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¡Queridos hijos! Aún hoy estoy con vosotros en la oración, para que Dios les dé una fe más firme. Hijitos, vuestra fe es pequena y vosotros ni siquiera sois conscientes, a pesar de eso, hasta qué punto no estáis dispuestos a pedir a Dios el don de la fe. Por eso estoy con vosotros, hijitos, para ayudarlos a comprender mis mensajes y a ponerlos en vida. Orad, orad, orad, solamente en la fe y la oración, vuestra alma encontrará la paz y el mundo la alegría de estar con Dios. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!

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25 de julio de 2002 [O] (Mensual)
25 de septiembre de 2002 [O] (Mensual)
 
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