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¡Queridos hijos! Les quiero agradecer de corazón sus renuncias cuaresmales. Deseo animarlos para que continúen viviendo el ayuno con un corazón abierto. Hijitos, con el ayuno y la renuncia, serán más fuertes en la fe. A través de la oración cotidiana, encontrarán en Dios la verdadera paz. Yo estoy con ustedes y no estoy cansada. Deseo llevarlos a todos conmigo al Paraíso, por eso, decídanse cada día por la santidad. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!

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18 de marzo de 2007 [O] (Anuales)
25 de abril de 2007 [O] (Mensual)
 
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