sacerdotes son llamados funcionarios de la Virgen. Así la Virgen y Medjugorje, por medio de los sacerdotes, han llegado hasta el último rincón de esta tierra. Verdaderamente, para Dios todo es posible. Cuando pensemos en los sacerdotes no podemos en absoluto separarnos nosotros ni nuestra oración de ellos. Fray Mario Knezovic’

En Toronto los jóvenes resplandecen de luz

"Vosotros sois la sal de la tierra… Vosotros sois la luz del mundo" (Mt 5, 13-14). Éste es el tema que el Papa ha escogido para la 17ª Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá como protagonistas a los jóvenes de todo el mundo en Canadá del 23 de julio - día de la apertura oficial - al 28 de julio, día en que el Pontífice saludará a los participantes con la Celebración Eucarística en Downsview Park, donde los jóvenes pasarán la noche en vigilia, como ocurrió hace dos años en la ya famosísima Torvergata (Roma). El símbolo de la luz evoca el deseo de verdad y la sed de alcanzar la plenitud del conocimiento, impreso en lo íntimo de cada ser humano, preanunciaba el Santo Padre en su mensaje a los jóvenes en preparación de esta JMJ. "En el corazón de la noche podemos sentir miedo e inseguridad, y entonces se espera con impaciencia la llegada de la luz de la aurora. Pero la luz de la que nos habla Jesús en el Evangelio es la de la fe, don gratuito de Dios, que ilumina el corazón y aclara la inteligencia.".
No es banal ni superfluo repetir que los jóvenes de nuestro tiempo tienen que enfrentarse a una sociedad y a un estilo de vida que intenta, de modo sutil y cautivador, apagar toda luz de verdad infundida por el Espíritu Santo en el bautismo, y propone en cambio falsos resplandores que pronto se apagan, condenando de este modo a los que son atraídos a tambalearse en el vacío de la incredulidad, del desánimo, de la inseguridad y del temor.
La misma sociedad, siendo consciente de este profundo malestar juvenil que con demasiada frecuencia desemboca en el drama de la droga, del alcoholismo o incluso del suicidio (por mencionar apenas la punta del iceberg del doloroso malestar en el que viven inmersos muchos jóvenes), no propone soluciones válidas y definitivas que puedan reabrir el corazón a la esperanza de un futuro distinto, de un futuro que dé sentido y cumplimiento a la existencia de cada uno. Por esto las palabras de Jesús adquieren una importancia extraordinaria cuando explica su identidad y su misión: "Yo soy la luz del mundo; quien me sigue, no caminará en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8, 12), continúa el Papa. En efecto, es en el encuentro personal con Cristo que somos iluminados por una nueva luz, que hace que miremos la vida de manera distinta.
A través del sucesor de Pedro, Dios invita a los jóvenes a no ceder en el compromiso: En el contexto actual de secularización, en el que muchos de nuestros contemporáneos piensan y viven como si Dios no existiese o son atraídos por formas de religiosidad irracionales, es necesario que vosotros, queridos jóvenes, reafirméis que la fe es una decisión personal que compromete toda la existencia. ¡Que el Evangelio sea el gran criterio que guíe las elecciones y las orientaciones de vuestra vida! Así os convertiréis en misioneros con los gestos y las palabras y, allí donde viváis y trabajéis, seréis signos del amor de Dios, testimonios creíbles de la presencia amorosa de Cristo.
Hay mucha expectación ante estos días de encuentros, catequesis, celebraciones, recuerdos de la increíble atmósfera de alegría y de entusiasmo que cambió el rostro de Roma en el caluroso verano de hace dos años. Los jóvenes llegarán de todas partes del mundo para convertirse en "la sal": Una de las funciones principales de la sal, como es bien sabido, es la de condimentar, de dar gusto y sabor a los alimentos. Esta imagen nos recuerda que, por el bautismo, toda nuestra persona ha sido transformada profundamente, porque ha sido "condimentada" con la vida nueva que viene de Cristo (cfr Rm 6, 4) - propone una vez más el Papa. La sal, gracias a la cual la identidad cristiana no pierde su naturaleza, incluso en un ambiente fuertemente secularizado, es la gracia bautismal que nos ha regenerado, haciéndonos vivir en Cristo y haciéndonos capaces de responder a su llamada a "ofrecer (nuestros) cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios" (Rm 12, 1).
Durante mucho tiempo la sal ha sido también el medio usado habitualmente para conservar los alimentos. Como sal de la tierra, los jóvenes son llamados también a conservar la fe que han recibido y a transmitirla intacta a los otros. Será en Toronto, en el corazón de una ciudad multicultural y pluriconfesional que los jóvenes, unidos al Papa, afirmarán la unidad de Cristo Salvador y la universalidad del misterio de salvación del que la Iglesia es sacramento. Venid a que se oiga en las grandes avenidas de Toronto el gozoso anuncio de Cristo que ama a todos los hombres y realiza cualquier signo de bien, de belleza y de verdad presente en la ciudad humana, concluye el Papa. ¡Venid a proclamar ante el mundo vuestro gozo de haber encontrado a Cristo Jesús, vuestro deseo de conocerlo cada vez mejor, vuestro compromiso en anunciar el Evangelio de salvación hasta los confines de la tierra! Stefania Consoli

Canadá se convierte bajo el signo de la Cruz

Ha visitado 72 diócesis, ha peregrinado por las regiones árticas, ha atravesado las praderas, ha surcado lagos y ríos izada en barcos pesqueros, ha atravesado caminos montañosos, ha pasado por los parques y calles de las grandes urbes… Es la cruz de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), de sólo tres metros ochenta pero cargada de una fuerza que conmueve a todos los que entran en contacto con ella. Los ciudadanos canadienses no se lo esperaban, acostumbrados a reuniones importantes de otra naturaleza (y no siempre muy edificantes); no pensaban que el paso de este madero, símbolo de otro mucho más antiguo donde estuvo colgado el Hijo del Hombre, les fuera a impactar tanto. Muchos lloraban a su paso, otros hacían todo lo posible para tocarla, y los periódicos locales le dedicaban las primeras páginas. Un acontecimiento aparentemente "normal", y sin embargo capaz de tocar a cada uno en lo íntimo de su corazón y transformar una fe "un poco formal y adormecida" en una adhesión ardiente y responsable al Dios crucificado que con su muerte nos ha dado la vida.
En la homilía de canonización del Padre Pío (16 de junio), Juan Pablo II resaltó de una manera especial la importancia de la cruz, propuesta al hombre por Dios como un auténtico instrumento de salvación. "En cuanto a mí…no puedo gloriarme más que en la cruz de nuestro Señor Jesucristo" (Gál 6,14) ¿No es acaso la "gloria de la cruz" lo que mayormente resplandece en el Padre Pío? El Papa nunca pierde la ocasión de reconducirnos a lo esencial silenciando aquellas voces inútiles que insinúan que se puede entrar en el reino de Dios a través de otras puertas distintas de "aquella estrecha", sólo porque nos parece incómoda y dolorosa… Alguno, cuando pasaba la "cruz de los jóvenes", comentaba: "Esta cruz encierra una energía inmensa. Es un símbolo de la potencia irresistible. Es un signo de unidad, porque todos estamos ligados a la cruz". S.C
 
 
Elevados al Cielo con la Asunta
El 1 de noviembre de 1950, Pío XII proclamó el dogma mariano de la Asunción, el cuarto de la historia, después de los de la maternidad divina de María, de su virginidad perpetua, y de su inmaculada concepción. Fue un dogma proclamado a raíz de muchas peticiones, y tras una consulta previa al episcopado mundial, como ya había hecho casi un siglo antes, en 1854, Pío XII, para la proclamación de la Inmaculada. Estos dogmas comparten la característica de no tener un fundamento bíblico explícito, sino que se apoyan en la tradición de la Iglesia, que ha creído y ha celebrado a lo largo de los siglos esta prerrogativas marianas, en base al "sensum fidei" de los cristianos católicos, es decir, en base al parecer común respecto de estas verdades de fe por parte de la Iglesia en su conjunto.

¿Qué nos propone en cuanto a la fe el dogma de la Asunción?
El texto de la definición dogmática dice: "La Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial. Creemos, pues, que María, al término de su vida, no conoció la corrupción de la muerte, sino que fue llevada al cielo en carne y hueso, y entró en la gloria de Dios en la unidad de toda su persona, es decir, en cuerpo y alma". Esta definición se completó de forma natural en la encíclica Ad Coeli Regina, promulgada también por Pío XII cuatro años más tarde, en la que se proclama la realeza de María, y se afirma de algún modo la sublimidad de la gloria que le fue concedida. El texto del dogma de la Asunta no nos dice si María murió o no, y añade una expresión (cumplido el curso de su vida terrena) para no pronunciarse sobre la cuestión. Existe de hecho una hipótesis teológica que sostiene que María no murió, sino que pasó a la gloria celeste sin morir, después de dormirse. Esto explica por qué, antes de la institución de la solemnidad de la Asunción, se celebraba la fiesta de la Dormición (Dormitio) de María. Esta convicción respecto de María se apoya en un sencillo razonamiento teológico, como un desarrollo lógico del dogma de la Inmaculada: si la muerte es consecuencia del pecado original, y si María no tiene pecado, entonces María no murió.

Hoy estamos en condiciones de definir mejor la cuestión de la muerte de María
Es lo que sostiene Gianni Calzani en su libro "María". La hipótesis de que la Virgen no haya muerto parece ingenua e incluso rebaja la personalidad de María. Ante todo, el estudio en profundidad de los evangelios apócrifos, es decir, de esos textos que la Iglesia no considera inspirados, pero que en cualquier caso son testimonios antiguos de la fe de los primeros siglos, están todos de acuerdo en referir que María murió realmente, de muerte natural, en Jerusalén, en presencia de los apóstoles, y que fue sepultada cerca de Getsemaní.
A partir de los siglos V-VI, tenemos testimonios cada vez más numerosos cercanos a los Padres de la Iglesia: casi todos admiten la muerte de María, o al menos se abstienen de precisiones al respecto. Hasta la época moderna, hay una unanimidad prácticamente total en pensar que murió. Hoy la teología descubre la importancia de la muerte de María: la fiel discípula del Señor, acaso no tenía que seguirlo hasta el final, y entrar también como él, como el Cristo, en el misterio de la muerte, para salir, como él, glorificada de la Resurrección? Así la muerte une más estrechamente a la Virgen Madre con su Hijo, de modo que pueda participar hasta el fondo en el misterio pascual de muerte y resurrección de Cristo.

¿Qué significado tiene para nuestra vida de fe el misterio de la Asunción de María?
Ante todo es motivo de esperanza en la salvación de Dios. María Asunta es un testimonio de la gloria final, de lo que se cumplirá al final del tiempo. Ella es la primicia de los redimidos, es la actualización plena de la salvación que Dios quiere para cada alma. Un gran teólogo del siglo pasado, Karl Rahner, afirmó que María es el icono de lo que Dios quería hacer del hombre en el origen, y de lo que Dios hará del hombre al final. La Virgen es la imagen del hombre plenamente realizado en Dios, nos dice lo que seremos, por gracia, en el Reino de los Cielos. María, ciertamente, nos precede en la gloria, tanto temporalmente, porque ella ya ha entrado, como cualitativamente, porque no seremos glorificados como ella; pero seguramente nos pareceremos a Ella, porque al estar hermanados por la misma naturaleza humana somos salvados por la potencia salvífica de Cristo. La Asunción de María es un gozoso presagio de la gloria que también se nos concederá a nosotros, es un signo que sostiene nuestra esperanza de ser nosotros mismos, un día, completamente realizados y transfigurados en Dios.

La Asunción de María es también motivo de confianza en el futuro.
El tiempo no avanza ciegamente, sino que va hacia el cumplimiento de la gloria de Dios. Este mundo que parece abocarse al abismo, está marcado invenciblemente por la salvación divina, que se manifestará plenamente al final, como se manifestó en María. La historia no acaba en el abismo de la falta de sentido, en la tiniebla del nihilismo; al final de la historia ya hay una mujer glorificada, ya está la humanidad redimida, ya está la plenitud de cualquier vivencia humana en Cristo, que recapitula en su persona todas las cosas.

La actitud cristiana hacia el futuro no puede estar marcado más que por un optimismo radical.
No debemos temer lo que nos deparará el futuro, sino que caminamos hacia el futuro con una actitud constructiva y confiada, vamos al encuentro del Reino de Dios, andamos hacia la Virgen revestida de gloria celeste. Que María sea para nosotros la seguridad del cumplimiento final, del sentido de la historia; que sea el impulso para usar bien el tiempo que Dios nos ha entregado, con compromiso y responsabilidad, para hacer más cercano el Reino de Dios.

María Asunta es un don para nosotros
Es una consolación en los momentos de sufrimiento y de desánimo, es un apoyo para nuestra esperanza cristiana. Unamos nuestra vida de fe a ella, que es nuestra Madre gloriosa, oremos con ella y con ella caminemos por los senderos del tiempo. La Virgen está con nosotros, su asunción no la aleja de nosotros; ella nos acompaña en nuestra peregrinación terrena y nos espera a su lado, en la intimidad de su amor materno, para gozar de su belleza, para participar de su gloria, para contemplar y alabar con ella el esplendor de Dios, que ha querido compartir su vida divina y su santidad con todos sus hijos. María es la primera entre las criaturas humanas que se reviste de gloria; pero junto a ella, en estrecha comunión con ella, cada uno de nosotros encuentra su propio lugar en la gloria del Cielo. Dios nos ama, nos quiere consigo y nos quiere transfigurados, de manera análoga a como ha amado, ha querido consigo y ha transfigurado a la Virgen de Nazaret. Abramos nuestro corazón a Dios, vivamos gozosos en la esperanza, vayamos al encuentro de la Asunta, en la gloria celestial. Massimiliano Curletti

P. Ljubo "Hoy" la Madre viene a nosotros
En todos los mensajes vemos que la Virgen, nuestra Madre celestial, camina con nosotros, acompaña nuestros pasos, el tiempo en que vivimos. Al igual que no sabíamos cuándo iban a comenzar las apariciones, tampoco ahora sabemos cuándo acabarán. A muchos les parece que las apariciones duran mucho y ya en 1985 los videntes preguntaron a la Virgen: "¿Por qué estás tanto tiempo con nosotros?". Y la Virgen les respondió: "¿Os habéis aburrido de mí?" Desde entonces no han vuelto a hacer esta pregunta. A menudo los videntes nos dicen que no es mucho tiempo: ¿cómo puede ser demasiado largo el tiempo que se vive y se camina con la Madre?
Cuando estamos con una persona a la que amamos, no nos cansamos ni nos aburrimos. Es mucho más difícil estar con las personas hacia las que no sentimos amor, al igual que es difícil trabajar si no tenemos amor al trabajo. El amor materno de María es una fuerza que la Madre celestial tiene hacia nosotros: es por esto que no se cansa. Lo mismo le ocurría a San Pablo cuando escribía a los Filipenses: "Hermanos míos, alegraos en el Señor. Volver a escribiros las mismas cosas, a mí no me es molestia, y a vosotros os da seguridad." (Fil 3, 1)
Es mucho más seguro y útil vivir y crecer en la fe en Jesús y en la presencia de la Virgen que nos habla y viene "hoy".
"Hoy" la Madre viene a nosotros, "hoy" Dios nos ama; no ayer ni mañana. "Hoy" puedo estar más cerca de Dios, a través de la Virgen, al igual que "hoy" puedo alejarme de Él. Si no crezco cada día en la fe, mi retorno a Dios se hace más difícil. "Hoy os invito a poner la oración en el primer lugar en vuestra vida". Las señales que me indican que Dios y la oración no están en el primer lugar en mi vida, son las dificultades que tengo para decidirme a orar, las distracciones, las excusas que con tanta facilidad encuentro para no orar, de manera que pospongo el encuentro con Dios, fuente de paz y de gozo. La Virgen ha venido para enseñar a amarnos como Dios nos ama; y en este camino no estamos solos porque la Virgen nos promete su presencia. Con Ella, amada por Dios, podemos vivir gozosos el camino de la fe hasta el momento en que todos nuestros sufrimientos, fatigas, cruces y gozos de la vida cobrarán su sentido pleno a nuestros ojos. Tampoco a nuestra Madre María se le evitó el esfuerzo por comprender el sentido de los planes que Dios tenía para Ella. En efecto, San Lucas escribe en su Evangelio: "María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón" (Lc 2, 17). Lvic

 

"La llena de gozo"

De nuevo, el mensaje de María nos invita al gozo. Un gozo que es fruto de la oración, un gozo que es un sentimiento con el que debemos transmitir los mensajes de María. Pero a menudo ocurre que, cuando el sufrimiento y las dificultades se presentan en nuestra vida, en nosotros ya no hay lugar para la alegría, como si este sentimiento estuviese en contradicción con el dolor. Una vez más la Virgen nos ayuda a comprender cómo la alegría no brota únicamente de las situaciones "agradables", sino que cualquier acontecimiento de la vida puede ser motivo de gozo. En efecto, la Virgen María, además de ser la llena de gracia, es también la "llena de gozo", fruto de su encuentro vivo con el Señor. El evangelista Lucas la presenta a menudo exultante en el Espíritu Santo, cuando la joven muchacha de Nazaret, obediente a la voz del ángel, exclama su gozo cuando se encuentra con Isabel: "Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador…" María comprendió mejor que cualquier otra criatura que Dios realiza acciones maravillosas: él muestra su misericordia, él exalta a los humildes, él es fiel a sus promesas…
Testimonio gozoso del amor del Padre, María vive en plenitud también el sufrimiento que Dios destina a cada hijo suyo, y con una gran fuerza y dignidad asiste al pie de la cruz a los últimos instantes dramáticos de la vida de Jesús crucificado. Pero en ella no hay desesperación: su corazón estaba abierto sin límites al gozo de la resurrección que el Cristo había anunciado.
La Virgen, símbolo de la nueva Jerusalén, cumple pues perfectamente las palabras del profeta Isaías: Me gozaré plenamente en el Señor, exulta mi alma en mi Dios, porque me ha revestido de ropas de salvación, en manto de justicia me ha envuelto, como el esposo se pone una diadema, como la novia se adorna con joyas (Is 61,10).

Cercana al Cristo, ella recapitula en sí todos los gozos, por esto nos dirigimos a ella como "Causa nostrae laetitiae", causa de nuestra alegría: es a ella a quien debemos orar para que nuestra alegría sea un reflejo vivo de nuestra realidad de redimidos, de llenos de gracia, de hijos del Altísimo.

En los "misterios dolorosos" no hay lugar para la tristeza
Es casi paradójico pensar que los misterios dolorosos del Rosario comuniquen, al alma de quien los reza, un gozo profundo.
No puede amar a Jesús crucificado quien no tiene alegría, quien no cultiva la alegría en su interior. No puede unirse a Jesús crucificado quien no es portador de alegría. La alegría es la gracia que Dios da cuando se ama a su Hijo crucificado. Ante los misterios de la pasión nosotros partimos con un bagaje de tristeza en el alma: ¿Por qué lo han crucificado? ¿Por qué ha ocurrido? ¿Por qué esto mismo ocurre a menudo en mi vida?… Aprendamos a rezar los misterios dolorosos abandonando cualquier tristeza en el Corazón de Jesús y abriéndonos al gozo que procede de sentirnos partícipes de su vida.

Primer misterio: la agonía de Jesús y su gozo de estar con el Padre.
Estar con el Padre era para Jesús mucho más importante que las lágrimas, más que el sudor de sangre, que la traición de Judas, que la huida de los apóstoles. Oh Señor Jesús, introdúcenos en la intimidad con el Padre, haz que tu Espíritu Santo despierte el gozo en nosotros. Hemos escogido a Dios Padre: haz que experimentemos el gozo de esta elección también en los momentos de prueba.

Segundo misterio: incluso atado a la columna, Jesús experimentaba un gran gozo.
Si a causa de habernos decidido por Dios nos sentimos atados, el gozo llenará nuestro corazón. Nos sentimos atados porque Dios quiere eliminar de nosotros todo lo que es imperfecto. Las actividades humanas fácilmente nos atan, mientras que quien está con Dios se siente libre. Dios nos da paz, nos da una fuerza increíble cuando estamos atados, flagelados. Abrámonos a su voluntad, porque Dios quiere comunicarnos el gozo en esos momentos. Permite que estemos atados para abrirnos a un gozo más profundo.

Tercer misterio: Jesús es coronado de espinas y en él contemplamos el gozo que se deriva de ser humillados.
Jesús se humilló voluntariamente porque con este comportamiento veía un bálsamo para el alma. Quien se une a Jesús descubre esta medicina que sana las heridas de la vida. Es la "bienaventuranza" reservada a los afligidos, a los perseguidos, a los pobres. Cuando entramos con Jesús en la humillación más profunda, nos convertimos en adoradores de Dios y entramos en su gloria. Las humillaciones no nos hieren, sino que son motivo de alegría.

Cuarto misterio: contemplamos la alegría de llevar la cruz.
Quien se entrega a Dios, carga voluntariamente con la cruz del hermano, de la hermana, por la salvación del mundo. Se recibe inmediatamente la alegría, la gracia, la fuerza. Quien rechaza la cruz, en cambio, escoge algo que no es Dios, busca el gozo fuera de Dios y por esto se vuelve débil, triste, frustrado, hundido. Cualquier frustración, por pequeña que sea, lo entristece. Es un gran gozo llevar la cruz por la salvación del mundo. Dios recompensa con el céntuplo.

Quinto misterio: contemplamos el gozo de la muerte
San Francisco la llamaba hermana. Se trata de un paso: "pasar de este mundo al Padre". Quien ha escogido a Dios, incluso en el momento de la muerte, permanece gozoso porque espera que se le manifieste la plenitud de la vida. Sólo quien vive este gozo puede consolar a los demás cuando mueren, cuando sufren. La vida entregada a Dios hasta el momento de la muerte existencial es la derrota de la muerte. El gozo de la muerte es la elección definitiva de la vida, de Dios. Red.

Ese acontecimiento que nace del perdón
Gozo humano y gozo cristiano: dos realidades distintas que se integran en Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre. En él encontramos el cumplimiento y la realización de aquella capacidad instintiva y natural de gozar presente en cada hombre.

Enzo Bianchi y el Card. Martini, dos pastores de la Iglesia, testimonios y herederos del gozo evangélico, nos ayudan a comprender su significado en el contexto histórico actual.

La experiencia humana de la alegría
Para comprender qué significa el sello de la alegría en la vida cristiana hay que interrogarse sobre la experiencia humana de la alegría.
Cuando experimentamos la alegría, nuestra vida cotidiana experimenta una especie de transfiguración: el mundo se entrega a nosotros y nosotros estamos agradecidos de vivir en la alegría. La alegría es una experiencia de plenitud en el sentido de que abre el futuro del hombre dando lugar a la esperanza. Ésta tiene una relación precisa con el tiempo: de hecho puede haber alegría en la espera (por la llegada de una persona querida, por un nacimiento…), puede darse en el momento presente o en el recuerdo (los momentos gozosos vividos en el pasado se pueden actualizar por la memoria). El gozo se convierte entonces en una experiencia que envuelve la totalidad de la existencia y que emerge con fuerza en el amor y en la convivencia. Ahora bien, estas dimensiones tan humanas de la alegría son asumidas e injertadas en Cristo: es "con gozo" que el cristiano da gracias (cf Col 1, 12), un gozo que encuentra su culminación en el ágape eucarístico: en efecto, la Eucaristía es gozo en la memoria del acontecimiento pascual revivido hoy y esperanza en el cumplimiento del retorno del Señor en la gloria.
Enzo Bianchi ( de: Luoghi dell’infinito - 23)
 
El camino que lleva al júbilo
La alegría del corazón es el reflejo y el fruto de la gloria de Dios que manifiesta la voluntad amorosa y salvífica destinada a cada hombre. La paz que Cristo nos ofrece es armonía entre Dios y el hombre, entre el hombre y el hombre, entre el hombre y el cosmos, y es un don positivo de esperanza que reviste nuestros corazones porque, como escribe el apóstol Pablo: "Es el Dios de la esperanza el que os llena de toda alegría y de toda paz en la fe para que abundéis en la esperanza".
El gozo y la paz del corazón son realidades estrechamente unidas, y el hombre las necesita perennemente. ¿Dónde encontrar estos dones? El camino que lleva al gozo del corazón y a la paz interior, muchas veces, pasa por el camino de la conversión: es la dinámica evangélica. El dar, que conlleva un morir, da más alegría que el recibir; el amor al enemigo permite gustar la libertad del corazón; el grano que muere libera la vida y la sal que se deshace da sabor. Parece casi un contrasentido, pero es una verdad incuestionable: el gozo pasa, inevitablemente, por la cruz, lugar de superación de cualquier alienación, "punto panorámico" de la vida desde donde cada realidad emerge en toda su verdad.
Comprometámonos en el camino de la conversión para acoger el don "sin medida" de la misericordia de Dios. Un don que propicia una plena comunión de amor con Él, fuente de gozo, y que es el intenso deseo del Hijo Jesús para cada uno de sus discípulos: "Os he dicho esto para que mi gozo esté en vosotros y así vuestro gozo sea pleno".
Card. C. M. Martini
(de: Os anuncio una gran alegría - Carta Pastoral)

 

"Volved al fervor primitivo"
En el Cenáculo con la Reina de la Paz
(continuación)

A través de las palabras de los mensajes la Virgen nos lleva a intuir cuál fue la intención central de su oración en aquellos días de gracia decisiva para la Iglesia, y cómo es hoy la oración que Ella eleva incesantemente al Padre para sus hijos: lo que María pide prioritariamente no son los carismas, ni los dones extraordinarios sino, por el contrario, la gracia del despojamiento total, de la renuncia radical a uno mismo para dejar libre todo el espacio del alma al Esposo divino y ser capaces finalmente de generar con Ella una humanidad nueva, acogiendo plenamente el don de la vida trinitaria. Por esto la Reina de la Paz nos llama de forma apremiante y ardiente, como ya lo hizo en Lourdes, en Fátima y en todas las grandes apariciones marianas del final del milenio, a la oración profunda del corazón. Para orar con amor hay una sola vía: el Espíritu Santo, "que ora en los fieles", que es "fuente de agua viva para la vida eterna" (Lumen Gentium nº4). Éste es el motivo por el que María nos exhorta: "orad para recibir el Espíritu de verdad, que os inspire el Espíritu de oración (Mens. 09.06.84); "No dejéis de orar al Espíritu Santo" (Mens.2.01.84); "Orad al Espíritu Santo, con Él se obtiene todo (Mens.21.10.83); y más recientemente, recordando explícitamente una cita bíblica (Ez 36, 26): "Os invito de nuevo a abriros a la oración, para que el Espíritu Santo os ayude a orar de modo que vuestros corazones sean de carne y no de piedra" (Mens. 25.06.96).

Con estas expresiones de María coincide puntualmente el Magisterio inspirado del Papa: "La oración por obra del Espíritu Santo se convierte en expresión del hombre nuevo que por medio de ella participa en la vida divina" (Dominum et Vivificantem, nº 65). La Virgen, en efecto, nos quiere convertir, por obra del Espíritu Santo, en auténticos "instrumentos de gracia en sus manos para la salvación del mundo" (Mens.25.03.94), canales límpidos y pulidos a través de los cuales pueda correr libremente el río de agua viva que mana del Corazón encendido de la Santísima Trinidad, para que esta corriente de gracias, a través de nosotros, finalmente alcance, libere y sane las almas de tantos hermanos que, inconscientemente, esperan nuestro "sí" en todo el mundo.
Por esto María nos pide que, con libertad y amor de hijos, permitamos que el Espíritu Santo transforme las raíces de nuestros corazones enfermos, decidiéndonos a recorrer, con perfecta alegría espiritual y en íntima comunión con Su Corazón Inmaculado, un camino de conversión interior. Un camino seguramente no exento de agudas pruebas morales y espirituales, que Dios ha dispuesto sabiamente para hacernos capaces de nacer en el Espíritu. Éste es el gran servicio de amor que María pide a los "queridos hijos" que Ella ha escogido y llamado en este tiempo para asociarlos a su misión de gracia: "Queridos hijos, hoy os invito a prepararos mediante la oración y el sacrificio para la venida del Espíritu Santo. Hijitos, éste es un tiempo de gracia y por esto os invito de nuevo a decidiros por Dios Creador. Dejad que os transforme y os cambie; que vuestro corazón esté dispuesto a escuchar y a vivir todo lo que el Espíritu Santo tiene proyectado para cada uno de vosotros" (Mens. 25.05.98). Llevar a todas las almas a la total participación en la vida divina, acogiendo plenamente el agua viva del Espíritu que brota del sacrificio pascual de Crito, es el objetivo más auténtico y profundo de la presencia de la Reina de la Paz en Medjugorje. Es el gran proyecto de gracia que la Virgen Hija de Sión no cesa de servir con fidelidad a través de su presencia en el mundo en este "tiempo especial". Y es también la razón profunda por la que la Reina de la Paz no cesa de llamar a sus hijos a consagrarse plenamente a Su Corazón Inmaculado para poder asociarlos a este gran servicio real, haciéndolos para la eternidad los verdaderos compañeros y hermanos del Cordero, que "será su pastor y los guiará por los manantiales de la vida" (Ap 7, 17): "Hijitos, dejad que el Espíritu Santo os guíe por el camino de la Verdad y de la salvación hacia la vida eterna" (Mens. 25.05.98). Giuseppe Ferraro

A.R.P.A. y Ecumenismo

En nuestras peregrinaciones de la caridad a los países de la ex-Yugoslavia y sobre todo en Bosnia, hay un aspecto poco llamativo, y sin embargo muy importante. El ecuménico. En 1997, dije a los jóvenes presentes en el Festival de Medj.: "Tengo en el corazón un gran deseo y un gran sueño: que Medjugorje se convierta en un importante centro ecuménico en el espíritu de san Francisco; un centro de perdón, de reconciliación y de paz, promoviendo encuentros con las distintas confesiones cristianas y también con otras religiones. Que Medjugorje se convierta en un centro específico de caridad hacia todos los pobres fruto de la guerra en Bosnia: en las tres diócesis católicas, pero también para los ortodoxos y los musulmanes, utilizando parte de los donativos aportados por tantos peregrinos".
En nuestros viajes, cuando llevamos ayuda a los refugiados serbios (¡y quedan aún muchos!) intentamos establecer buenos contactos con los representantes de la Iglesia ortodoxa local. Sin embargo, entre los serbios, como entre los musulmanes, el ateísmo impuesto por el régimen de Tito durante 50 años ha tenido mucho más éxito que entre los croatas (católicos). Así pues, nuestro objetivo es el de implicar a los popes ortodoxos en nuestros pequeños gestos de caridad para que la gente comprenda que todo lo que llevamos es fruto de la caridad de los cristianos, es una respuesta al mandamiento nuevo del amor predicado por Jesús, y que se den cuenta de que estos valores los pueden encontrar también en su Iglesia, que es siempre la Iglesia de Cristo. Y es bello sentirse pequeños instrumentos en las manos de Dios que nos utiliza, a pesar de nuestras limitaciones y de nuestras miserias, para llevar a tantas viudas y huérfanos musulmanes de los centros de refugiados un rayo de Su amor. También a ellos a veces nos atrevemos a dirigirles la invitación a la oración a Aquél que es Padre nuestro como lo es de ellos y hacia Aquella que es Madre de Jesús, tan venerada por ellos como nosotros.
Nuestras peregrinaciones de la caridad continúan, y las necesidades son enormes. Un agradecimiento sincero a todos los que se acuerdan de los pobres a los que nosotros intentamos llegar cada mes. Alberto Bonifacio

Alberto Bonifacio - Centro de Informaciones de Medjugorje
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La subida al Krizevac: una página del Evangelio
Aún era seminarista cuando oí hablar por primera vez de Medjugorje. Hoy, sacerdote y acabando mis estudios en Roma, he tenido la gracia de acompañar a un grupo de peregrinos. Personalmente, me he quedado impactado del fervor con el que millones de personas presentes en aquella tierra bendita oraban y celebraban los sacramentos, en particular la Eucaristía y la reconciliación. Dejo el juicio sobre la autenticidad de las apariciones a quien le compete; por mi parte guardaré para siempre el recuerdo del Via Crucis en el camino pedregoso que lleva a la cima del Krizevac.
Una subida dura y larga, pero al mismo tiempo muy hermosa, donde pude vivir distintas escenas que, como una página del evangelio, me sirvieron como puntos para la meditación.
 
Uno tras otro. Muchos en el camino.

Un hecho - La tarde anterior a nuestro Via Crucis una religiosa nos aconsejó salir antes del amanecer. Obedecimos. Quedé muy sorprendido al ver que muchos grupos de peregrinos nos habían precedido y que algunos ya estaban bajando. Tuvimos pues que esperar a que las personas avanzasen de una estación a la otra antes de avanzar también nosotros hacia la cruz.
Una reflexión - Lo sabemos, el nacimiento y la muerte son acontecimientos de la vida natural. En la vida cristiana, cuando recibimos el bautismo, o cuando nos casamos o nos consagramos, tenemos siempre a alguien que nos ha precedido y quien va detrás de nosotros. En la Iglesia nadie puede sentirse solo. El Señor acoge en todo tiempo; que cada uno se preocupe por responder en el momento que Dios le tiene preparado.
Una oración - Oh María, hija de Israel y madre de la Iglesia, ensénanos a vivir el hoy de nuestra fe asimilando la historia de la Iglesia y preparando el futuro.
 
La unidad en la diversidad. Paz a todos.

Un hecho - ¡Quedé impresionado de la diversidad entre los peregrinos y los grupos que subían y bajaban! Éramos de distinta lengua, raza, edad, extracción social, cultura, formación intelectual… Pero al mismo tiempo estábamos unidos, muy unidos. Íbamos todos en oración por el mismo camino, en marcha hacia una única meta: el Krizevac. Todos, tanto los que iban solos como los que iban en grupo, se preocupaban por los demás. ¡Una maravilla! Y la marcha fue siempre armónica.
Una reflexión - ¡Qué distinto sería el rostro del mundo si cada hombre tomase una mayor conciencia de su pertenencia a una única y gran familia, el pueblo de Dios! Tendríamos más paz y armonía si cada uno amase al otro por lo que es, con sus peculiaridades, grandezas y límites. A nadie le gusta una vida atormentada. Mi vida es bella sólo cuando la del que está a mi lado también lo es.
Una oración - Oh María, hija de nuestra raza y escogida por Dios, enséñanos a amarnos como hermanos y hermanas de una misma familia y a buscar el bien de los demás.
 
El grupo se enriquece. Solidaridad y compartir.
Un hecho - Subimos paso a paso hacia la cima pasando algunos minutos escuchando, en meditación y en oración ante cada estación. Todos los miembros del grupo podían libremente, tras la lectura, expresar una reflexión, una intención o una oración. De este modo la contemplación de las estaciones del Via Crucis, así como la escucha de la Palabra de Dios y de los mensajes de la Virgen María, se hacían más ricos, más bellos y llevaban a una oración más profunda. Nadie se sentía aislado. No faltaban intervenciones con las que todos se identificaban. Los minutos transcurridos ante las estaciones se convertían en ocasión de compartir nuestras vidas y nuestros distintos puntos de vista; momentos de intercesión recíproca. Todos nos dirigíamos a Aquel que para salvarnos vino a compartir nuestra condición.
Una reflexión - Es verdad que la fe es una adhesión personal, pero se confiesa, aumenta y fructifica en la comunidad. La amistad como tal multiplica el gozo y favorece la capacidad de compartir el sufrimiento, pero aún más cuando la amistad hunde sus raíces en una fe común.
Una oración - Oh María, tú que has meditado la pasión de tu Hijo entre los apóstoles, enséñanos a escuchar a nuestros hermanos y hermanas y a liberarnos de nuestros egoísmos.
 
No creerse demasiado fuertes. Humildad y misericordia.
Un hecho - El Via Crucis del Krizevac se empieza con mucho entusiasmo y determinación. El camino es tal que los resbalones y las caídas no son raros. El cuerpo es sometido a un gran esfuerzo y es fácil agotar enseguida las energías. La fatiga, la sed y el hambre no faltan… Los más débiles quizás son tentados a arrepentirse por haber comenzado esta ardua empresa. Al ver caer a alguien o necesitado, uno se ve inclinado a desviarse y a no ocuparse de él.
Una reflexión - Seamos siempre seres de carne. También nosotros podemos caer y tener sed. Las tres caídas de Jesús en el camino hacia el Calvario son significativas para nuestra vida. La vida cristiana exige fuerza y coraje, fe y perseverancia, pero también humildad y misericordia.
Una oración - Oh María, madre de los humildes, toma nuestras fatigas, nuestras penas y nuestras debilidades. Confíalas a tu Hijo, el humilde Siervo que tomó consigo nuestras cargas.
 
Cuando el sacrificio da la vida. El amor en las obras.
Un hecho - Cerca de la décima estación nos cruzamos con un grupo de jóvenes que llevaban en una camilla a una joven discapacitada. La joven, al vernos, nos saludó con una gran sonrisa. Pensé enseguida en la escena evangélica del paralítico presentado a Jesús después de haber sido bajado por el techo de la casa… La joven estaba feliz de haber estado en el Krizevac y de haber encontrado a Dios allí. Pero sola, sin la ayuda de sus amigos, no hubiera podido llegar. Si la subida con las manos vacías ya es dura para un hombre normal, imagino cómo habrá sido para aquellos que, por turnos, transportaban aquella camilla sobre la cual estaba estirada aquella hermana en Cristo.
Una reflexión - Cuando se ama, se acepta el sufrimiento por la vida y la felicidad del ser amado. Jesús nos dio el ejemplo más grande: "Nadie tiene un amor más grande que el que da la vida por los amigos" (Jn 15, 13), dijo el crucificado en el Gólgota. ¡Amar y tener a alguien por quien morir!
Una oración - Oh María, tú que has llorado a los pies de la Cruz, enséñanos a aceptar el sufrimiento por amor para que nuestros hermanos tengan vida.
 
El Reino de Dios pertenece a los "niños". La pequeñez.
Un hecho - Una hermosa escena en nuestro camino era ver subir y bajar a los niños. Saltaban desenvueltos, sonrientes, inocentes. Les costaba menos que a los adultos caminar sobre las piedras. Los ancianos se iban sentando para recuperar las fuerzas. Los pequeños hacían que resonara en nuestros oídos la llamada de Jesús a ser como ellos para entrar en su reino.
Una reflexión - Cuanto más grande se cree uno, más nos pesa, más dura es la subida al "Carmelo".
Una oración - Madre del príncipe y pequeña sierva, enséñanos a deshacernos de nuestro prestigio y dignidad para caminar gozosos y serenos por el "camino pequeño".
 
El gozo de avanzar. El aliento de los demás.
Un hecho - A medida que nos acercamos a la última estación, el cansancio aumentaba, pero nos embargaba la alegría de saber que pronto llegaríamos. Conocer la razón del propio sudor da coraje. Desde el inicio del Via Crucis, y más aún hacia el final, nos cruzamos con personas que bajaban y nos animaban, con su mirada fraterna, a ir hacia delante. No era raro ver a una pareja ir de la mano para ayudarse en los tramos más difíciles.
Una reflexión - Nuestra vida cristiana es una travesía en el desierto hacia la tierra prometida. El deseo de vivir eternamente en la casa del Señor nos da la alegría y la paz, por muy duro que sea el camino. Por eso el testimonio de los santos nos conforta ampliamente, de aquellos hombres que antes de nosotros han seguido y servido al Señor. Tenemos una necesidad incesante de ser sostenidos unos por otros. La dirección espiritual, el testimonio de la vida y compartir las experiencias son necesarios en los múltiples caminos en los que nos encontramos.
Una oración - Oh María, nuestra Señora de la fe y de la esperanza compartida, enséñanos a aprovechar tus numerosas visitas para tener un motivo para la esperanza y andar hacia adelante.
 
Nuestros nombres están escritos en el cielo. ¡Confianza!
Un hecho - Hénos aquí. Hemos necesitado más de tres horas para alcanzar la meta. Una curiosidad: la base sobre la que está plantada la gran cruz blanca está llena de nombres - de los que llegaron o de aquellos que llegaron en el corazón de los peregrinos. Me dije a mí mismo que estos nombres son, para los que los han escrito, más que unas sencillas cartas. La elección de los nombres no era gratuita.
Una reflexión - También en el cielo, nuestra verdadera patria, están escritos nuestros nombres. Dios, que conoce a cada uno por su nombre, nos espera, piensa en nosotros y vela por nosotros. Él conoce el número de nuestros cabellos. Todos los que nos han precedido, los santos, piensan en nosotros, interceden por nosotros y nos protegen. Allá donde estemos y hagamos lo que hagamos tenemos que vivir en función del cielo.
Una oración - Oh María, coronada de flores rosas del cielo, enséñanos a tener nuestra mirada dirigida siempre a las realidades de arriba.
 
Descenso del monte. La misión.
Un hecho - Llegados al Krizevac sentimos el deseo de quedarnos el mayor tiempo posible. Nos encontrábamos bien allí. Ante nosotros se extendía el bello panorama de Medjugorje, la ciudad mariana. Cantábamos, reíamos. Pero… había que descender. Había que dejar la montaña y volver a casa… para retomar la vida cotidiana. Es allí, en la vida cotidiana que tenemos que vivir las maravillas de nuestro encuentro con el Señor, bajo la mirada de María.
Una reflexión - Muchas personas oran en el Krizevac y muchas viven en el mundo. Pero la oración de Jesús estaba llena de su misión: la voluntad del Padre, la salvación del mundo. La profundidad y la verdad de nuestra oración se obtiene sólo a través de nuestra adhesión al proyecto de salvación de Dios.
Una oración - ¡Oh María, nuestra Señora de la paz, enséñanos a decir que sí al Señor todos los días de nuestra vida para que venga el reino de Dios!
 
Don Jean-Basile Mavungu Khoto
El Padre Jozo como el Bautista
Durante muchos años, en el desierto, el precursor de Jesús anunciaba, gritaba, exhortaba, suplicaba: ¡convertíos… llega el Mesías! Lo mismo el Padre Jozo Zovko en estos 21 años de apariciones marianas, cuando repite incansablemente su testimonio sobre la venida de la Madre de Dios a Medjugorje y sobre los signos que ella nos da para llegar a su Hijo y para recibir la paz. "Hoy millones de personas están dispuestas a dar la vida por María", afirma el fraile hoy ya famoso en todo el mundo. "En pocos años la Virgen ha cambiado la faz de la tierra; prueba de ello son los numerosos peregrinos que van al Santuario de la Reina de la Paz desde cualquier país del mundo, no sólo católicos sino también de otras credos y confesiones. Últimamente llegan muchísimos ortodoxos de Rusia, de Grecia…".
Como San Juan Bautista, también el Padre Jozo se inflama cuando empieza a hablar de Dios y de la Gospa y desearía que este fuego inflamase las almas de todos los que lo escuchan. Eran 6000 las personas reunidas en el Palarossini (en Ancona - Italia) para pasar una jornada de oración con el franciscano de la provincia herzegovina. El tema del encuentro: "He ahí a tu Madre", mística aurora del tercer milenio.

"Medjugorje no es una historia para niños - continúa P. Jozo - sino que es una nueva vida, un giro radical para el hombre. La Virgen sigue llamándonos a la oración, sobre todo en familia, porque hoy las tinieblas, la noche se han instalado en nuestras casas. ¿Qué debemos hacer entonces para crecer en la fe? Es sencillo. "¡Hacer como aquellos millones de personas que han cambiado de vida sólo porque en estos 21 años la Virgen ha entrado en sus corazones!" S.C.
 
La familia es un proyecto divino
(continuación)
"Dios creó al hombre a su imagen y semejanza". Esta realidad matrimonial tiene unas reglas muy precisas. La mujer es como la costilla del hombre, es decir, parte de él, por lo que el hombre amará a su mujer como parte de su propio cuerpo. La escritura añade: "Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer. Y ya no serán dos, sino una sola carne". Y Jesús, comentando estas palabras, añade: "No separe el hombre lo que Dios ha unido".

El equilibrio de los hijos depende del amor entre los padres. Por esto el primer amor de la mujer debe ser el marido y no los hijos. Los hijos son amados simultáneamente, si no es así se está constituyendo otro orden. Por esto: "No separe el hombre lo que Dios ha unido", dice Jesús en el Evangelio. Éstas son las normas fundamentales que el Señor ha dado para la familia humana. Nuestro equilibrio interior depende mucho del amor de los padres. Cuando veamos un joven que sonríe poco, preguntadle a la madre si lo había deseado… A menudo la respuesta es interesante y muy iluminadora, y revela sobre todo los rasgos interiores de ese joven, su historia personal, su comportamiento. También cuando una pareja está en crisis hay que indagar en el tipo de afecto que recibieron de sus padres.
Todos somos fruto de una historia, no hemos caído en el mundo así como así… El mismo Jesús quiso tener su historia, quiso entrar en el mundo por medio de una mujer, la Virgen María, pero quiso también que esta mujer estuviese unida a un hombre que le hiciese de Padre; quiso una historia plena, porque para la sana formación de un niño son necesarios tanto el padre como la madre. A menudo encontramos en Jesucristo la delicadeza de María (basta pensar en el modo en que habla a la mujer adúltera: ni siquiera la mira para no avergonzarla). En muchos comportamientos de Jesús encontramos a la Virgen, todo el carácter de la madre que ha formado la humanidad de Jesús; pero encontramos también el carácter de José en la firmeza y la determinación con que Jesucristo afronta las situaciones.

En este mundo nadie es perfecto, nadie lo ha sido ni nadie lo será. Todos tenemos una herencia; una herencia positiva, enriquecedora, pero hemos tenido también carencias que han incidido en nuestro carácter, en nuestra vida. A menudo me encuentro con parejas con dificultades que empiezan a quererse y a amarse con todo el corazón cuando comienzan ellos mismos a perdonar al propio padre o a la propia madre y a hacer las paces con ellos. ¿Por qué?
Porque el Señor, en su infinita grandeza, ha dado al hombre una dimensión superior a todos los demás seres de la creación: le ha dado la dimensión del Espíritu y perdonando y pidiendo perdón podemos recuperar aquel bien que no tuvimos. Debemos comenzar por dar a nuestros padres ese amor que no recibimos de ellos, perdonando en el nombre del Señor. Dios ha dado al hombre el camino del perdón y de la reconciliación para recuperar aquellos bienes que nosotros o no hemos tenido o, a causa de nuestros errores o de errores de otros, hemos perdido. Éste es un camino que debemos llevar a nuestras familias. Desgraciadamente en nuestras casas se está perdiendo la virtud de la honestidad. La sinceridad ya no tiene lugar. Incluso la fidelidad se está convirtiendo en nuestros días en algo de lo que avergonzarse. Sin quererlo, algunos errores se han "canonizado y bautizado" en nuestras casas. El Señor pide a la Iglesia que redescubra esta bellísima realidad del matrimonio y de la familia que es el lugar donde vive la Trinidad. Padre, madre e hijo, juntos son un espejo de la Trinidad, y Dios se manifiesta en la comunión familiar, que cuando es armónica, abunda en bienes y bendiciones.

El Señor hoy pide ante todo una conversión, y sobre todo una vuelta a su Palabra que "es lámpara de nuestros pasos, luz en nuestro camino". Los desórdenes en el matrimonio son causa de división. El amor viene de Dios, y éste es un amor que une y lleva a la comunión. Los hijos son fruto de esta comunión. Pero que sea una comunión plena, santa, como Cristo con su Iglesia. Don Fulvio di Fulvio
 

Noticias de la tierra bendita


* La marcha de la paz - El 24 de junio tuvo lugar la undécima y tradicional "Marcha de la paz" desde el convento franciscano de Humac hasta Medj. Esta procesión eucarística la iniciaron peregrinos extranjeros en 1992, en los días más duros de la guerra. Aunque los años de la guerra ya han pasado, la Virgen en sus mensajes nos habla de "…las guerras en nuestros corazones…". La marcha quiere ser una respuesta a la inquietud, a la violencia y al odio y un estímulo para la paz y la reconciliación. Este año más de 4000 peregrinos recorrieron los 13 km a pie, orando por estas intenciones.

* La Virgen e Ivan en el Podbrdo - El domingo 23 de junio, a las 23.00 la Virgen - a través del vidente - nos lanzó a todos un mensaje en el que una vez más nos exhorta a no interrumpir nuestra súplica para obtener de Dios el don de la paz: "Queridos hijos, al comienzo de las apariciones os dije ‘¡Paz, paz, paz!’ También hoy, queridos hijitos, os invito a la paz. Junto a la Madre, orad por la paz; por la paz en vuestras familias, por la paz en el mundo. ¡Si no tenéis paz, orad! Orad en las familias. Os doy las gracias, hijitos, por haber respondido a mi llamada". Luego la Virgen se fue con el signo de la Cruz luminosa diciendo: "Quedaos en paz, queridos hijos míos".

* Aparición anual a la vidente Ivanka - Cuando en mayo de 1985 la Virgen confió el décimo mensaje a Ivanka le dijo también que durante toda su vida tendría una aparición al año el día de su cumpleaños. Así ocurrió también este año. Ivanka tuvo la aparición, que duró 6 minutos, en su casa, en presencia de su familia, su marido y tres hijos. La Gospa le dio el siguiente mensaje: "Queridos hijos, no os canséis de orar. Orad por la paz, la paz, la paz". La Virgen habló a Ivanka de algunas particularidades de su vida, estaba muy contenta y dejó a todos su bendición materna.
 
¡21 años de apariciones!

Eran más de 100 000 los fieles que fueron a Medj. con ocasión del 21º aniversario. Debido a la variedad de los grupos lingüísticos, las misas se celebraron en 16 idiomas. La Santa Misa vespertina del día del Aniversario, en la que participaron cerca de 35 000 fieles, fue presidida por fray Branimir Musa. Con él concelebraron 200 sacerdotes procedentes de una veintena de países. Éstas son las cifras que testimonian cómo el mensaje de María ha llegado hasta el último rincón de la tierra, y al mismo tiempo es la respuesta de los que lo han acogido y lo testimonian con la visita amorosa a esta tierna Madre que reserva siempre nuevos dones para sus hijos, muchos de los cuales, para poder venir a esta tierra bendita, hacen grandes sacrificios.
Pero más allá del número de los asistentes, es importante resaltar el modo en que las personas han participado en los diversos actos litúrgicos y el espíritu de recogimiento y oración que impregnaba todo Medj. Se puede decir que poco a poco emergen los frutos de un camino espiritual cada vez más maduro y consciente de un plan divino que, a través de María, se encarna en Medj., y que ahora, a través del trabajo de muchos y la apertura de los corazones de todos, toma cuerpo en todas las partes de la tierra. Red.
* 13º Festival de los jóvenes - Tendrá lugar del 31 de julio al 6 de agosto de este año y estará dedicado al tema "Testimoniad con María la alegría y la paz". El programa y todas las demás informaciones referentes al encuentro de los jóvenes están disponibles en la página de internet del santuario: www.medjugorje.hr, sección Encuentros Internacionales, MLADIFEST 13.

* La Orden de Malta en Medj. - Durante 5 años consecutivos, el servicio de los médicos de la Orden de Malta alemana está al servicio de los peregrinos de Medj. Durante los meses de verano, en el momento de mayor afluencia de peregrinos, el equipo de la orden de Malta está de guardia cerca de la iglesia parroquial y los peregrinos pueden pedir ayuda médica también en el ambulatorio de la orden de Malta que se encuentra a la izquierda, en la calle que va de la iglesia al Krizevac, desde las 9 a las 21 horas y también por la noche, de urgencias. La orden de Malta existe desde hace 900 años. Su principio es: "Proteger la fe y ayudar a los necesitados, testimoniar la fe con amor y estar al servicio de la paz en el mundo".

* Los misterios gloriosos en el Podbrdo - A lo largo del recorrido que lleva al lugar de las apariciones (Podbrdo), a la Cruz azul, con motivo del aniversario, se colocaron cinco relieves de bronce que representan los misterios gloriosos del rosario. Son el trabajo del escultor italiano Carmelo Puzzolo, cuyos relieves en bronce de los misterios gozosos y dolorosos del rosario en la colina de las apariciones, así como los del Via Crucis del Krizevac, han inspirado la oración de los peregrinos durante muchos años. (de: Press Bulletin)
 
Deseando hablar sobre el Corazón de Jesús, Jelena ha decidido hacerlo utilizando las palabras de una encíclica donde se expresan de forma especialmente apropiada, los atributos y las cualidades del Corazón de nuestro Salvador. Son las palabras de un Papa, las palabras de la Iglesia, que nos ayudan a comprender con qué amor Jesús nos ha amado.
La Virgen, en estos 21 años de apariciones, ha apoyado a la Iglesia explicando, en términos sencillos y accesibles a todos, profundas realidades teológicas. El 29 de diciembre de 1988, a través de la pequeña Jelena, la Virgen decía: "Queridos hijos, deseo que comprendáis que Jesús necesita mucho vuestros corazones. Pero que sean corazones llenos de amor y de paz…" Muchas veces, en los mensajes al grupo de oración, Ella subrayaba la importancia de la apertura y de la entrega a Dios de nuestro corazón, para que fuese purificado por la unión con el Corazón de Dios, sede del amor puro: "Deseo que estéis cada vez más cerca de mi Corazón y del Corazón de Jesús" (20.8.88). "Hijitos, no tengáis miedo de seguirme, de seguir a Jesús; y no os paréis delante de nuestros Corazones, sino que entrad, porque están completamente abiertos para vosotros. Venid, porque sé que queréis ser felices" (3.12.87).

 

"Cor Iesu"
de Jelena Vasilj

El Papa Pío XII, en 1956, con ocasión del centenario de la fiesta del Sacratísimo Corazón de Jesús instituida por Pío IX, escribió una maravillosa encíclica sobre el culto al Corazón de Jesús, con el título latino Haurietis aquas. Es un título que tiene su origen en el libro del profeta Isaías, donde el escritor sagrado profetiza que el Corazón de Jesús iba a convertirse en fuente de amor: "Sacaréis agua con gozo de las fuentes de la Salvación" (Is 12, 3). La metáfora del agua utilizada aquí por el profeta es símbolo del Espíritu Santo, o sea, del amor de Cristo con el que él - como Dios - ama en el seno de la Trinidad. Al mismo tiempo, la caridad se derrama sobre la humanidad entera - esto es, su Santo Espíritu es dado a la Iglesia - tal como dice S. Pablo a los Romanos: "El amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado" (Rm 5, 5). Por lo tanto, dada la doble naturaleza de Cristo, su amor es al mismo tiempo humano y divino y es el sostén de la fiesta del Sacratísimo Corazón de Jesús.
La encíclica subraya que el amor divino es un amor concreto que ha acompañado siempre la historia de un pueblo determinado en el corazón del cual Dios escribió su ley; con este mismo pueblo, Dios estableció numerosas alianzas de amor que, sin embargo, a menudo eran infringidas por la infidelidad del pueblo. A pesar de esto, si el pueblo se arrepentía, la alianza se renovaba por un vínculo de amor aún más sólido, como podemos leer en las palabras llenas de ternura del profeta Oseas, con las que Dios expresa su amor a Israel: "Cuando Israel era niño, lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Yo enseñé a caminar a Efraín, tomándole por los brazos, pero ellos no sabían que yo los cuidaba. Con cuerdas humanas los atraía, con lazos de amor. Yo sanaré su infidelidad, los amaré graciosamente. Seré como rocío para Israel: florecerá como el lirio, y hundirá sus raíces como el Líbano" (Os 11, 1.3-4; 14,5-6)
La máxima expresión del amor divino es la amorosa encarnación y la pasión del Hijo de Dios, que lo convierten en amor humano perfecto, es decir, dotado de todos los sentimientos humanos. De este modo, el Corazón de Jesús se convierte en el máximo ejemplo del amor y de la consolación para nosotros los hombres, tal como afirma San Agustín: "Cuando el Señor Jesús asumió estos sentimientos de la frágil naturaleza humana, lo hizo con la finalidad de ofrecer en sí mismo a su cuerpo que es la Iglesia, el modelo para imitar. De forma que si alguno de ellos, cayendo en la tentación, se entristeciera y sufriera, no por esto quedaría sustraído al influjo de su gracia; sino que comprendería que esas aflicciones no son pecado, sino indicios de la fragilidad humana". Este amor sensible tiene su culminación en la cruz donde el corazón de Jesús es traspasado con una espada, convirtiéndose de este modo en el testimonio máximo de su herida invisible de amor (p.1081).
El Papa habla de un tercer aspecto del amor "con el que Cristo ama al Padre y a la humanidad, que es la ardiente caridad infundida en su alma y constituye el preciosísimo don de su voluntad e ilumina sus actos de una doble ciencia santa e infusa, como fuente de todos los tesoros de la ciencia y la sabiduría (cf Col 2,3). El Corazón de Jesús es para nosotros la fuente de cualquier ciencia, o mejor, la escalera mística para subir hacia el abrazo de Dios, lleno de dones como la Eucaristía, la pasión y la muerte, su santísima Madre, el sacerdocio, la fundación de la Iglesia, la misión del Espíritu Santo sobre los apóstoles y sobre los creyentes. En todas estas obras - dice el Papa - tenemos que meditar con el ánimo lleno de los latidos de su Corazón, con los que parece que él midió los instantes de tiempo de su peregrinación terrena, hasta el instante supremo en el que dijo: Todo está cumplido (Jn 19,30). Entonces el latido de su Corazón se detuvo y su amor sensible quedó como suspendido hasta el momento de la resurrección gloriosa. Cuando se unió nuevamente el alma del Redentor victorioso de la muerte a su cuerpo glorioso, el Corazón sacratísimo reanudó su latido regularmente, y desde entonces nunca ha cesado ni cesará de significar con un ritmo ahora para siempre regular y sereno, el triple amor que vincula al Hijo de Dios con su Padre celestial y con la entera comunidad humana, de la que es, con pleno derecho, el Místico jefe". (p.1065) Entreguémonos también al inmaculado Corazón de María que latía sincronizado con el Corazón de Jesús en su seno, para que también nosotros, en sintonía con su ritmo, podamos participar perennemente en esta eterno soplo del Espíritu Santo, amando con Él en la Santísima Trinidad. (J.V.)
"Sed portadores, ante todo, de la alegría cristiana en vuestros corazones: alegría que mana de la fe aceptada serenamente, intensamente profundizada por la meditación personal y el estudio de la palabra de Dios y de las enseñanzas de la Iglesia, vivida dinámicamente en la unión con Dios en Cristo, en la oración y en la práctica constante de los sacramentos, especialmente en la Eucaristía y en la reconciliación".
Juan Pablo II
 
 
 
 
¡Jelena se casa!
Es una grandísima alegría para nosotros del Eco hacer partícipes a todos de la boda de nuestra querida Jelena Vasilj con Massimiliano Valente, que tendrá lugar en Medjugorje el próximo 24 de agosto.
La generosidad para compartir los frutos del don que Dios le ha dado en Medj., su disponibilidad constante y su cortesía, la profundidad y la seriedad con las que vive y ayuda a los demás a vivir su vida espiritual, hacen que todos los que la han conocido la quieran. En particular, nosotros del Eco le estamos agradecidos por su presencia en las páginas de nuestra publicación en la que nos acompaña constantemente poniendo a disposición de todos sus reflexiones y su oración personal.
Le deseamos que viva siempre en plenitud el sacramento que está a punto de celebrar para continuar glorificando a Dios en la santidad de la familia.

* Peregrinación a Medjugorje para discapacitados y enfermos del 1 al 7 de septiembre de 2002. Viaje por tierra, con asistencia espiritual, médica y auxiliar.
Se sale de Trieste. Para informaciones llamar a Constantino: tel. 348 5100315

El Autobús directo Trieste-Medjugorje sale el jueves y el sábado a las 18 horas. Para información y reservas: Tel: 040 425020

* Ya se ha publicado la colección de los 100 primeros números del Eco encuadernada en un solo volumen. Quien esté interesado puede pedirla en nuestra secretaria:

Tel/fax: 0423.470331
E-mail: segreteria@ecodimaria.org
El Eco de María es gratuito y vive sólo de donaciones que se pueden hacer al nº de c.c.p.: 14124226 a nombre de Eco di Maria, C. P. 149, 46100 MN

Para nuevas suscripciones o para modificaciones de la dirección escribir a la Secretaría del Eco
CP 27 31030 BESSICA (TV)
E-mail: segreteria@ecodimaria.org

¡Todo el Personal del Eco ora por vosotros!
Os invitamos a uniros a las oraciones que ofrecemos a Dios el primer sábado del mes por las intenciones de todos los lectores - de los que lo piden expresamente y también de quienes lo expresan sencillamente en el silencio de su corazón. Una vez al mes, don Alberto celebrará una Santa Misa por las mismas intenciones.

Eco en Internet: www.medj.org
Suscripciones por e-mail: segreteria@ecodimaria.org
E-mail de la redacción: ecoredazione@infinito.it

Inclinemos el oído a las enseñanzas que hoy nos da el Señor.
Incluso cuando no vemos nada,
María está con nosotros,
su presencia nos sostiene.
Que Dios nos bendiga.

Villanova M. 29 de junio de 2002
 
 

 


 

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